Las preguntas que se le quedaron en el tintero a Àngels frente a Sánchez
Son tan pocas las ocasiones para preguntarle directamente a Pedro Sánchez, que los temas se apelotonan. El apelotonamiento de temas marca la clave: hay que preguntar por tantas cosas que apenas se puede repreguntar, ni incidir, ni discutir
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una entrevista en la Cadena SER. (EFE/Pool/Borja Puig de la Bellacasa)
La entrevista de Àngels Barceló a Pedro Sánchez fue más incisiva que la de Pepa Bueno. La prueba es que, cuando llevaban ya tres cuartos de hora, Àngels le recordó al presidente que se tenía que ir al Consejo de Ministros, y Pedro Sánchez se despreocupó y le contestó que le podían esperar cinco minutos más.
Como quien está echándose una siesta. Tal vez una siesta poblada por negras pesadillas. No blanqueemos las siestas, porque las carga el diablo.
Con Pepa Bueno no se prodigó Sánchez esos cinco minutos de más, lo que implica que estaba más cómodo. Hay siestas de las que no te enteras. Te levantas como un resorte, creyendo que son las ocho de la mañana del día siguiente, y en realidad son las ocho de la tarde. Ese demorarse cinco minutitos más es la prueba de que el sofá llamado Àngels tenía muelles más duros que el sofá llamado Pepa.
Que a Pedro Sánchez le gustan los periodistas duros y fiscalizadores se nota en la programación diaria de Televisión Española: un carrusel de programas de actualidad de 24 horas seguidas en las que se fiscaliza con dureza a Ayuso. Tan bien fiscalizan a Ayuso en TVE y la SER, que Sánchez no tuvo duda de dónde ir.
Con las dos entrevistas ha pasado lo mismo: son tan pocas las ocasiones para preguntarle directamente a Pedro Sánchez, que los temas se apelotonan. El apelotonamiento de temas marca la clave: hay que preguntar a Sánchez por tantas cosas que apenas se puede repreguntar, ni incidir, ni discutir. El formato marca la blandura.
Si Sánchez concediera una entrevista al mes, como haría un presidente del Gobierno de una democracia sana, cada periodista podría hacer girar todo su cuestionario sobre una sola cuestión, despreciando las otras, de manera que el político no tuviera más opción que terminar diciendo algo que sea verdad. Como: ¿y la europea?
Al ser tan pocas las ventanas de oportunidad, al final los bloques temáticos caen como figuras de Tetris y aplastan la posibilidad de ejercer el periodismo. De la corrupción se pasa a la vivienda, de la vivienda a Venezuela, de Venezuela al aborto, y en todas las ocasiones el político coloca su rollo, y todavía hay merluzos que loan la labor del entrevistador porque “mencionó tal tema”.
A ver: mencionar, lo que se dice mencionar, tanto Pepa Bueno como Àngels Barceló lo mencionaron todo. El problema es eso: que mencionaban.
En este sentido, Àngels Barceló sí le preguntó a Sánchez si en esos largos viajes en coche con Ábalos y Koldo no hablaban de putas. Era una buena pregunta, porque son muchos los puticlubs (y seguro que muy queridos para Ábalos) que hay en el trayecto que separa las casas del pueblo socialistas.
Sánchez dijo que no, que no comentaron nada, nada de nada, como tampoco vio los sobres. El presidente ejerció de infanta Cristina, lo que me llevó a pensar que la mejor forma de mantener oculta una trama de corrupción es desarrollarla en la habitación de Moncloa donde se quedaba David Sánchez.
Estoy seguro de que la pregunta que a Barceló se le quedó en el tintero es: ¿y de qué hablaban, entonces? Pero, claro, había que pasar a otra cosa.
Así que Barceló le preguntó a Sánchez por el juez Peinado. Sánchez se puso presidencial y no quiso ir a degüello con el instructor del caso de su mujer. En su respuesta dijo que respeta el poder judicial, pero que su mujer y su hermano son inocentes, y que él lo sabe, a lo que Barceló podría haber preguntado: ¿pero a su hermano también le instruye el caso el juez Peinado?, pero no le dio tiempo, porque había que preguntar del dinero corriendo en sobres por el PSOE.
Aquí Barceló volvió a tocar un tema espinosito, y Sánchez puso esa cara de asesino que es todo boca y ojos, porque no le gustó. Titubeó el presidente que tal vez él mismo ha cobrado alguna cosa en efectivo, que no sabe, que es normal, y estoy seguro de que Àngels le iba a preguntar cuánto dinero, cuántas veces y quién proporciona el efectivo en el partido, pero hubo que pasar a otra cosa.
Donde más preguntas le quedaron pendientes, estoy seguro, fue en la que sí le hizo sobre no felicitar el Nobel a María Corina Machado. Aquí Pedro Sánchez dijo que no felicita él nunca el Nobel de la Paz, a lo que Àngels podía haberle sacado tuits en los que felicita a un montón de ganadores del Nobel de la Paz, estilo Intxaurrondo con Feijóo, pero no le dio tiempo y por eso no lo preguntó.
Como tampoco le dio tiempo para hacerle las preguntas más importantes, más urgentes, más profundas, en relación a esta falta de educación: ¿la razón por la que no felicitó a María Corina Machado y sí a otros es José Luis Rodríguez Zapatero? ¿Qué poder tiene el Grupo de Puebla en nuestras relaciones internacionales? ¿Qué relación guarda el viaje de Delcy a Barajas y el encuentro con Ábalos con no felicitar a María Corina Machado? ¿Tiene alguna relación la posible financiación irregular del PSOE con la trama de los hidrocarburos? ¿Qué piensa el presidente de la posición que ha tenido el expresidente Zapatero en el fraude electoral de Maduro en Venezuela? ¿Cómo es que su partido criticaba a Venezuela cuando Podemos empezó a crecer, y dejó de hacerlo cuando Podemos y Ábalos se colocaron en posiciones claves de la anterior legislatura? ¿Teme usted que una futura presidencia de María Corina Machado en Venezuela destape alguna clase de información comprometedora para el Partido Socialista Obrero Español, o sobre empresas importantes para España? ¿Qué le debemos a Maduro?
La próxima vez que Pedro Sánchez se siente delante de Àngels Barceló, sin duda, todas estas preguntas del tintero serán formuladas.
La entrevista de Àngels Barceló a Pedro Sánchez fue más incisiva que la de Pepa Bueno. La prueba es que, cuando llevaban ya tres cuartos de hora, Àngels le recordó al presidente que se tenía que ir al Consejo de Ministros, y Pedro Sánchez se despreocupó y le contestó que le podían esperar cinco minutos más.