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La lacra de los fanáticos de Apple, Tesla, PS5 y los demás
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Jesús Díaz

Hasta los diodos

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La lacra de los fanáticos de Apple, Tesla, PS5 y los demás

No hay quien soporte a los fanáticos de marcas defendiendo su compañía favorita como si fueran su madre

Foto: Un cliente entra en la nueva tienda de Apple en Pekín el pasado julio. (Reuters)
Un cliente entra en la nueva tienda de Apple en Pekín el pasado julio. (Reuters)

El gran jefazo de la Xbox dice que está hasta el gorro de los fanáticos de la Xbox, de la PlayStation y de la madre que parió a Luigi y Mario. El bueno de Phil Spencer se confesaba hace unos días en una entrevista con 'The Verge': le repugna el tribalismo ciego, el decir eso de “yo soy de Xbox” o “yo soy de la Play”, y enzarzarse en guerras sangrientas en Twitter o Reddit.

Es una de las lacras de la industria, dice, la única razón que le hace pensar en abandonarla. Desgraciadamente, el problema va más allá de los pesados de la Xbox y la PS5.

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Ahí están los 'fanboys' de Apple. Sobre todo, los conversos que abrazaron la fe cuando se compraron su primer iPhone chispas, esos que hasta hace cuatro días eran recalcitrantes del Windows, pero que ahora tienen todo el paquete completo Comansi: el iPhone, la funda de Apple, el iPad, la funda del iPad, el teclado del iPad, el lápiz del iPad, el MacBook, los AirPods, 16 cables Lightning rotos, la pegatina de la manzanita blanca en su BMW a plazos y una foto de Steve Jobs en la cartera.

No son peores que los fans de Windows. O los 'fandroids', unos auténticos plastas de los teléfonos del sistema operativo de Google; esos que en sus guerras 'online' siempre te salen con aquello de “eso de Apple ya lo tenía Google en 1843”. Y los de Linux y los del 'software' libre, que son pocos pero ruidosos e irritantes como un vecino de butaca ronchando nachos. Fueron los primeros forofos realmente sangrientos allá por los noventa. Recuerdo hablar con ellos en esos tiempos y a las primeras de cambio se les hinchaba la carótida y se ponían como Mola Ram en el Templo Maldito, dispuestos a arrancarte el corazón para convencerte de los milagros de la barba de Richard Stallman.

placeholder El fundador del Movimiento de Software Libre, de la Free Software Fundation (FSF) y del proyecto GNU, Richard Stallman. (EFE)
El fundador del Movimiento de Software Libre, de la Free Software Fundation (FSF) y del proyecto GNU, Richard Stallman. (EFE)

En su propio dúplex en este infierno del fanatismo, están los de Tesla y Elon Musk, el trilero interplanetario. Son el súmmum del 'fanboyismo' extremo, ciego y casposo. Cualquier miembro de esta pandilla de 'entrepreneurs guanabís' tiene menos sentido común y mesura que todos los fans de bandas K-Pop del universo juntos. Como me decía mi editor hace un rato, “los fans de Tesla, Apple y PS5 son la Santísima Trinidad del 'fanboyismo”. Es cierto, pero hay más.

El 'fanboy', lo que aquí llamábamos antes forofo o fanático, no es un fenómeno nuevo. En España, lo llevamos practicando desde los tiempos carpetovetónicos, cainitas hasta la médula desde hace siglos, de un bando contrario o del bando más contrario todavía. Aquí somos fans de la guerra sin cuartel entre fans, enterrados hasta la cintura en el barro para matarnos a palos. Es lo que ahora los cursis llaman “la polarización” y lo que yo llamo “o piensas lo que yo o te fostio”.

Cómo se puede entender que supuestos humanos adultos se peguen para defender una compañía que solo existe para sacarte los cuartos

Durante un tiempo, los más visibles eran los descerebrados del fútbol. Antes, estos pelagatos solo se encontraban en el campo, se desfogaban con su Madrid o su Barça, y después iban al bar a leer el 'Marca' o el 'Sport', felices o miserables, rumiando su victoria o derrota hasta el siguiente domingo. Y no pasaba (casi) nada.

Ahora, estos y el resto de tribus se juntan en internet, forman tribu y organizan guerras o partidas de linchadores, liándose a patadas en los condensadores las 24 horas del día. Xbox y PS5, Apple y Microsoft, iPhone y Android, comunistas y fachosos, feminazis y machofascistoides, paelleros valencianos y los del arroz con cosas, tortilleros con cebolla y sin cebolla. Y así, guantada va, guantada viene. Ya no se trata de cantar las alabanzas de aquello que amas, sino de atacar al contrario con un odio visceral.

placeholder Elon Musk, fundador de Tesla y SpaceX. (Reuters)
Elon Musk, fundador de Tesla y SpaceX. (Reuters)

Pocos en el 'komentariat' o la turba tuitera atienden a razones. Ni leen al otro ni les interesa. Ven dos palabras sobre su adorado loquesea y se tiran a la yugular usando las mismas soflamas. En esta época de la posverdad, que en realidad es la época de mi-verdad-y-a-ti-que-te-jodan, no valen ni los datos, ni el método científico, ni la argumentación, ni Socrates ni las polainas de Kant.

Pero en el caso de la tecnología, este fanatismo llega a tal absurdo que resulta totalmente incomprensible. Cómo se puede entender que supuestos humanos adultos se peguen para defender una compañía que solo existe para sacarte los cuartos y venderte los cachos de plástico que produce. Es una lealtad que va más allá de toda lógica. Una estupidez atómica.

Ahora os digo: yo soy de gambas, no de langostinos. Y el que tenga los diodos para discutírmelo, que me espere a la salida del bar de Paco.

El gran jefazo de la Xbox dice que está hasta el gorro de los fanáticos de la Xbox, de la PlayStation y de la madre que parió a Luigi y Mario. El bueno de Phil Spencer se confesaba hace unos días en una entrevista con 'The Verge': le repugna el tribalismo ciego, el decir eso de “yo soy de Xbox” o “yo soy de la Play”, y enzarzarse en guerras sangrientas en Twitter o Reddit.

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