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Elon Musk: desquiciado y bajo medicación, o por qué Tesla peligra más que nunca
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Manuel Ángel Méndez

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Elon Musk: desquiciado y bajo medicación, o por qué Tesla peligra más que nunca

Antes era solo una sospecha, pero ahora es más evidente que nunca: el mayor peligro de Tesla, ahogada en pérdidas millonarias, es su propio fundador

Foto: Elon Musk, fundador de Tesla. (Foto: Reuters)
Elon Musk, fundador de Tesla. (Foto: Reuters)

"Muchas veces tengo que escoger entre no dormir o Ambien". Elon Musk se ha confesado, y esta vez no ha sido a través de uno de sus exabruptos en Twitter. Lo ha hecho en una entrevista gracias a la cual ahora entendemos sus locuras y salidas de tono, desde llamar "pedófilo" a un rescatador del equipo de fútbol de Tailandia a hundir a su propia compañía en uno de los mayores líos financieros en años. Musk ha reconocido por primera vez que su vida durante el último año ha sido, básicamente, un infierno: trabaja más de 17 horas al día, toma medicamentos para dormir (Ambien, la marca comercial del fármaco Zolpidem) y tiene problemas de salud, entre otras muchas cosas. Antes era solo una sospecha, pero ahora es más evidente que nunca: el mayor peligro de Tesla, ahogada en pérdidas millonarias, es su propio fundador.

La entrevista concedida por Musk al New York Times explica buena parte de su extraña conducta durante el último año pero abre otra gran incógnita. ¿Está capacitado mentalmente para seguir al frente de Tesla en su doble rol de presidente y consejero delegado? ¿Puede el consejo de la compañía encarrilar a Musk y evitar los fallos garrafales que ha cometido? Sus confesiones hacen casi imposible creer que sí. Ahí van algunas perlas.

Foto: Empleados en una fábrica de Tesla. (Reuters)

"Creí que lo peor se había acabado. Desde el punto de vista operativo, lo peor de Tesla se ha acabado. Pero desde un punto de vista personal, lo peor está por llegar". Hay más. Sobre el famoso tuit en el que, de repente, desveló su plan de privatizar la compañía cuando el precio de la acción llegara a 420 dólares, señalando que ya tenía financiación asegurada en el bolsillo, explica que lo de 420 (no olvidar que cuatro-veinte es también el nombre en jerga de la marihuana) era porque le sonaba mejor que 419. Más redondo, "mejor karma".

"Parecía como que tenía mejor karma a 420 que a 419. Pero, por aclararlo, no iba fumado. La marihuana no ayuda a la productividad. De ahí la palabra "colocado" (stoned, piedra en inglés). Te quedas sentado fumado como una piedra". Imagine la cara de los inversores que han apostado millones en acciones de Tesla leyendo, una vez más, este tipo de líneas y ahora a toda página en el NYT. El derrape le ha costado ya una investigación por parte de los perplejos burócratas de la SEC.

Y otra: "no estoy muy allá de salud. Han venido amigos a verme que están realmente preocupados", aseguró. La hora de entrevista transcurrió entre el llanto y la carcajada, dibujando a un megamillonario desquiciado y al borde del colapso personal. Esta preocupante imagen de Musk hizo que la acción de Tesla se diera otro enorme batacazo, perdió casi un 9% al cierre ayer.

placeholder (Reuters)
(Reuters)

Hay dos posibilidades. Que se trate de otra "performance" narcisista, ante lo cual la pregunta sobre su capacidad para seguir liderando Tesla se respondería sola, o una versión más tranquilizadora. Que la decisión de relevarle ya esté tomada por el consejo de la compañía y la entrevista sea una forma de allanar y aclarar el camino. Acción: entrevista-confesión. Reacción: Musk está como una cabra. Solución: se anuncia su relevo en los días o semanas siguientes.

Si eso no ocurre pronto, Tesla peligra más que nunca. El primer trimestre del año presentó pérdidas récord de 785 millones de dólares, casi el doble que el año anterior. En el último trimestre, las pérdidas ascendieron a otros 743 millones de dólares, con un fuerte aumento de los ingresos de un 54%, pero insuficiente pasa solucionar su principal problema: es una máquina de quemar dinero y la producción de coches todavía no compensa para alcanzar beneficios, algo que no ha logrado ni un solo año en su década y media de existencia.

En coma financiero

Tesla necesita acelerar urgentemente la producción de su vehículo más asequible, el Model 3 (costará desde 35.000 dólares), pero se está encontrando con muchos más obstáculos de lo esperado para cumplir objetivos. Cuando comenzó a fabricarlo en verano del año pasado, el plan era llegar a 20.000 unidades el mes de diciembre de 2017. ¿La realidad? Solo consiguió fabricar 2.425 durante todo un trimestre.

Los gastos de producción se han disparado. En los seis primeros meses del año ha quemado casi 1.000 millones de dólares de su efectivo de caja. Musk ha puesto en marcha medidas para contener esos gastos, entre ellas, despedir al 9% de la plantilla, reducir el número de proveedores y negociar mejores precios con ellos, pero de momento las cifras no cuadran. Eso sin contar las pésimas condiciones laborales reportadas por exempleados y filtradores, que hablan de desmayos, accidentes y precariedad y que le están costando más investigaciones.

Esos gastos desbocados han resultado en otra pesadilla que ha desesperado a Musk en el último año: la necesidad de conseguir más financiación. Una cosa es levantar capital cuando tu modelo de negocio ya está establecido y probado, y otra cuando aún lo tienes que demostrar. Tesla sigue en esta segunda categoría, y eso ha hecho que su deuda se dispare: más de 10.000 millones de dólares. En resumen: la firma no sale del coma financiero y la lenta producción del Model 3 no augura nada bueno.

placeholder Empleados de Tesla en una de sus plantas ensamblando un coche Model S. (Reuters)
Empleados de Tesla en una de sus plantas ensamblando un coche Model S. (Reuters)

¿Cómo ha reaccionado Musk ante esta bomba financiera? En lugar de centrarse en construir coches y cohetes (SpaceX), se ha embarcado en una retahíla de proyectos inconexos: construir túneles subterráneos para eliminar los atascos en Los Ángeles (The Boring Company), crear cápsulas para viajar a 1.200 km/h (Hyperloop), establecer colonias en Marte, crear tejados solares y baterías para el hogar, fabricar lanzallamas, diseñar 'software' para conectar el cerebro a un ordenador (Neuralink)... La lista es casi interminable.

Para cerrar el círculo, su hábito reciente de explotar en Twitter al estilo Trump, muchas veces a altas horas de la madrugada, le ha granjeado la desconfianza de inversores y clientes. Lo ocurrido durante el rescate de los niños atrapados en una cueva de Tailandia es el resumen perfecto del descoloque mental de Musk: se lanzó a ofrecer ayuda (él asegura que solicitada) en una surrealista carrera narcisista para convertirse en el protagonista de la operación y acabó a insultos con los verdaderos héroes: el equipo internacional de rescatadores.

Apartar a Musk de su rol no sería descabellado. Apple está hoy donde está gracias al despido de Jobs en 1985

"Tesla necesita un adulto al frente de la compañía", aseguraba recientemente a la CNBC un especialista en gestión empresarial. Y lo dijo antes de las últimas confesiones de Musk. Apartarlo de su rol no sería tan descabellado. Apple, por ejemplo, está hoy donde está gracias al despido de Steve Jobs en 1985 y a su retorno triunfal 12 años después. "¿Hay alguien capaz de hacerlo mejor? Pueden quedarse el trono ahora mismo", desafía Musk. Que encuentren a esa persona ya, por el bien de Tesla.

"Muchas veces tengo que escoger entre no dormir o Ambien". Elon Musk se ha confesado, y esta vez no ha sido a través de uno de sus exabruptos en Twitter. Lo ha hecho en una entrevista gracias a la cual ahora entendemos sus locuras y salidas de tono, desde llamar "pedófilo" a un rescatador del equipo de fútbol de Tailandia a hundir a su propia compañía en uno de los mayores líos financieros en años. Musk ha reconocido por primera vez que su vida durante el último año ha sido, básicamente, un infierno: trabaja más de 17 horas al día, toma medicamentos para dormir (Ambien, la marca comercial del fármaco Zolpidem) y tiene problemas de salud, entre otras muchas cosas. Antes era solo una sospecha, pero ahora es más evidente que nunca: el mayor peligro de Tesla, ahogada en pérdidas millonarias, es su propio fundador.

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