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Juan José Cercadillo

Feria de San Isidro

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Invierto, luego existo

Han pasado en pocos años los tiempos de moneda al aire, aquellos donde acudíamos con la ilusión del por si acaso a todos esos carteles que ponían a tu alcance

Foto: El diestro Daniel Luque saluda al respetable en la Feria de San Isidro. (EFE)
El diestro Daniel Luque saluda al respetable en la Feria de San Isidro. (EFE)

Palacio de Vistalegre, 18 de mayo de 2021.

6ª de la Feria de San Isidro.

Seis toros de Fuente Ymbro de entre 495 y 560 kilos. Bien presentados, astifinos, altos y con poderío. Con poca clase casi todos llegaron al último tercio sin ninguna posibilidad de lucimiento. Tan solo el sexto de Daniel Luque permitió hacer el toreo con el añadido de la transmisión a los tendidos. Aplaudido en el arrastre. El lote de El Fandi facilitó su lucimiento en banderillas con dos tercios de gran mérito y muy aplaudidos, pero se vinieron rápidamente abajo.

Finito de Córdoba de gris indescriptible y azabache. Ligeros pitos en ambos.

El Fandi de nazareno y oro. Ovación y palmas.

Daniel Luque de grosella y azabache. Palmas tras un aviso y dos orejas.

Me gustaría ser bitcoin. Saber cada día lo que valgo. Hincharme de satisfacción por lo que me aprecian, cuando me aprecian. Ponerle precio exacto a mis bajones, que las dudas de lo que valgo es lo que me deja muerto. Volverme un poco loco y sentirme el rey del mundo el día en que Amazon dice que me considera. Entender que el mundo sigue, por mucho que parezca acabarse, el día que Tesla, con intereses perversos, me denuesta y me desprecia. El mal de los altibajos lo asimilo encantado a cambio del homogéneo y claro criterio de una referencia universal, entendible y aceptada. No es tanto que valgas mucho o valgas menos que nada, es que entiendes esas reglas que te ponen por los suelos y te elevan de repente al nivel de las estrellas. No me hace ninguna falta interpretar el criterio. Quiero ese número exacto que dice al final de cada día qué piensan todos de mí en función de lo que he hecho. Sé que ya está pasando un poco. Sé que la gente que abandonó sus ciudades y se instaló en Instagram convierte 'likes' y comentarios en baremo matemático y cotizable de su filtrada existencia. Quizá resulte un camino. Sé que el número de seguidores alimenta ahora el ego. Sé que si haces correcta la foto de una ensalada duermes a pierna suelta. Creo que ahora aquellos que con menos de treinta años logran mostrar sus deficiencias, estéticas y mentales, en vídeos de 20 segundos, activan como si nada la bomba de relojería que, tik-tok, acabará explotándonos.

placeholder El diestro Daniel Luque, con el sexto de la tarde en la Feria de San Isidro. (EFE)
El diestro Daniel Luque, con el sexto de la tarde en la Feria de San Isidro. (EFE)

Entiendo esa deriva que parametriza los logros, parametriza la vida. Puestos a simplificar el tema de justificar tu existencia sin pensarlo, entro suicida al trapo que con tanto temple manejan los algoritmos toreros de un puto sistema binario. Y si entro, entremos con todo. Me lo aplican de verdad hasta las últimas consecuencias. Es una aspiración muy justa. No creo que pida tanto. Parametrícenme la fiesta. Busquemos parangón de mercado.

Es para que me expliquen, para comprender el criterio de solo unos pocos cientos asentados en las gradas. Es verdad que se asimila la cotización de la bolsa con la de venta de entradas. Y que el mercado es muy libre. Pero que alguien justifique por qué menos de mil personas hicieran mandato de compra con Finito, con el Fandi, con Luque y con Fuente Ymbro. No es que yo pretenda un Bloomberg, no aceptaría reducir a matemática inducida los gustos de las aficiones. Pero, joder, por Dios, solo un poco de criterio. Corrida bien presentada, de ganadería movida que siempre te pone a prueba. Finito, por si volviera. Fandi que da gusto verle. Luque que a veces sorprende. Si hubieran promocionado el festejo por el Sportium las apuestas de una tarde interesante hubieran podido estar qué menos que cinco a uno.

Pero la afición está rara. No ha ahorrado en esta pandemia las ganas que este martes hacían falta de jugarse tarde entera a que un toro de Fuente Ymbro embistiera con maneras. Nadie apuesta ya a un repunte del valor de Juan Serrano. El dividendo del Fandy, quizá por tan esperado, tampoco resulta atractivo para la inversión de tiempo que consume desplazarse a un barrio a contramano. La novedad de Daniel Luque perdió enteros muy pronto en el mercado exigente de futuros, y de próximos.

No defiendo la asesoría, pero ahí va una recomendación: no se queden en lo obvio para decidir ir a los toros

Me alegra no dar la razón a los inversores cobardes que, bien por televisión, bien por trabajo, bien simplemente por caña, decidieron conservar la posesión de sus 'pelas' para poder acudir a carteles más redondos anunciados en la feria. Castigo justo a todos los inversores medrosos que se juegan su capital, que cada vez queda menos, al fijo de las figuras, a ese Ibex del toreo. Han pasado en pocos años los tiempos de moneda al aire, aquellos donde acudíamos con la ilusión del por si acaso a todos esos carteles que ponían a tu alcance por si el pelotazo del arte saltaba sin esperarlo. Y la justicia divina, el castigo al mal del siglo que es la especulación gratuita, este martes ha hecho de las suyas.

Porque además de la voluntad de Finito, el aire antiguo de sus pases. La facilidad de El Fandi, su buen aire en todos los tercios, la capacidad de lidiar, su solvencia ante lo incierto, hemos disfrutado 'in extremis' de la profundidad de un Luque que me compensaron de sobra los euros y los minutos de esta tarde en Vistalegre. Finito con dos detalles, Fandi con sus facultades y Luque con su concepto estuvieron por encima de toros bien presentados pero con muy poco dentro. La 'commodity' de las espadas cotizó a la baja y entre pinchazos muy tímidos y descabellos muy torpes se hizo demasiado largo el final del final tercio. Hasta que llegó el sexto con la conjunción debida y la demanda del arte se pagó con el misterio de un buen pase a la cadera, de un profundo remate de pecho. El colofón de la estocada duplicó el dividendo y torero e inversores nos fuimos a casa con premio.

Es condición de afición estar atento a 'chicharros' donde maximizar el valor. No defiendo la asesoría, pero ahí va una recomendación: no se queden en lo obvio para decidir ir a los toros. Rentabilidades pasadas no garantizan futuras y hay inversiones prudentes que te fallan pocas veces. Si quieres presumir de aficionado invierte diversificado. Yo como tal lo intento y no existo para el disfrute si un día como hoy, no invierto.

Palacio de Vistalegre, 18 de mayo de 2021.

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