Gabriel Rufián, Ester Expósito y un tonto con un móvil
Hay demasiado tonto con móvil en este mundo. Tontos que creen que alguien que está a su bola por la calle o en un bar es un trofeo, y que no existe ninguna frontera entre lo que les van a aplaudir otros tontos y lo que está bien
La actriz Ester Expósito posa tras presentar su película 'El llanto' en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. (EFE/Juan Herrero)
Estaba Gabriel Rufián bailando en un after con Ester Expósito y había un tonto cerca con un móvil. El tonto en cuestión fingía hablar con sus amigos y estaba grabando a escondidas a Rufián y Expósito, y luego lo subió a redes sociales. Un mes antes, iba José Luis Ábalos por la calle, no recuerdo si con el perro o sin el perro, y otro tonto con un móvil empezó a grabarlo y a increparlo de mala manera.
Las imágenes de Rufián y Expósito no delatan ninguna inmoralidad, pero estaban captadas con toda la mala leche. “Ahí tenéis a un político bailando con una conocida actriz en un bar a las tantas de la noche”, decían las imágenes. “Nosotros, los tontos, estábamos aquí y lo hemos visto, y tenemos mucho mérito: hemos visto a gente famosa haciendo algo y los hemos grabado sin que nos vean, jo jo”.
Respecto a las imágenes de José Luis Ábalos increpado por el tonto que le estaba grabando con el móvil por la calle, parecido contexto: “Ahí tenéis al corrupto éste andando por la calle, y a mí, que soy la voz del pueblo, llamándolo putero y cocainómano mientras grabo la cara que pone, jo jo”.
La única noticia que veo en ambos casos es que hay demasiado tonto con móvil en este mundo. Tontos que creen que alguien que está a su bola por la calle o en un bar es un trofeo, y que no existe ninguna frontera entre lo que les van a aplaudir otros tontos y lo que está bien. Hacen lo que les apetece.
A mí no me gustan, políticamente, ni Rufián, ni Ábalos. Pero hay una regla que sirve para el trabajo y otra regla que sirve para estar en la calle, o en lugares públicos. En el periódico, puedo escribir los textos más caricaturizadores sobre ambos y hasta faltarles al respeto con un adjetivo. Pero quien no sabe distinguir los periódicos de la calle, y a los famosos de la gente que va a su bola por la calle, por más que tenga un móvil es tonto.
Ponerle cámaras a los móviles y conectarlos a la red social fue la sentencia de muerte del sagrado derecho a ir a tu bola, no sólo de políticos o de famosos, sino de cualquier hijo de vecino con la mala fortuna de hacer cualquier cosa, como mear en un solar, considerando que nadie está mirando. He visto hombres y mujeres acusados por el tonto o la tonta de turno de estar poniendo los cuernos, gente borracha, gente perdiendo los papeles y gente fea, grabada en el metro y humillada en la red.
Es urgente que los tontos entiendan que tener un móvil y ver a alguien famoso y "cazarlo" no los convierte en héroes, sino en tontos con un móvil
Quien confunde el cotilleo con la política, la justicia o las bellas artes se siente legitimado para agarrar material a escondidas para hacer política, para hacer justicia y como quien va a exhibir un cuadro. Es una tarea sencilla que cualquier tonto puede llevar a cabo sin demasiado esfuerzo.
Que Rufián y Ábalos son dos hombres a los que es legítimo tener manía no añade nada a la ecuación. Cuando Rufián está en una discoteca sin decirte nada o Ábalos pasea al perro por la calle son gente, y si invades a la gente por la calle, favoreces que los que puedan se encierren en zonas VIP. Las zonas VIP no tienen éxito entre los famosos porque regalen farlopa. Son simplemente el sitio donde los tontos no graban tanto.
Hay quien ve a Rufián en una discoteca, a Maribel Verdú en un supermercado, a Santiago Abascal en un parque o a Susana Díaz sorbiendo un calipo de lima limón y siente un deseo irrefrenable de contarle a los demás lo que ha visto. Pero entre decir "hoy he visto a Felisuco rascándose la nariz" y subir un vídeo de la escena a redes sociales media la misma distancia que entre cortesía y Alvise Pérez.
Alguien que va por ahí y se cruza con otro que ha salido un rato, sin molestar y sin el más mínimo deseo de llamar la atención, tiene tanto derecho a sacar el móvil como a darse golpes con él en la cabeza.
Sé que dejar a la gente en paz, la conozcas o no por la tele, es un concepto demasiado complejo, demasiado alambicado para el tonto que tiene un móvil. Sé que es muy complicado entender que la resonancia pública de un individuo no lo convierte en un material tuyo, como podrían ser tus eructos o tus cantatas de Bach. Sin embargo, es urgente que los tontos entiendan que tener un móvil y ver a alguien famoso y "cazarlo" no los convierte en héroes, sino en tontos con un móvil.
De ahí que este artículo lo haya escrito con una retórica tan simple, para que lo entienda todo el mundo.
Estaba Gabriel Rufián bailando en un after con Ester Expósito y había un tonto cerca con un móvil. El tonto en cuestión fingía hablar con sus amigos y estaba grabando a escondidas a Rufián y Expósito, y luego lo subió a redes sociales. Un mes antes, iba José Luis Ábalos por la calle, no recuerdo si con el perro o sin el perro, y otro tonto con un móvil empezó a grabarlo y a increparlo de mala manera.