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España is not Spain
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El partido que tiene más motivos para apoyar una moción de censura es el PSOE
Mientras el PP y Vox crecen en intención de voto sin mover un dedo, los únicos que necesitan desesperadamente poner fin a la pesadilla del sanchismo son los del PSOE
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En la Moncloa vive desde hace algún tiempo un espectro que se alimenta del cadáver del PSOE. Cada día se parece más al yonqui de Pitis. Lo que muchos atribuyeron al maquillaje se revela a cada nueva aparición de Sánchez como un rasgo de ultratumba. Pómulos esqueléticos, cuello de pollo, trajes que bailan. Le está pasando como a Amy Winehouse, solo que aquí los que cantan son los otros.
Esto, señora, es lo que hace con el cuerpo humano la adicción severa a esa droga, el poder, que es mil veces peor que el fentanilo. Aleje a sus hijos de la presidencia del Gobierno o se convertirán en cadáveres vivientes. “Yo controlo”, dirán a veces. “Lo dejo cuando quiera”. No se crea una palabra y métalos en un centro a la primera señal de que quieren convertirse en presidentes.
El yonqui de la Moncloa lo ha hecho todo por esta droga. Cuando lo echaron del partido, se montó en un coche y fue pueblo a pueblo como quien se dedica al atraco de farmacias. Luego colocó al PSOE en el imaginario podemita, volcó al populismo polarizador su organización y se rodeó de otros yonquis para vender a piezas el Estado de derecho, como el hijo que desvalija el joyero de su madre.
Por supuesto que robaban. Cómo no iban a robar quienes han sacado de la cárcel a malversadores y pisoteado la Constitución para que un prófugo pueda volver a delinquir contento. El problema es que, como el yonqui, empiezas quedándote con las vueltas del pan y terminas alunizando una joyería. Camina o revienta, decía el Lute, hasta que reventó. En ese punto estamos.
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La entrada de Santos Cerdán en prisión incondicional es el punto de inflexión, no sólo para Sánchez, sino para el PSOE. La organización política ya no tiene ningún control sobre Santos, y él preferirá atenuar su pena informando a Fiscalía antes que ser leal, como les pasó previamente a Víctor de Aldama, José Luis Ábalos y a Koldo García. Recordemos: todo lo que sabe la Guardia Civil se lo han dicho hombres traicionados.
Se da la paradoja de que la cárcel encierra y libera: en un partido como el PSOE de Sánchez nadie se atreve a hablar. Pero si te encierran en un recinto que te protege de las represalias y tu única opción para salir es cantar, cantas. El resultado esperable de Santos Cerdán es que se convierta en Rigoletto. Si tiene testaferros entre sus familiares y hay la más mínima pista, pasará pronto. Recordad a Bárcenas.
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Sánchez ha empezado a ser un estorbo para el PSOE, pero el partido no tiene herramientas para librarse de él. En la Ser y El País lo dan por amortizado, Felipe González ha sido categórico, Page cada día está más cabreado y aquí y allá surgen vocecitas tímidas, alcaldes y don nadies, que le piden que se aparte. ¿Existe en el PSOE gente con un mínimo de conciencia ética? No lo sé. Pero veo más probable que exista gente que quiere seguir trabajando. Gente con un afinado sentido de la supervivencia.
Sobrevivir al sanchismo no va a ser una tarea fácil ni para los socialistas, ni para sus palmeros mediáticos. Sin embargo, fiarle al Comité Federal o a un Congreso Extraordinario la decapitación del líder es un disparate. No habrá un Bruto porque Sánchez ha escondido todos los cuchillos. En el organigrama, Sánchez tiene el poder para sofocar cualquier conato de rebeldía. Pero hay un ámbito donde existe la posibilidad de ser libre.
Libre, durante la décima de segundo que se tarda en votar en una moción de censura.
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Núñez Feijóo puede buscar cuatro votos allá donde nadie lo ha sugerido: entre los diputados del PSOE. Mandar a Tellado a sondear a partidos que pugnan por la destrucción de España para a ver si alguno quiere prestar sus votos para cargarse a Sánchez y salvar a España es tan ridículo como invitar a terraplanistas a una vuelta al mundo o pedirle a Ábalos que vote para abolir la prostitución.
Los catalanes y los vascos prefieren a Sánchez convertido en una momia y desesperado, y los regionalistas van a rebufo. Respecto a Sumar y Podemos, sus votantes no les perdonarían jamás alinearse a la derecha. Ahí no hay mucho que rascar.
El único partido político que tiene motivos racionales para cargarse el Gobierno de Sánchez es el PSOE. Este líder los ha arrastrado a la mediocridad, a gobernar sin gobernar, a masacrar el legado histórico del socialismo y venderse a un grupo de delincuentes. Mientras el PP y Vox crecen en intención de voto sin mover un dedo, los únicos que necesitan desesperadamente poner fin a la pesadilla del sanchismo son los del PSOE.
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Otra cosa es que quede un solo cerebro con acceso a lo racional y acta de diputado en el grupo parlamentario. Alguien que se dé cuenta de que la disciplina interna y la obediencia están convirtiéndose en su propia tumba.
Cepillarse el Gobierno requiere de cuatro diputados capaces de interpretar lo que tienen alrededor. Con Sánchez fuera de la Moncloa, el secretario general queda a los pies de esa supuesta oposición interna tan invisible de la que tanto hablan. Ignoro si hay cuatro personas así, pero, si yo fuera Tellado, es donde iría a buscarlos, puesto que nadie más tiene motivos tan claros para hacerlo.
Hay un mañana con dos opciones: un PSOE que se liberó de Sánchez y se reformó a fondo en la oposición, y un PSOE que permitió que Sánchez lo arrastrase hasta el fondo en busca de unos cuantos chutes más de esa droga que lo consume. Los mismos sanchistas que hoy tildarían este desacato como "transfuguismo", mañana lo pintarían como el heroico complot que salvó el PSOE de aquel líder que estuvo a punto de destruir la organización.
¿Acaso no encumbraron a Pedro Sánchez los mismos que lo habían echado a patadas de Ferraz y cubierto de insultos? Las cosas cambian y la vida da muchas vueltas, salvo si te matas. No digo que lo que sugiero sea, siquiera, posible. Pero, si hay cuatro diputados en el Congreso con un motivo de peso para romper este gobierno con urgencia, sin duda están ahí.
En la Moncloa vive desde hace algún tiempo un espectro que se alimenta del cadáver del PSOE. Cada día se parece más al yonqui de Pitis. Lo que muchos atribuyeron al maquillaje se revela a cada nueva aparición de Sánchez como un rasgo de ultratumba. Pómulos esqueléticos, cuello de pollo, trajes que bailan. Le está pasando como a Amy Winehouse, solo que aquí los que cantan son los otros.