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Voté a Sánchez y en mi casa tengo un libro de Paulo Coelho
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Juan Soto Ivars

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Voté a Sánchez y en mi casa tengo un libro de Paulo Coelho

Son prácticamente lo mismo. Uno no sabe de dónde han salido. El único valor de Coelho es vender mucho, y el único valor de Sánchez es ser presidente

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), y el de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Quique García)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), y el de la Generalitat, Pere Aragonès. (EFE/Quique García)
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Muy pocas expectativas se podían poner en Sánchez. Que alguien de ingenio tan apagado y sabiduría tan exigua logre decepcionar casi me parece un mérito. La decepción es el privilegio reservado a los caraduras con algo especial: un carisma, un morro, una retórica, yo qué sé, una coleta. Y Sánchez no tiene nada.

Bajo una apariencia correcta de dependiente de la planta tercera de El Corte Inglés, lo peor espera cuando abre la boca. Demuestra ser una nulidad intelectual, aunque sus discursos siempre los escriba otro. Estuve contando el otro día las veces que pronunciaba la palabra 'precisamente' hasta que me aburrí. Es lo más que se puede sacar de una de sus peroratas en el Congreso.

En España sabemos algo de presidentes mediocres, pero me parece que de cualquier otro, incluso del que se esperaba una catástrofe, se pueden decir al menos cinco cosas en las que sorprendió para bien, aunque uno tuviera que admitirlo a regañadientes y al margen de la ideología.

Foto: Comentario de Sánchez en Twitter criticando la reacción de Rajoy a la muerte de 15 migrantes en Ceuta.

No es el caso de Sánchez. Las loas a la matanza en la frontera de Melilla han sido la gota que colma mi vaso. Dos días se ha pasado felicitando a la policía marroquí, el primero con un saldo preliminar de 18 muertos y el segundo con 37. Supongo que es la cotización exacta de nuestra amistad con Mohamed. Quien le votara suponiendo en este hombre cierta inclinación humanitaria supongo que preferirá beber lejía la próxima vez.

También se ha cargado las relaciones con Argelia y casi es lo de menos. No iba a dar indultos y los dio. Si prometía que haría tal cosa con los impuestos, hacía la contraria, y si iba a derogar una ley le daba una capa de pintura. Algo sabemos también de presidentes que incumplen sus promesas, pero esto es de otra galaxia. Hace cualquier cosa que le digan que le puede prolongar el mandato.

Foto: El presidente de Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE) Opinión
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Hoy leo esto de ​​James Rushton: “Los 30 camiones y 20 vehículos [que Sánchez había prometido a Ucrania] se dirigieron a la frontera, descargaron suministros, dieron la vuelta y volvieron a casa. Para colmo, los suministros eran de mala calidad. El engaño de Sánchez fue aún más cínico si se tiene en cuenta que, antes de la rueda de prensa, había visitado la ciudad de Borodyanka para ser testigo de la devastación de un ataque ruso. Casi dos meses después, varias evaluaciones de la ayuda militar a Ucrania siguen incluyendo los 30 camiones y 20 vehículos blindados que nunca llegaron”.

He aquí a Rushton, más que acostumbrado a hablar de presidentes de todo tipo, de los países más variopintos, flipando en colores con el arte inigualable del nuestro para decir una cosa y hacer la contraria. Hay tantos ejemplos en estos cuatro años de mandato que parece que hayan sido 14.

Foto: Sánchez, en una reunión en Moncloa con el secretario general de la OTAN, Stoltenberg. (EFE/Emilio Naranjo)

En realidad, lo único que Pedro Sánchez dijo que haría y ha cumplido es ser presidente. Él lo llama resistencia en un libro de gran éxito entre los virus del herpes, que de resistencia autoprotectora y dañina también saben un rato.

En fin, yo voté a Sánchez. No me da vergüenza admitirlo. Tampoco me da vergüenza admitir que el otro día encontré por mi casa un libro de Paulo Coelho. Son prácticamente lo mismo. Uno no sabe de dónde han salido. El único valor de Coelho es vender mucho, y el único valor de Sánchez es ser presidente.

Los dos son productos de un tiempo en que el éxito se presenta como una prueba de que algo está bien. Muchas descargas en Spotify, muchas visualizaciones en YouTube, muchos votos y una habilidad tremenda para dar oro gratis, a cambio de apoyo parlamentario. Cuando dijo que salíamos más fuertes tenía que haberme dado cuenta... Sánchez y Coelho, maestros de la autoayuda. De ayudarse a sí mismos, digo.

Muy pocas expectativas se podían poner en Sánchez. Que alguien de ingenio tan apagado y sabiduría tan exigua logre decepcionar casi me parece un mérito. La decepción es el privilegio reservado a los caraduras con algo especial: un carisma, un morro, una retórica, yo qué sé, una coleta. Y Sánchez no tiene nada.

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