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No escuchen a Montero y Cárdenas porque (sobre ciencia) no saben lo que dicen
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Rocío Pérez

Cartas al Profesor Farnsworth

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No escuchen a Montero y Cárdenas porque (sobre ciencia) no saben lo que dicen

Es el momento de que todos ustedes compren acciones del Banco Popular. Ahora mismo están baratas, puesto que el banco entero ha sido adquirido por un euro. Háganme caso

Foto: El presentador Javier Cárdenas
El presentador Javier Cárdenas

Creo que es el momento de que todos ustedes compren acciones del Banco Popular. Creo que ahora mismo están baratas, puesto que el banco entero ha sido adquirido por un euro. Háganme caso y cómprenlas. Ah, y también les recomiendo que dejen de comer fruta. Es malísima. Tiene mucho azúcar, y el azúcar todos sabemos que es fatal para la salud. Así que aprovecho este pequeño espacio que me da El Confidencial para aconsejarles de buena fe que no coman ni una cereza más. Ni una sola.

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No soy ninguna experta en finanzas. Tampoco en nutrición. Pero qué más da eso. ¿No puede todo el mundo hoy opinar sobre cuestiones como la homeopatía y las vacunas? Pues entonces ampliemos el campo de 'metomentodismo' a otras áreas más allá de la científica y déjenme a mí impartir las recomendaciones más peregrinas que me pasen por la mente. Total. Solo pueden tener efecto en aspectos tan importantes de sus vidas como su dinero o su alimentación. Minucias.

¿Qué pasaría si yo me dedicase a escribir de lo que no sé, cometiendo errores fácilmente comprobables en la Wikipedia?

Además, que esto no lo he inventado yo. Esto se lo he visto hacer a periodistas reputados, como Rosa Montero, o de muchísimo alcance, como Javier Cárdenas. Ambos han decidido en espacio de unos pocos días, que una intuición, suposición o rumor escuchado al paso merecían ser amplificados en su columna semanal la primera y en su programa matinal el segundo. Y allá que han ido, los dos, a meterse en sendos jardines.

No es mi intención analizar y refutar los argumentos que hacen de ambas piezas un despropósito científico, porque ya lo han hecho otros antes que yo (aquí y aquí, por ejemplo). De hecho, Rosa Montero ya ha reaccionado a las reacciones a su artículo, reconociendo la menor y reafirmándose en la mayor. Pero como periodista científica y habitual mosca cojonera contra los bulos y los prejuicios anticientíficos de los que ambos han hecho gala (¡los transgénicos son muy malos!, ¡la homeopatía es eficaz!, ¡las vacunas causan autismo!), esto me hace plantearme algunas preguntas que dejo aquí por si alguien más quiere darles una pensada.

La primera es ¿qué pasaría si yo me dedicase a escribir de lo que no sé, cometiendo errores fácilmente comprobables en tiempos de la nunca suficientemente celebrada Wikipedia? ¿Haciendo recomendaciones cuestionables? ¿Sembrando dudas que en último término afectan a la salud de los lectores? El mejor escribano echa un borrón, y aquí precisamente Rosa Montero ha reconocido el error, lo que le honra. Las prisas y cierres le ponen la zancadilla a cualquiera, pero quizá habría que empezar por tener en cuenta que la ciencia, como la economía o la política internacional, por poner dos ejemplos, es un tema complejo incluso para los que saben. Meterse en harina sin tener ni idea es una temeridad.

¿Cuántos pasos atrás en la divulgación científica supone un artículo como el de Rosa Montero o un comentario como el de Javier Cárdenas?

La siguiente es, ¿cómo de a menudo pasa esto? Es imposible para cualquiera saber de todos los aspectos que componen nuestra realidad, así que uno se especializa en uno (con suerte dos, o tres) y en lo demás se fía de quienes saben. O de quienes cree que saben. Porque cómo saberlo seguro si en lo que uno sí sabe se cometen estos tropiezos. Y es normal, porque quien tiene que escribir una columna semanal, o mejor aún, llenar tres horas en antena al día acabará necesariamente pisando en jardines en los que nunca había estado. Pero entonces, ¿cómo fiarnos los lectores u oyentes de que sabe de lo que habla?

Y por último, y vuelvo a ponerme la camiseta de mosca cojonera: ¿cuántos pasos atrás para la divulgación científica supone un artículo como el de Rosa Montero o un comentario como el de Javier Cárdenas?

Con lo compleja que es la explicación de por qué has oído por ahí que las vacunas causan autismo pero en realidad no deberías dudar ni un segundo en vacunar a tus hijos porque ese riesgo ha sido descartado una y otra vez por rigurosos estudios científicos; con lo minucioso que debe ser el razonamiento de qué es la homeopatía y por qué no tendrá más efecto que el placebo (o el de un abrazo, como decía aquí Jose Antonio Pérez) y que por tanto cobrar por ello es de ser un poquito sinvergüenza... ¿cómo vamos a contrarrestar la efectividad de un mensaje alarmista o conspiranoico sumado al alcance que tienen los mencionados periodistas?

Quiero pensar que no es para tanto, que la sociedad tiene una mayor cultura científica de lo que creemos y que sabe distinguir los datos y los hechos y los mensajes emitidos a la carrera. Quiero pensar... Porque si no es para colgar las botas y cambiar de estrategia. Recuerden comprar acciones del Banco Popular.

Creo que es el momento de que todos ustedes compren acciones del Banco Popular. Creo que ahora mismo están baratas, puesto que el banco entero ha sido adquirido por un euro. Háganme caso y cómprenlas. Ah, y también les recomiendo que dejen de comer fruta. Es malísima. Tiene mucho azúcar, y el azúcar todos sabemos que es fatal para la salud. Así que aprovecho este pequeño espacio que me da El Confidencial para aconsejarles de buena fe que no coman ni una cereza más. Ni una sola.

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