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Sánchez mata a su Gobierno: ¿astucia de ajedrecista o impulso pasional?
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Juan Soto Ivars

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Sánchez mata a su Gobierno: ¿astucia de ajedrecista o impulso pasional?

Las ventajas tácticas que puede obtener Sánchez de esta decisión son consecuencia no de un cálculo, sino de un impulso personal. Sospecho que los posibles beneficios son producto de la casualidad

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Juan Medina)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Juan Medina)
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Sánchez se ha sacado unas elecciones generales anticipadas de la chistera sin avisar a nadie. ¿Imprevisible? Según se mire. Hace tres días, aseguraba que pensaba agotar la legislatura y de pronto la mató porque era suya. Puede sorprender a quien olvide que el narcisismo ha sido su sello personal, en cada declaración, en cada vídeo posproducido, en cada decretazo. Por otra parte, su compromiso con las palabras es nulo. No iba a anticipar elecciones: las anticipó.

Ahora los partidos tratan de reaccionar, incluido el PSOE. En plena resaca, salen con ojeras a decir que están más que preparados para otra ronda de cubatas. PP y Vox van a pecho palomo, Podemos suplicando a Yolanda que baile con ellos la lenta y Ciudadanos saliendo a vomitar a la puerta. Elecciones en el after y a 40 grados, eso ha convocado el presidente. Tiene una ventaja táctica, sobre todos los desorganizados partisanos a su izquierda. Hoy, en Canal Red, Rafael Mayoral estaba a punto de fundirse en su propia bilis ante la idea de que Podemos debe ser fagocitado por Sumar para que ambos no desaparezcan fagocitados por Sánchez.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la declaración institucional en la Moncloa. (EFE/Moncloa/Pool/Borja Puig de la Bellacasa)

Con elementos como estos, las tertulias tratan de analizar la decisión. Se cuestiona si el cálculo es correcto o incorrecto para sus intereses, porque está claro que los intereses del país son otra cosa. Se repiten clichés: ha cambiado el marco y ya no se habla de la victoria de la derecha, en verano la participación será baja, su desgaste hasta diciembre sería mayor, etcétera. Permitidme un pequeño enfoque alternativo.

Yo creo que todas las ventajas tácticas que puede obtener Sánchez de esta decisión (neutralizar a su izquierda, boicotear la marcha triunfal de las derechas por las autonomías y ayuntamientos, evitar el mayor desgaste y sobre todo quitarse de encima a Podemos de una vez por todas, abolir el Gobierno de coalición) son consecuencia no de un cálculo, sino de un impulso personal. Sospecho (elijo el verbo con precisión) que los posibles beneficios para Sánchez son producto de la casualidad.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Enric Fontcuberta) Opinión
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Por más que lo definen como un estratega por los resultados de sus movimientos, cuyo éxito es innegable, nunca he estado de acuerdo con esto. He escuchado a Pedro Sánchez lo suficiente como para no considerarlo un estratega inteligente. Creo que es más bien un hombre con suerte.

Cierto que su astucia siempre sale a relucir en los momentos de desesperación, pero pienso que es una astucia ciega que le lleva al triunfo a lomos de una hembra equina, es decir, la potra. Recuerdo cómo se hizo con el PSOE, su viaje en solitario, su fanatismo solipsista; recuerdo cómo se cargó a Rajoy en la moción de censura, cómo hizo repetir elecciones: ¿producto del cálculo? ¿Más inteligente que el resto? Cada uno de los pasos podía haber terminado fatal. Por sus éxitos, es tentador creer que todo se debe a su pensamiento de ajedrecista. Repito: escuchándolo hablar durante seis años, lo pongo en duda.

He escuchado a Sánchez lo suficiente como para no considerarlo un estratega inteligente. Creo que es más bien un hombre con suerte

¿Es la astucia fría de un Karpov lo que le ha empujado a anticipar elecciones al día siguiente de un batacazo monumental? Cuando salió a comunicar su deseo, se le había puesto la piel gris, parecía la del Obama ceniza de 2015. No durmió, juraría, porque lo que le quita el sueño es la posibilidad de perder poder. En su declaración, de tres minutos, no quiso felicitar al PP por sus resultados, cortesía acostumbrada, y tampoco se refirió a sus socios de gobierno, ni a García-Page, el único socialista junto a Barbón que ha sobrevivido con cierta holgura a la masacre.

No creo que sean lapsus. Creo que son las palabras de un hombre acorralado que actúa por impulso. Pienso que los analistas que tratan de explicar sus acciones llegan a conclusiones más inteligentes que el propio Sánchez.

Foto: Pablo Iglesias. (EFE/ J.P.Gandul)

Mi lectura: se ha cargado su Gobierno sin consultar al Consejo de Ministros, con varias reformas pendientes, porque entiende que el Gobierno es suyo, es decir: que el Gobierno es él, un siervo más de su vanidad. De todos los presidentes que han habitado la Moncloa hasta verse aplastados por el síndrome de sordera moral acorazada que recibe su nombre de ese edificio, pienso que nadie lo acusó tan pronto como Pedro Sánchez. Tal vez porque el síndrome de la Moncloa ya lo traía puesto, desde antes de gobernar.

La pregunta sin respuesta es si la suerte seguirá sonriéndole.

Sánchez se ha sacado unas elecciones generales anticipadas de la chistera sin avisar a nadie. ¿Imprevisible? Según se mire. Hace tres días, aseguraba que pensaba agotar la legislatura y de pronto la mató porque era suya. Puede sorprender a quien olvide que el narcisismo ha sido su sello personal, en cada declaración, en cada vídeo posproducido, en cada decretazo. Por otra parte, su compromiso con las palabras es nulo. No iba a anticipar elecciones: las anticipó.

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