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Atormentarse y triunfar
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Juan José Cercadillo

Feria de San Isidro

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Atormentarse y triunfar

Se veía venir una tarde atormentada. Tarde de venir tormenta, prometía la aplicación del tiempo. Tarde de mucho tormento, anunciaba el cartel para dos padres

Foto: Toñete Catalán, tras cortar la oreja al sexto toro, da la vuelta al ruedo bajo la tormenta. (Las Ventas)
Toñete Catalán, tras cortar la oreja al sexto toro, da la vuelta al ruedo bajo la tormenta. (Las Ventas)

Plaza de toros de Las Ventas, lunes 21 de mayo de 2018.

14ª de feria. Novillada con picadores. Casi tres cuartos de entrada, muy buena entrada para una novillada, en tarde muy agradable hasta el cuarto toro, cuando empezó ambiente de tormenta seria, con viento molesto que acabó en tremenda tormenta y aguacero en el sexto.

Seis novillos de Conde de Mayalde, de entre 482 y 519 kilos, bien presentados y de variado pelaje. Con movilidad y con son, algunos más rebrincados pero que permitieron en general brillantes momentos con la muleta. Buena novillada en general.

Pablo Atienza, de grana y oro con remates blancos. Silencio tras aviso y silencio tras dos avisos.

Alfonso Cadaval, de burdeos y oro con remates blanco. Saludos tras petición y silencio.

Toñete, de azul pavo y oro. Silencio y oreja bajo el diluvio universal.

Los dos últimos hacían su primer paseíllo en Las Ventas.

Se veía venir una tarde atormentada. Bastaba ver el cartel y bastaba consultar el iPhone. Tarde de venir tormenta prometía la aplicación del tiempo. Tarde de mucho tormento anunciaba el cartel para dos padres.

Y es que dos jóvenes novilleros se presentaban en Las Ventas. Ambos amigos y compañeros. Ambos con similar historia. Uno, Alfonso, hijo de un artista, Cadaval de los Morancos; el otro, Toñete Catalán, hijo de un gran empresario. Y no pude perder ojo de ambos progenitores, ajenos en parte a este mundo, presentes en el callejón, comprometidos y protectores. Les vi durante toda la tarde sufrir por dentro lo que no está en los escritos. Sufrir de ver a su descendencia jugarse la vida y el tipo. Padres forjados en mil batallas, en mil programas y contratos, arrugados y sufrientes, perplejos y atormentados ante el reto de sus hijos.

¡Qué pasará por las cabezas para atormentar así a un padre!, pensaba yo mientras les veía. Padres que a buen seguro habrán intentado toda la vida conducir hacia otra parte las ansias de triunfo o fama, las ganas de mostrar habilidades o arte de su descendencia del alma... Pues pasa por las cabezas de los jóvenes 'herederos' nada más y nada menos que las ganas de ser un figurón del torero. Poderosa razón es don dinero, pero queda a la altura de una broma cuando irrumpen en algún corazón adolescente las ganas de plantarse ante un toro y demostrarle quién gana.

Y ambos han demostrado con buenos toros de Mayalde que ganas tienen y les sobran, y que atesoran desde luego condiciones para conquistar una cima reservada a gladiadores en forma. Buen debut de ambos, en especial de Toñete, que cortaba en el último una oreja a su bragado oponente.

Atormentaba la tarde en el quinto con un repentino viento que movía los capotes y atraía fuertes truenos. Preludiaba, muy canónica la tormenta, con nubes negras bien cargadas, con fuertes truenos que asustaban, algún rayo y hasta centellas que anticipaban a las claras una señora descarga de un océano de agua.

Y en conjunción milimétrica con la salida del sexto, los preludios, los avisos, las amenazas y el cielo culminaron en abrir un grifo bien alto allá arriba. ¡Qué digo yo un grifo!, ¡que pareció una compuerta!... rota, quebrada de un tajo de alguna celestial y llena presa. Ahí va el Ebro, debió pensar algún ángel testigo de la avenida, que dada su asexualidad e ignorancia de expresiones tan mundanas, convencido estoy de que solo pensaba en el imponente caudal del agua a Las Ventas dirigido.

No ha llovido este lunes en Madrid, que le han instalado una cascada. Y ruego que no relacionen ni expresiones ni conceptos con la pureza del alma del testigo querubín que se limitó a buscar comparaciones hidráulicas.

Cayó el Ebro en el sexto toro. Esa plaza redonda convertida en sumidero parecía desde arriba el desagüe de un océano. Quedaron algunos valientes en los tendidos, con clara condición de buzos, que retando el aguacero mantuvieron el prestigio de esta plaza y el tono ronco de los oles que merecía la faena de un joven novillero practicando 'watertoro'.

'Watertoro' del bueno con agua hasta los tobillos, un solo charco en el ruedo del tamaño de la plaza, que propició la cascada, y que anegó en 10 segundos callejón, tendidos, pasillos y burladeros. Agua para parar un tren que no pudo parar el milagro de ver ese toro embistiendo y a Toñete toreándolo. Un novillero entregado al purificador diluvio y a la tempestuosa embestida de un buen novillo de Mayalde culminada en una oreja bien ganada en la muleta y bien pasadita por agua.

Vimos toreo del bueno por la entrega de Toñete, la emoción de Buzonero y el respeto demostrado por los 'buzoespectadores' presentes en los tendidos

Imposible destacar los aspectos formales de los lances, la técnica o el contenido de lo que podría haber pasado hasta por pesca submarina a los ojos de los chinos, pero, fuera de la hipérbole, vimos toreo del bueno por la entrega de Toñete, la emoción de Buzonero —preludioso nombre del sexto toro— y por el respeto demostrado por los 'buzoespectadores' presentes en los tendidos. Porque los que nos quedamos expuestos al diluvión de agua, además de previsor chubasquero, atesoramos respeto hacia los toreros, y con ese punto de vista y ese buen novillero no podía acabar la cosa sin otro final que un trofeo.

Gran tarde de Cadaval, valiente en todos los tercios, lástima que al atormentarse la tarde le molestara el viento y no le ayudara la lluvia a triunfar como a Toñete poco después en el sexto.

Me alegro mucho por los novilleros, los dos nuevos en esta plaza, por sus padres y sus esfuerzos... Me alegro hasta por el agua, que identificó a los justos, limpió de golpe el ambiente y propició un gran triunfo.

Me alegro por Pablo Atienza, que demostró estar más puesto, más cuajado y más artista incluso que sus compañeros, y para el que espero que esa lluvia fina de buenos pases que dejaba en sus dos toros le abra puertas a más contratos y a oportunidades serias.

Gran tormenta, gran toreo, gran tormento, gran oreja.

Atormentarse y triunfar... qué maravilla de fiesta.

Plaza de toros de Las Ventas, lunes 21 de mayo de 2018.