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Autores, habéis creado un monstruo
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Gustavo Bravo

Digital y Tal

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Gustavo Bravo

Autores, habéis creado un monstruo

Hace unas semanas robaron mi ordenador portátil. Entraron en mi domicilio mientras dormía y simplemente se lo llevaron. Además de la tranquilidad que se supone da

Hace unas semanas robaron mi ordenador portátil. Entraron en mi domicilio mientras dormía y simplemente se lo llevaron. Además de la tranquilidad que se supone da el hogar, ese día perdí muchos archivos importantes; entre ellos, fotografías, escritos y música. Música de distintas procedencias. Grabada de mis propios CDs, comprada en tiendas virtuales, descargada sin pagar y otras tantas copias privadas regaladas por amigos o familiares.

Cuando conseguí una nueva máquina con la que poder trabajar, empecé a llenarla de nuevo con todo lo que, por casualidad, tenía guardado en CDs y discos duros (poca cosa). También importé de nuevo todos los CDs originales que aún me apetecía volver a escuchar. Más tarde, cuando intenté volver a descargarme de nuevo la música que había comprado por Internet, me entero de que es ‘imposible’, porque sólo tengo derecho “a una sola descarga”.

La tienda donde las adquirí, perteneciente a la misma compañía que fabrica los ordenadores que utilizo, me remite a las condiciones de uso que en su día acepté, y en las que detalla claramente que los programas, los libros y los juegos sí pueden ser descargados tantas veces como quiera, pero que la música únicamente puede ser descargada una vez y compartida en un máximo de cinco máquinas; por cuestiones de derechos de autor, tasas y canon digital.

Muchas cosas han sucedido esta semana en la Red. La más importante: que el Tribunal de Justicia europeo ha declarado ilegal el modo en el que se está aplicando el canon digital en España. Grosso modo, desde las últimas reformas, las entidades que velan por los intereses de los autores están gravando tecnología aplicada a la empresa privada para contrarrestar un supuesto uso de la misma para la copia privada de material protegido. Intolerable para cualquier mente razonable y, por fin, ilegal. Aunque la ministra de Cultura se niegue a reconocerlo.

Lágrimas en la lluvia

Según Carlos Jean, productor y compositor español, la industria musical nacional tiene la obligación de evolucionar y buscar nuevos caminos para llegar al público, lejos de un "modelo caritativo" y acomodaticio que basa todas sus posibilidades en la venta directa de discos, en un mercado estancado. "Exijo que se investigue la manera de crear. Se puede hacer un mercado gigantesco, pero llevamos demasiado tiempo diciendo que no se venden discos, llorándole al Gobierno. ¿Qué haces llorándole al Gobierno? Señores, asumamos que somos industrias privadas".

Todo esto, lo leo desde mi nueva ‘ventana’, que es mi nuevo ordenador, prácticamente vacío de toda obra cultural. Con perspectiva, me siento de nuevo en mi salón y distraigo por un momento mi atención hacia la estantería. En ella descansan -fácilmente- cientos de discos de vinilo; todos ellos originales. Algunos de esos discos, incluso, están también repetidos en su edición en CD, con el resto de la colección, unas baldas por debajo.

Después de muchos años de inversión en música y cine, te das cuenta de que los formatos nunca importaron. Por suerte nunca más importarán. Ayer mismo miré otra vez por la ventana y descubrí dos hechos más: que la venta de DVDs ha vuelto a caer -un 16%- y que las empresas podrán reclamarle a la SGAE más de 500 millones de euros, después de años (no puedo evitar decirlo) robando. Sé que los autores no tienen toda la culpa, pero después de haber delegado sus derechos de autor en quienes lo han hecho, y mientras sigan hablando de cultura cuando lo único que quieren es dinero, de verdad creo que han perdido toda conexión con la realidad. En lo que a mí respecta, no pagaré ni una vez más por un archivo o un formato musical. No puedo permitirme que me vuelvan a robar.

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Hace unas semanas robaron mi ordenador portátil. Entraron en mi domicilio mientras dormía y simplemente se lo llevaron. Además de la tranquilidad que se supone da el hogar, ese día perdí muchos archivos importantes; entre ellos, fotografías, escritos y música. Música de distintas procedencias. Grabada de mis propios CDs, comprada en tiendas virtuales, descargada sin pagar y otras tantas copias privadas regaladas por amigos o familiares.

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