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El dinero no importa: por qué Apple y Europa se la juegan en su pulso millonario
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Manuel Ángel Méndez

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El dinero no importa: por qué Apple y Europa se la juegan en su pulso millonario

Los 13.000 millones de sanción que Bruselas ha impuesto a Apple son calderilla. Lo que de verdad está en juego es sentar un enorme precedente para evitar la ingeniería fiscal galopante

Foto: El jefe de Apple, Tim Cook. (Reuters)
El jefe de Apple, Tim Cook. (Reuters)

Lo más sorprendente de la histórica sanción que la Comisión Europea impuso ayer a Apple no fue la cifra: 13.000 millones de euros. Semejante bofetada hubiera llevado a cualquier otra compañía directa a la bancarrota. Para Apple es pura calderilla. Lo más increíble fue la respuesta de Tim Cook, jefe de los de Cupertino: "El efecto más profundo y dañino de esta sanción será sobre la inversión y la creación de empleo en Europa". Si finalmente Apple tiene que pagar (cosa que tal vez nunca ocurra), la compañía avisa que puede acabar marginando al viejo continente. ¿Amenaza? ¿Chantaje? Póngame dos.

Foto: El logo de Apple luce en una tienda en Galway, Irlanda. (Reuters)

El desafío de Apple solo se entiende mirando atrás. La compañía se estableció en Europa en 1980, en la pequeña ciudad irlandesa de Cork. Arrancó con 60 empleados y hoy da trabajo en Irlanda a 6.000 personas (¡6.000!), casi el 30% de su plantilla en Europa (22.000 trabajadores de los 110.000 en todo el mundo). El trato que el Gobierno irlandés le prometió a Apple fue directo: si estableces tu sede europea aquí, tendrás que pagar a cambio muy pocos impuestos. Dicho y hecho. Firmaron una exención en dos ocasiones (en 1991 y 2007), y el resultado fue redondo para ambos. El Gobierno irlandés de turno ganaba empleos (y votos) y Apple se hacía de oro. Todo legal y con luz y taquígrafos. ¿Dónde está el problema?

Trato de favor "ilegal"

Según la Comisión Europea, Irlanda ofreció exenciones ilegales a Apple ya que, con ellas, pudo pagar muchos menos impuestos que su competencia, por ejemplo, solo un 1% de sus beneficios europeos en 2013 y un 0,005% en 2014. Es decir, prácticamente nada. El "trato de favor" permitió también a Apple establecer una estructura societaria, de forma que todos los beneficios que obtenía en los diferentes países europeos tributaban casi por completo en Irlanda. Y hay más: Apple transfería millones desde Irlanda a EEUU para financiar su actividad de I+D, con la que siempre ha logrado mantenerse por encima de la competencia. Un esquema tan diabólico como legal sobre el papel. Y aquí es donde llega el pulso.

Ni a la Comisión ni a Apple les interesan los 13.000 millones. Apple los puede pagar sin pestañear, suponen solo un 6% de su efectivo en caja

Apple, con razón, recrimina a Bruselas que su forma de actuar cumple estrictamente con las leyes fiscales irlandesas e internacionales. La UE, con razón, asegura que a Irlanda se le ha ido la mano con sus exenciones fiscales, concediendo lo que al final se ha convertido en una ayuda estatal encubierta, algo que sí está regulado por las leyes comunitarias.

¿Qué ocurrirá? El Gobierno irlandés apelará la sanción de Bruselas y el caso tardará varios años (puede que hasta cuatro) en resolverse con un veredicto del Tribunal de Justicia europeo. Cualquiera de los dos, Apple y la Comisión, puede perder. Lo que está claro es que ambos se juegan la vida en este caso.

Precedente vs pérdida de competitividad

Que no despiste la cifra. Ni a la Comisión ni a Apple les interesan los 13.000 millones de euros. Apple los puede pagar sin pestañear (su acción ni se inmutó), suponen solo un 6% de su efectivo en caja (205.000 millones de euros). De hecho, los tendrá que inmovilizar en una cuenta hasta que se resuelva la disputa. Y a la Comisión el dinero tampoco le importa: lo que se juega es establecer un enorme precedente con una multinacional como Apple para intentar cambiar de una vez las leyes fiscales internacionales.

Ahora le ha tocado a Apple, pero todas, prácticamente todas las grandes multinacionales (dentro y fuera del sector tecnológico), emplean técnicas similares para pagar menos impuestos. Es legal. Fiat, Starbucks, Amazon, McDonald's... son algunas de las otras empresas que investiga ahora mismo Bruselas. Y debería ampliar el círculo. En España, Yahoo, Twitter, Microsoft, Google o Facebook han pagado cantidades inferiores a las que les correspondía gracias a la ingeniería fiscal y los entramados societarios establecidos en Irlanda, Luxemburgo, Holanda o Suiza.

Bruselas, con la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, a la cabeza, se juega justo eso (y no es poco): tumbar uno de los mayores entramados societarios y fiscales de Europa, el de Apple, con la esperanza de que a) el resto de multinacionales tomen nota y contengan estas prácticas y b) cada país decida endurecer de una vez sus propias leyes fiscales. Si Bruselas pierde el caso, tendremos ingeniería fiscal galopante hasta el final de los tiempos (proyectos paralelos como el de la OECD para armonizar leyes fiscales internacionales llevan ya tres años en el olvido).

Si Apple pierde el caso, tendrá que reinventar su entramado fiscal y societario, algo que podría hacerle perder ventaja competitiva frente a sus rivales

Al otro lado del ring, Apple peleará hasta el final porque le va su futuro en ello. La compañía lleva los últimos 25 años operando con una estructura en Europa que gira exclusivamente en torno a Irlanda y de la que depende toda la empresa (incluido EEUU). Su I+D, su estrategia de producto, de contratación, de expansión... todo se decide en base a cómo de engrasada está esa rueda que maximiza beneficios. Un fallo desfavorable en este caso supondría tener que reinventar su entramado fiscal y societario, algo que no será sencillo y podría hacerle perder ventaja competitiva frente a su eterno rival, Samsung.

Apple ha decidido empezar fuerte la pelea, con una declaración de intenciones que suena a amenaza: eh, Europa, no vamos a pagar impuestos y generar empleo a la vez, una de dos. Vosotros escogéis. Bruselas no parece dispuesta a dar el brazo a torcer. Y ojalá no lo haga nunca. Esta vez, si pierde la Comisión, perdemos nosotros, los ciudadanos, los 27 Estados miembros que ven cómo los impuestos que deberían engordar las arcas locales vuelan rumbo a Irlanda para no volver jamás. Piensa en ello cuando compres (o no) tu próximo iPhone.

Lo más sorprendente de la histórica sanción que la Comisión Europea impuso ayer a Apple no fue la cifra: 13.000 millones de euros. Semejante bofetada hubiera llevado a cualquier otra compañía directa a la bancarrota. Para Apple es pura calderilla. Lo más increíble fue la respuesta de Tim Cook, jefe de los de Cupertino: "El efecto más profundo y dañino de esta sanción será sobre la inversión y la creación de empleo en Europa". Si finalmente Apple tiene que pagar (cosa que tal vez nunca ocurra), la compañía avisa que puede acabar marginando al viejo continente. ¿Amenaza? ¿Chantaje? Póngame dos.

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