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Pam tiene razón: no se llega a secretaria de Estado sabiendo de raíces cuadradas
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Pam tiene razón: no se llega a secretaria de Estado sabiendo de raíces cuadradas

Me divierte que un día diga eso y al otro proclame que en las carreras de ciencias faltan mujeres y que hay que promocionar la figura de la mujer científica

Foto: La secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, Ángela Rodríguez 'Pam', interviene en un encuentro feminista. (Europa Press/Fernando Sánchez)
La secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, Ángela Rodríguez 'Pam', interviene en un encuentro feminista. (Europa Press/Fernando Sánchez)
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Ángela Rodríguez Pam se apellida Martínez de segundo, pero tiene el sobrenombre mejor elegido de toda la fauna política de España. Es como si le hubiera calzado el mote Jiménez Losantos, al que nadie podrá discutirle ese don, porque ¡Pam! es la onomatopeya que hace cada una de sus intervenciones.

Alcanzó el estrellato con sus chanzas sobre la manada de hombres que iría al registro a cambiarse de sexo y el montón de violadores con la condena reducida, siguió entre asteroides con su alegato por el onanismo y contra la penetración, y el último pamtazo ha sido, en una entrevista en TV3, “que tratar bien está bien y tratar mal está mal no nos lo enseñan en el colegio. Aprendemos a hacer raíces cuadradas… No sé si a ti te sirven a día de hoy las raíces cuadradas para algo, a mí no”.

Foto: La secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, Ángela Rodríguez. (EFE/Fernando Alvarado)
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Desde luego que no se llega a secretaria de Estado aprendiendo a hacer raíces cuadradas, eso ya estaba claro, pero me divierte que un día diga eso y al otro proclame que en las carreras de ciencias faltan mujeres y que hay que promocionar la figura de la mujer científica. Es un talento cuántico para la contradicción, lo mismo que cuando justificó haber publicado los gritos de unas adolescentes en el 8-M sobre la madre de Abascal y el aborto con sus declaraciones condenatorias sobre los gritos de unos adolescentes en las ventanas de una residencia estudiantil frescos en la hemeroteca.

Pero lo cierto es que ¡Pam! no se hace llamar ¡Pam! por el ruido, sino que el mote le viene de la infancia. Ha explicado que sus amigas la llamaban Pamela y que luego se quedó con el mote en Twitter, donde comentaba programas de televisión. Y, bien pensado, tampoco está mal que así sea, dado que la infancia es la edad en la que parece seguir viviendo nuestra secretaria de Estado favorita.

Foto: Imagen de archivo de Ángela Rodríguez, secretaria de Estado de Igualdad. (EFE/Sergio Pérez) Opinión
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La primera vez que supe de su existencia fue por el vídeo infantil con el que se inauguró el Ministerio de Igualdad. Estaban sacando las cosas de las cajas todavía y desde Podemos pensaron que era una buena idea grabar y difundir un corto sobre la fiesta de cumpleaños que los estómagos agradecidos preparaban para “la jefa”, es decir, para el dedo responsable de que toda esa gente cobre unos sueldos con más dígitos que méritos o justificaciones.

La escena, labios pintados y actitud de fiesta de pijamas, es de antes de que la pusiera Montero de secretaria de Estado, pero ya demostraba sus méritos: “Como estamos aterrizando en el ministerio y no tenemos tiempo, ni siquiera, de celebrar los cumpleaños, lo vamos a celebrar en medio de 2.000 reuniones. Pero hay que hacerlo. Hay que darle mimos a Irene. (...) Esto es lo mejor que hemos hecho en nuestras vidas, porque vamos a cambiar la vida de las mujeres”.

Y vaya si han cambiado la vida de las mujeres. En particular, de las que salen en el vídeo, eso es innegociable, aunque el resto también están mejor. Según los datos que ofrece el ministerio, se han multiplicado las violaciones, además se han reducido las condenas a violadores por su ley estrella en materia de seguridad sexual, pero, ojo, porque cualquier mujer tiene hoy una posibilidad de la que antes carecía, y es la de dejar de serlo si no le mola: basta con ir al registro de nuevo gracias al ministerio.

Cuando Noelia Vera, anterior mano derecha de Montero, salió del edificio, ¡Pam! recibió su ascenso, voló por los cielos, apareció en Nueva York, risueña y feliz, y empezó a demostrar su increíble talento para repartir la riqueza: con sus intervenciones me ha dado mucho trabajo a mí, por ejemplo, como si ¡Pam! fuera una máquina expendedora de caramelos y yo un hipoglúcido.

Foto: La delegada del Gobierno en Madrid contra la Violencia de Género, Victoria Rosell. (EFE/Rodrigo Jiménez) Opinión

Ha aplicado lo de “lo personal es político” como nadie, empezando por su reacción en el chat interno de Podemos a la victoria de Carmen Santos, la “puta coja” en sus propias palabras, quien le ganó el puesto en las primarias para Galicia. Además, ha hecho bandera con ser bisexual, con ser joven y con ser “gorda”, esto último de nuevo en sus propias palabras.

También ha presentado su Satisfyer como “arma que mata fascistas” y ha llamado dinosaurios a los de la Real Academia por informar de que todes no es una palabra, pero ninguna de sus declaraciones públicas es para mí más esclarecedora que la primera, en este vídeo, de cuando era diputada en el Congreso por En Marea, donde lanzó un lema que era toda una declaración de intenciones: “Menos lacitos y más dineritos”. 123.694,36 euros anuales se lleva, según Newtral.

Ciertamente, de nada sirve aprender cómo se hace una raíz cuadrada.

Ángela Rodríguez Pam se apellida Martínez de segundo, pero tiene el sobrenombre mejor elegido de toda la fauna política de España. Es como si le hubiera calzado el mote Jiménez Losantos, al que nadie podrá discutirle ese don, porque ¡Pam! es la onomatopeya que hace cada una de sus intervenciones.

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