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El mundo azul contra Pamela Palenciano

La activista Pamela Palenciano ha estado viviendo de 'No solo duelen los golpes' casi 20 años. Ahora se enfrenta a denuncias y cancelaciones

Foto: Pamela Palenciano. (EFE)
Pamela Palenciano. (EFE)

La activista Pamela Palenciano ha estado viviendo de 'No solo duelen los golpes' casi 20 años. ¡No es poca cosa para un texto! La semilla fue el maltrato al que la sometió su pareja de la adolescencia, trauma que ella sublimó en forma de monólogo teatral. Con esa pieza ha recorrido cientos de institutos y auditorios públicos y ha girado por Latinoamérica. Ofrece a los estudiantes un mensaje político que mezcla la experiencia personal, la agitación, el chiste y algunas de las visiones más descarnadas del feminismo de cuarta ola.

Ahora se enfrenta a denuncias y cancelaciones. En 2017, la demandaron por primera vez sin que la querella fuera admitida a trámite, pero la Asociación de Hombres Maltratados ha logrado encausarla por “trato degradante” después de que corriera por internet el vídeo de un momento particularmente vergonzoso de su actuación en un instituto de Linares, Jaén. Ahí se ve cómo Palenciano se burla de tres chicos que abandonan la representación, parodiándolos y llamándolos “gilipollas”, entre las risas de muchos de sus compañeros. Durante el vídeo, Palenciano descubre que tienen 18 años, y después se ha agarrado a esto. Pero cuando los estaba humillando no lo sabía.

Foto: Obra de Ritagt, artista feminista de Portugal. Opinión

Desde que este fragmento se hizo viral, los ataques digitales sacuden a Palenciano y otros trozos, de entre lo más disparatado de su monólogo, corren por las redes de forma incendiaria. Este ruido le devuelve, según ha dicho ella misma en varias entrevistas, toneladas de insultos machistas, amenazas horrendas y, lo que es peor, una bajada en las invitaciones a centros, a veces motivada por movimientos de cancelación. También, dado que Vox la ha emprendido contra ella, recibe un apoyo sólido de políticos, periodistas, tuiteros y otros activistas de izquierdas. No todo el mundo tiene valedores tan notorios.

La última noticia es la suspensión de su monólogo en un pueblo madrileño, Navalagamella, de cuyo nombre solo se acordaba Javier Krahe. Explica Marisa Kohan en el diario Público que el ayuntamiento del PP dice que no sabían qué clase de material presentaba Palenciano, puesto que el acto se había cerrado a cargo de unos presupuestos de la Federación de Municipios y Provincias (FEMP) y fondos del Ministerio de Igualdad “sin más supervisión”. Tras la queja de un ciudadano del municipio, el monólogo se suprime, y la excusa del ayuntamiento es que no quieren líos y no pueden garantizar la seguridad.

Su reacción ha sido decir desde que comenzó la campaña de derribo que esto no es un ataque contra ella, sino contra el feminismo

La reacción de Palenciano ha sido la acostumbrada desde que empezó la campaña de derribo: dice que esto no es un ataque contra ella, sino contra el feminismo, y trata de convertir su causa en la de todas las mujeres. No sé si funciona con las mujeres en general, y tampoco con las feministas en general, pero sí con algunos medios y políticos. Cierran filas en torno a ella ministros, concejales, periodistas y tuiteros, como ya ocurrió tras conocerse la denuncia de la Asociación de Hombres Maltratados o cuando la Asamblea de Madrid vetó una actuación suya, que acabó representando en la puerta.

Toca preguntarse, entonces, por qué su monólogo despierta estas reacciones y si tiene sentido representarlo en escuelas. Si Palenciano girase ante un público adulto, si en lugar de escuelas fueran universidades, el tema se resolvería de forma muy sencilla: estaríamos ante una más de las condenables cazas de brujas por motivos ideológicos que nos deja la actualidad. Pero cuando un texto está pensado para representarse en las escuelas, ante menores de edad, y cuando por estos centros públicos ha corrido con absoluta libertad y buenos beneficios desde hace muchos años, la cosa se complica.

Foto: Imagen de naeim en Pixabay. Opinión

Para entendernos: no es lo mismo que venga a hablarte de la historia de las religiones un teólogo que un ayatolá.

Mundo azul, gafas moradas

En su monólogo, Palenciano explica a los estudiantes que el mundo está dividido de forma tajante, arriba y abajo, entre hombres y mujeres. Sostenido por las columnas del patriarcado está el olimpo de los hombres, el 'mundo azul', coronado por la virilidad, la competitividad, los cojones y la chulería. Y sometido abajo se extiende el otro mundo, creado por las necesidades del macho, en el que las mujeres se desempeñan como seres serviles, reducidos a la vanidad de las princesas y la fragilidad del loto.

No hay matices en este retablo, ni gradación, ni se habla de los valores positivos que siempre han venido aparejados a los dos géneros

No hay matices en este retablo, ni gradación, ni se habla de los valores positivos que siempre han venido aparejados a los dos géneros. Esto es comprensible si pensamos que la activista hace comedia y que el público adolescente suele aceptar los mensaje maniqueos. Así, víctimas y verdugos, opresores y oprimidas, y a veces, en todo caso, cómplices: así son las cosas. Con lo que la cosificación, el maltrato y la violación de las mujeres serían parte del funcionamiento del sistema, mientras que la violencia o la humillación de las mujeres contra los hombres es impensable.

Ese úlitmo argumento es uno de los motivos de la denuncia de la Asociación de Hombres Maltratados, que ve una incitación a la violencia contra los varones y una trivialización de su sufrimiento. En un momento del monólogo, Palenciano justifica haberle dado “una hostia” a su exnovio porque no le contestaba después de haberla llamado “puta”, y se jacta de ello, preguntando a los estudiantes si no merecía el pusilánime 20 hostias más. En otro, dice que la violencia de las mujeres contra los hombres en el ámbito de la pareja no existe, porque es imposible, o será en todo caso autodefensa femenina, y por tanto justificable. Cosas así.

¿Me parece esto denunciable? No. La idea no es nueva, ni marginal, ni el discurso lo ha inventado ella. Forma parte de un coro y puedes abrir cualquier periódico para constatarlo. Reducir el pandemonio de las relaciones humanas al aparato simple de las desigualdades de poder es uno de los vicios que Foucault y sus epígonos dejaron a los pensadores vagos de nuestro tiempo, que no siempre han leído a esos filósofos y rara vez los han entendido (lo cual es más que comprensible). El decantado de aquellos galimatías ricos en complejidad da hoy una papilla que deglute el activismo interseccional, del que Palenciano forma parte.

Ese esquema simple y sistémico de oprimidos y opresores sirve, a diario, para justificar las burradas más dispares

Ese esquema simple y sistémico de oprimidos y opresores sirve, a diario, para justificar las burradas más dispares: desde la quema y saqueo de comercios durante las protestas de Black Lives Matter al secuestro de Juana Rivas de sus hijos, pasando por la feria virtuosa en torno a Rocío Carrasco, la censura de libros o la destrucción de monumentos. Elegir a Pamela Palenciano para los banquillos no es más que poner en la picota un chivo expiatorio. Algo, por lo demás, absolutamente habitual en los estallidos de la cultura de la cancelación.

De cualquier forma: en ese cascarón teórico secillo va ensartando Palenciano sus reflexiones, historias y números cómicos. Parodia a los hombres como orangutanes con acento de Almería, es decir, como miembros orgullosos y de pleno derecho del patriarcado, y a las chicas, en general, como niñatas cursis o zorras sin escrúpulos, es decir, como seres alienados por la misma fuerza invisible que vuelve malos a los chicos y destruye la sororidad. Se mofa por tanto no solo de la masculinidad, como dicen sus enemigos, sino también de la feminidad: de unos roles caricaturizados y estereotipados.

Foto: La ministra de Igualdad, Irene Montero. (EFE) Opinión
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Como digo, no dice nada que uno no encuentre a diario en tertulias y periódicos, aunque su tono paródico pueda resultar chocante. Pero su mensaje central está, sin embargo, dedicado y dirigido a las chicas, y para mí es esto lo más criticable de que su monólogo vaya por las escuelas. Intuyo que ahí sale a flote el trauma personal de la autora, la parte menos sublimada. El mensaje resultante suena así: "Debéis tener miedo. Os van a pegar. Os van a violar", por más que llame a la rebeldía. Y con esta visión del amor, de las relaciones y del género lleva casi 20 años Pamela Palenciano por las escuelas, con la complicidad de las administraciones públicas.

¿Educación o adoctrinamiento?

¿Merece ser condenada Pamela Palenciano por llevar a institutos un discurso que está presente hasta en la sopa? En mi opinión, no. Los adolescentes están más que preparados para oír, en un día en extraescolares, lo mismo que se encuentran a diario en Instagram, YouTube, Tik Tok o 'El País', si es que alguno sigue leyendo periódicos. Son muchos los activistas (algunos ocupan cargos ministeriales) dedicados a esta propaganda del pavor. Ahora bien: dudo mucho que no haya materiales mejores para que los chicos reflexionen sobre la desigualdad, y se desprendan de ella. En España hay un montón de feministas serias con poco trabajo. Aunque para mí el problema no es este monólogo, sino quienes lo seleccionan.

'Educar en valores' suele ser educar en 'ciertos valores', y esto sirve lo mismo para centros religiosos que para los que programan el texto de Palenciano. De hecho, pongo un ejemplo malvado: si la Asociación de Hombres Maltratados preparase una charla sobre los hombres asesinados por sus mujeres, o sobre los casos de custodia arrebatada mediante triquiñuela judicial, o sobre el maltrato psicológico, ¿abrirían la puerta las mismas escuelas que han apoyado a Palenciano? ¿Hablarían los defensores de Palenciano sobre el valor de poner a los chicos en conflicto y 'hacerles pensar'? ¿Sería considerado interesante para los estudiantes ofrecerles, además de la visión de Palenciano, esa otra realidad mucho menos citada en los medios de masas? Ni de coña.

Foto: La fuente de Cibeles aparece iluminada con los colores de la bandera LGTBI. (EFE) Opinión
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Aquí está para mí la clave del asunto. Creo que su monólogo no es 'educación en valores', sino propaganda de un sector muy específico y no necesariamente consensuado. Desde la prensa progresista se insiste en describir el trabajo de Palenciano como un canto por la igualdad, pero el monólogo, disponible en YouTube, está en mi opinión muy lejos de eso, y muy trufado de otros elementos que sonarían peor en la descripción. Es respetable la opinión de Palenciano, y pueden llegar a ser graciosas sus parodias, y sin duda agitará a los alumnos. Pero disfrazar de defensa de los 'derechos humanos' lo que es una visión apocalíptica y más bien sectaria de las relaciones entre los géneros, y hacer pasar esa visión radical por una defensa de lo común, es trampa.

De hecho, a casi todo el mundo le gusta la igualdad entre hombres y mujeres, pero no todo el mundo tolera la propaganda política.

Causa / efecto

En fin. ¿Cuál puede ser el efecto de este monólogo en las escuelas? Los enemigos de Palenciano hablan de chicos humillados, sufriendo por las cosas que han oído, pero dudo mucho de que esto ocurra muy a menudo. Palenciano, por su parte, habla de los chicos y chicas que se le acercan para decirle que les ha hecho pensar, y no dudo que existan, pero en la escuela —cualquier profesor lo sabe— los comentarios más sinceros se hacen siempre a espaldas de la 'profe'. Lo mejor en estos casos es usar la imaginación y preguntarse, sencillamente, cómo hubieran reaccionado usted o sus conocidos a semejante actividad extraescolar, cuando eran pequeños.

La respuesta puede ser sorprendente para Palenciano y sus defensores, y realmente es algo en lo que no parecen haber reparado: esta clase de propaganda frontal y desabrida no alimenta la igualdad, sino el resentimiento, e incluso fomenta el machismo. Hay feministas absolutamente capaces de hacer pensar a los estudiantes en la desigualdad: no me parece que Palenciano lo consiga. Porque los chicos que asisten a sus representaciones se sentirán a veces violentados, y unos cuantos podrán asimilar una idea de fuerza (las mujeres no deben ser maltratadas bajo ningún concepto), pero otros se quedarán en los datelles, en los modales, en la infinidad de desprecios hacia lo que ellos creen ser, así que habrán tenido que aguantar hora y media a una 'seño' borde que los insulta. Esos dudo mucho que saquen otra cosa que autoafirmación y aborrecimiento.

La sobredosis de propaganda produce una conmoción primero, después un hartazgo y paulatinamente un resentimiento

La sobredosis de propaganda descarada tiene el mismo efecto en las escuelas que en los medios de comunicación. Puede producir una conmoción primero, pero en seguida vendrá el hartazgo y paulatinamente aparecerán el resentimiento y el descrédito, no solo hacia los aspectos falsos de la propaganda, sino también hacia los verdaderos. ¿Por qué? Porque los activistas hablan de mundos azules, de peligros extremos y vidas horrendas en que la mayoría de la gente no se reconoce. Esa clase de visiones nacen de monocultivos ideológicos, y no funcionan fuera. Pero los activistas son los últimos en percatarse.

La misma Palenciano ha dicho en algunas entrevistas recientes que cada vez se encuentra más chicos chulos y machistas en las escuelas. Ella lo atribuye a que haya subido Vox, pero yo atribuyo la subida de Vox, precisamente, a propagandas como la suya, presentes como digo en todas partes. Habla Palenciano de una reacción, de un peligro, de un machismo en alza, y cree que lo que hace falta son más monólogos como el suyo. Pero yo diría que hace falta justo lo contrario. Más sutileza, en todo caso, y menos gritos.

La activista Pamela Palenciano ha estado viviendo de 'No solo duelen los golpes' casi 20 años. ¡No es poca cosa para un texto! La semilla fue el maltrato al que la sometió su pareja de la adolescencia, trauma que ella sublimó en forma de monólogo teatral. Con esa pieza ha recorrido cientos de institutos y auditorios públicos y ha girado por Latinoamérica. Ofrece a los estudiantes un mensaje político que mezcla la experiencia personal, la agitación, el chiste y algunas de las visiones más descarnadas del feminismo de cuarta ola.

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