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Ni Richard Branson es astronauta ni Jeff Bezos compite con Elon Musk
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Jesús Díaz

Hasta los diodos

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Ni Richard Branson es astronauta ni Jeff Bezos compite con Elon Musk

Los millonetis Jeff Bezos y Richard Branson se enzarzan en una guerra a ver quién tiene la nave más larga, pero todo es puro marketing sin sentido

Foto: Tony Leblanc es tan astronauta como Richard Branson (El Astronauta)
Tony Leblanc es tan astronauta como Richard Branson (El Astronauta)

Estaba el otro día en el bar de Paco tomándome unas ‘ambóndigas’ con tomate cuando lo escuché por primera vez: “Sir Richard Branson ya es astronauta”, dijo la de la tele. “El multimillonario viaja al espacio con éxito”, remachó sonriente. Fue el primer petardazo de la bochornosa cabalgata publicitaria que invadió los televisores y periódicos de todo el planeta, con miles de medios y agencias hablando del vuelo del millonario británico como si fuera la epopeya del Apolo 11.

Foto: El fundador y consejero delegado de Facebook, Mark Zuckerberg. (Reuters) Opinión

Paco, que estaba limpiando vasos, se quedó parado como el barman de un salón del oeste almeriense cuando entra el maloso en escena. Doña Manolita y sus compinches dejaron de jugar al tute. El pianista inexistente del bar paró de tocar. Sabiendo todos los parroquianos que soy un pirado galáctico, se me quedaron mirando mientras una pelotilla de ternera ensartada en el tenedor quedaba suspendida en el aire frente a mi cara.

Seguramente todos imaginaban que la albóndiga era un planeta orbitando una estrella a punto de estallar en una supernova de mala leche, pero no pasó nada. Me comí ese último esferoide como si mi bocachancla fuera un agujero negro y sumergí mi primer trozo de pan en la salsa del plato hondo sin decir palabra.

placeholder No, ni Richard Branson ha ido al espacio, ni es un astronauta
No, ni Richard Branson ha ido al espacio, ni es un astronauta

No dije nada porque me esperaba la patochada de titular. La mayoría de medios llevaban días dando la matraca con que Branson iba a ir al espacio y que Jeff Bezos no conseguiría batirle en la carrera del “primer vuelo espacial comercial” de la historia. Algo totalmente absurdo porque, aunque lo de Branson hubiera sido un vuelo espacial — no lo fue — no hubiera sido ni el primero ni el segundo vuelo espacial comercial. Ni siquiera el séptimo.

Pero la realidad da igual en la era de la posverdad. Durante días, salieron noticias por todas partes sobre cómo los dos millonetis estaban compitiendo para ver quién la tenía más larga. La nave, se entiende. O en el caso de Branson, el avión.

Quién tiene la nave más larga

Porque eso es lo que tiene Branson: un avioncito que vuela alto. A 50 kilómetros sobre el nivel del mar, muy por debajo de la línea de Kármán, la frontera imaginaria a 100 kilómetros de altitud que nos separa del espacio. Aunque como dijo Theodore von Kármán — el científico hungaro-americano que la definió — realmente no sea así: la atmósfera sigue hasta aproximadamente 10.000 kilómetros y la línea de Kármán es sólo el punto en el que el aire tiene una densidad tan baja que las alas no pueden sustentar una aeronave a no ser que vaya a velocidad orbital. Es la línea que separa el vuelo de un avión como el X-15 — que llegó a ese punto en 1963 — del vuelo de una nave espacial de verdad como una Soyuz o una Dragon Crew.

placeholder Bezos vs Branson: concurso de fantasmeo galáctico
Bezos vs Branson: concurso de fantasmeo galáctico

La línea de Kármán es la única reconocida por la Federación Aeronáutica Internacional como la frontera del espacio. Para decir que has estado en el espacio y ser un astronauta, un cosmonauta o un taikonauta de verdad, debes pasar esa línea. Sólo los Estados Unidos ponen las alitas de astronautas a personas que han llegado a los 50 kilómetros, una decisión que tomaron en su día como arma de propaganda ante los avances de la Unión Soviética y que ahora resulta tan grotesca y ridícula como entonces.

Esto es algo que Jeff Bezos no ha parado de recordar en los últimos días, furioso ante el despliegue informativo que han conseguido los publicistas de Branson. Por medio de su compañía Blue Origin, Bezos se burló del millonario británico llamando a su “SpaceShip” un “avión de vuelo a gran altitud”.

Los millonetis fantasmas

Bezos tiene toda la razón. Ése debió de ser el titular en todos los periódicos y televisiones: “Richard Branson vuela en un avión a gran altitud y lo flipa en colorines”. De hecho, no debería haber sido ni noticia de primera página. Como tampoco debería ser noticia que el futuro vuelo de Bezos, un lanzamiento que superará los 100 kilómetros pero no entrará en órbita. Es otra maniobra publicitaria como la de Branson.

placeholder Anda mira, un cohete espacial de verdad que pone cosas en órbita
Anda mira, un cohete espacial de verdad que pone cosas en órbita

La realidad es que tanto Branson como Bezos son como niños pequeños en el recreo presumiendo de lo que no tienen. ¡Mi padre tiene una nave espacial! ¡Pues el mío tiene una nave más espacial todavía! Como dice Elon Musk – que no es precisamente santo de mi devoción — "a Bezos no se le levanta (a órbita)". El cohete de Blue Origin está todavía a años luz de los de SpaceX, los de United Launch Alliance, los de Roscomos, y los de la agencia espacial china o europea. Musk se tiene que estar partiendo de la risa viendo a los chiquillos fardar en el patio del 'cole' espacial.

Quizás Branson y Bezos lleguen algún día a orbitar la Tierra o darse un paseo por la Luna en una nave espacial, pero no lo harán ni con ese avión ni con ese cohete. Pensando eso, rebañé la última molécula de la salsa de las albóndigas — que estaba tan buena que SpaceX la podría utilizar de combustible para sus cohetes Falcon 9 — e intentando imitar la voz de Juan Diego les dije: “la única nave en la que ha ido al espacio ese fantasma ya sabéis dónde está”. Ahí todo el mundo respiró aliviado. Paco agarró otro vaso, Doña Manolita ordenó sus cartas, el pianista invisible volvió a tocar y la de la tele siguió diciendo tonterías.

Estaba el otro día en el bar de Paco tomándome unas ‘ambóndigas’ con tomate cuando lo escuché por primera vez: “Sir Richard Branson ya es astronauta”, dijo la de la tele. “El multimillonario viaja al espacio con éxito”, remachó sonriente. Fue el primer petardazo de la bochornosa cabalgata publicitaria que invadió los televisores y periódicos de todo el planeta, con miles de medios y agencias hablando del vuelo del millonario británico como si fuera la epopeya del Apolo 11.

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