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Carlos Mazón trabaja para el PSOE: no hay otra explicación
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Carlos Mazón trabaja para el PSOE: no hay otra explicación

Es el principal sospechoso en el estrambótico fenómeno que dio con Pedro Sánchez en Moncloa en 2023, y hará todo lo posible por fastidiarle a Feijóo las próximas

Foto: El 'president' de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón. (Europa Press/Rober Solsona)
El 'president' de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón. (Europa Press/Rober Solsona)
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Hay personas con gafe. Hay quien tiene un doble diabólico. Hay víctimas de un forúnculo en salva sea la parte y el PP tiene a Carlos Mazón. No he visto nunca a un hombre trabajar tan a conciencia para hundir su partido político. Mazón es el principal sospechoso en el estrambótico fenómeno que dio con Pedro Sánchez en Moncloa en 2023, y hará todo lo posible por fastidiarle a Feijóo las próximas.

Por menos, te ponía Ábalos un piso.

Un año de la dana y ahí sigue, el tío. No lo quieren ver ni en el funeral de Estado, y ahí sigue. El PP, que tanto se chotea de que Pedro Sánchez no puede ir por la calle porque lo insultan, se lo podía hacer mirar. Doce manifestaciones se han celebrado en Valencia desde la dana, y las doce contra Mazón. Es decir: ni una de las doce manifestaciones ha sido, también, contra el Gobierno central del “que la pidan”.

Nada. Es como si aquí no hubiera quedado a la luz que el contribuyente que paga impuestos puede verse con el agua al cuello y sin ayuda si tiene la mala fortuna de sufrir una desgracia en una comunidad autónoma gobernada por el partido que no gobierna en el Estado central. Como si, tras aquella catástrofe monstruosa, hubiera tenido el Gobierno de Sánchez un comportamiento ejemplar.

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Aquí hay un montón de gente que cree que sólo Mazón los dejó solos en aquellos días de agonía.

Analicemos la carrera política del presidente de la Generalitat Valenciana. He aquí sus dos grandes hitos políticos: el primero, apresurar su investidura en Valencia y pulverizar la campaña a las generales de Feijóo; el segundo, irse a comer un día al Ventorro cuando por casualidad se ahogaban los valencianos, y pasarse el año siguiente cambiando de versión, como si tratase de ocultarle a su mujer que le ha puesto los cuernos.

Foto: mazon-atrinchera-vox-final-legislatura-feijoo-futuro

Es mucho más probable, pienso, que Carlos Mazón reciba el Premio Carmen Calvo, la Insignia de Honor de la Internacional Socialista o el Premio Ondas de La Ser antes de que vuelva a ganar unas elecciones. Porque no es sólo que Mazón haya enterrado en barro su propia trayectoria: es que hunde consigo mismo a todo el PP.

Sus dos grandes hitos políticos, lo de investirse antes de tiempo y lo de comer quién sabe qué en El Ventorro, deben leerse como lo que son: sabotaje. Y empleo esta palabra porque no encuentro en el diccionario otra que sea más justa. No trabaja para salvarse, porque no tiene salvación, sino para que el PP de Feijóo no tenga palo al que agarrarse. Por menos le sacaron a Cifuentes el vídeo de las cremas.

Pero ahí sigue, el tío. Un año de los muertos solitarios, de los que no vieron uniformes en días; de quienes buscaron a sus seres queridos presos de la desesperación; de quienes veían su casa y su negocio destruidos; un año de los barrios sin agua y sin luz, del Tercer Mundo a 8 kilómetros de la Ciudad de las Artes y las Ciencias; un año de aquellas jornadas eternas sin más consuelo que la riada de voluntarios que cubrió el boquete que las instituciones, nacional y autonómica, dejaron abierto.

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Pues bien: ha sido un año estupendo para el PSOE. A las causas judiciales, a la corrupción y a la incapacidad de aprobar una sola ley en el Congreso, el PSOE decía “Mazón”, y el PP, dado que permite a Mazón que siga existiendo, no tenía nada que responder.

El PSOE ha logrado diluir por completo en doce meses toda su parte de la responsabilidad ante una parte sustancial de la opinión pública. Hay gente que cree que la comunidad autónoma lo es todo: que no hay un Estado que te echa un cable si nota que no sabes hacer la o con un canuto y hay contribuyentes sufriendo. Nada. Hoy Mazón parece ser la causa y la consecuencia de la cadena de fallos institucionales que destrozaron la vida de tanta gente. Y es culpa, básicamente, de Mazón, por no dimitir.

Recuerdo muy bien que, en la reunión de crisis del PSOE a pocos días de la catástrofe, Alberto Olmos descubrió que la ministra de Igualdad había apuntado en un papel las palabras “es nuestra oportunidad”. Recuerdo que el PSOE borró ese tuit, y que todavía resonaba el “que la pidan”, y que se hablaba de la extraña pasividad de no asumir el mando único cuando era evidente que la Generalitat Valenciana era incapaz de hacer frente al desastre, y que todavía irritaba a mucha gente que el PSOE metiera consejeros de RTVE en una sesión parlamentaria que no quiso cancelar.

Ante todo aquello, el PP tenía un dilema: o denunciar a un Gobierno que quería rentabilizar una catástrofe dejando caer los brazos y asumir su parte de responsabilidad enseñándole a Mazón una cabeza de caballo, o quedarse con Carlos Mazón y hundirse con él. El PP sólo tendría la legitimidad para denunciar al Gobierno si antes asumía su propia responsabilidad. Y no lo hicieron.

Será que no he leído suficiente teoría política, pero jamás he conseguido entenderlo. Ahí sigue Mazón, y ahí sigue Sánchez, descorchando una botella por cada mención televisiva al Ventorro un año después.

Hay personas con gafe. Hay quien tiene un doble diabólico. Hay víctimas de un forúnculo en salva sea la parte y el PP tiene a Carlos Mazón. No he visto nunca a un hombre trabajar tan a conciencia para hundir su partido político. Mazón es el principal sospechoso en el estrambótico fenómeno que dio con Pedro Sánchez en Moncloa en 2023, y hará todo lo posible por fastidiarle a Feijóo las próximas.

Carlos Mazón DANA Valencia
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