Sánchez ha preparado unas autonómicas en las que PP y Vox puedan arrasar con todo, porque eso le viene bien al presidente de cara a unas futuras generales. Esconderse en el miedo a la ultraderecha requiere sacrificar muchas cabezas en las autonomías. De ahí que corran hacia la inmolación María Jesús Montero, Pilar Alegría, Óscar López, Diana Morant y muy especialmente Miguel Ángel Gallardo.
Todos los candidatos son o han sido ministros de un gobierno sin presupuestos salvo Gallardo, que estaba en la Diputación hasta que por enchufar al hermano de Pedro Sánchez le convino intentar aforarse.
Es un tipo que me fascina. Tal vez el político situado a más distancia de su apellido. ¿Gallardo? Tras el arrojado adjetivo hay una vocecilla temblorosa y una cosa pequeñita con la apariencia de un escolar de la posguerra.
Sin embargo, según dicen, es Beria. Quienes han seguido sus pasos lo describen con tonos tenebrosos: un trepa sin escrúpulos que apuñala por la espalda y no duda en pisar las cabezas necesarias para subir de estatura. Su antecesor como alcalde en Villanueva de la Serena y mentor, Francisco García Ramos, lo llamaba “el niño de la catana” por su afición y habilidad para cortar cabezas.
En fin, sé que hay gente con talentos secretos. Nadie se esperaba que José Luis Rodríguez Zapatero tuviera esa habilidad para los negocios, pero a medida que se desenvuelve la alfombra de Plus Ultra se quitan el sombrero magnates e inversores. Tampoco parecía Pedro Sánchez lo que era, y mira. Y Feijóo llegó de Galicia como un vendaval.
Como sea, y reconociendo los méritos ocultos que Gallardo sin duda tiene para estar donde está, la verdad es que proyecta el tipo de carisma resplandeciente de una bola de pelo expulsada con un gato. Eso no termina de conectar con el electorado, y las encuestas son catastróficas.
Se entiende que sean malas. Cada vez que se sube a un estrado dice cosas como que lo ha pasado mal “por David. Gran profesional, que vino a desarrollar su talento, a generar riqueza musical, y que tuvo que marcharse por la presión de la ultraderecha”. Y un día intentó decir la palabra “demagogia” y tuvieron que llamar a una ambulancia.
Con esa vocecilla dubitativa e infantil y ese aspecto de los monigotillos que Forges dibujaba aplastados por esposas gigantes o de Rick Moranis en Los Cazafantasmas, Gallardo está haciendo como candidato el mismo papel que cuando se decidió a convertir Badajoz en la meca de la música clásica con "la danza de las chirimoyas": es servilismo hoy para medrar mañana.
Sin embargo, aunque Gallardo naufrague sin mar en Extremadura y la hostia en la taifa de Ibarra vaya a ser una cosa histórica, tan seguro como que Gallardo va a perder ignominiosamente unas elecciones a las que no debería haberse presentado es que las elecciones va a ganarlas el socialismo.
Quien quiera votar al socialismo feminista y ecorresiliente, y no a un partido lleno de puteros y pulpos y nepotismos y corruptelas, en estas elecciones puede votar a María Guardiola. Esa candidata sí que encarna los valores del PSOE, y no el PSOE. A esta mujer basta con cambiarle el color azul del fondo en pleno mítin por otro fondo rojo y yo creo que la audiencia lo comprende.
No sé si es una estrategia taimada e inteligente o el PP siendo el PP, es decir, el eco del PSOE. Tal vez el partido entendió que Extremadura es una tierra con el ADN tan vinculado al PSOE que para ganar había que convertirse en eso mismo, pero ofrecen una imitación tan perfecta de una líder socialista estándar con Guardiola que, lo único que no le va a salir a Sánchez en la operación extremeña, esta vez, es lo del miedo a la ultraderecha.
Anuncia mejor el advenimiento del fascismo una batukada que María Guardiola.
Sánchez ha preparado unas autonómicas en las que PP y Vox puedan arrasar con todo, porque eso le viene bien al presidente de cara a unas futuras generales. Esconderse en el miedo a la ultraderecha requiere sacrificar muchas cabezas en las autonomías. De ahí que corran hacia la inmolación María Jesús Montero, Pilar Alegría, Óscar López, Diana Morant y muy especialmente Miguel Ángel Gallardo.