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Cabify se dispara en el pie: por qué el troleo a la Generalitat le puede costar muy caro
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Manuel Ángel Méndez

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Cabify se dispara en el pie: por qué el troleo a la Generalitat le puede costar muy caro

Cabify "se han pasado de frenada", comenta uno directivo del sector VTC. No le falta razón: el troleo a la Generalitat puede poner en serio riesgo la viabilidad de la empresa madrileña

Foto: Los coches de Cabify que han empezado a operar en Barcelona. (EFE)
Los coches de Cabify que han empezado a operar en Barcelona. (EFE)

De guerra abierta a partida de ajedrez de máxima tensión. Es la situación ahora mismo entre Cabify y la Generalitat. La decisión de la compañía española de regresar a Barcelona inventándose un truco legal para saltarse la ley anti VTC catalana ha sentado como una patada. A todos. La Generalitat califica el movimiento de ilegal y asegura que "no van a tragar". Los taxistas amenazan con volver a colapsar las calles. Y, lo más sintomático, varios de los socios clave de Cabify e inversores del sector VTC califican de error monumental el movimiento de la 'startup'. "Se han pasado de frenada", comenta uno de ellos a este diario. No le falta razón: el troleo a la Generalitat puede poner en serio riesgo la viabilidad de la empresa.

Es fácil entender la tentación a la que se ha enfrentado Cabify con el bloqueo en Cataluña: ¿qué hacer ante una ley desproporcionada, escrita a medida del taxi gracias a sus presiones y amenazas de colapsar año tras año eventos como el Mobile World Congress? Nadie duda que se deba regular a las VTC, pero la solución no puede ser imponer medidas discriminatorias a uno de los bandos, como ha hecho el Govern. Lo dice la CNMC, la Autoritat Catalana de la Competència (ACCO) y el Consejo de Garantías Estatutarias de Cataluña: el decreto ley de la Generalitat es inconstitucional.

Foto: Imagen de una concentración de VTC en enero antes de la aprobación del 'decretazo'. (EFE)

Ante esta evidencia, Cabify podía hacer dos cosas: acatar la ley y luchar contra ella en los tribunales (era lo que todos esperábamos) o dejarse llevar por la desesperación y combatir una ley-trampa con otra trampa. Lo primero le iba a llevar años y costar mucho dinero. Lo segundo era un atajo con alto peligro de desencadenar un incendio. Y Cabify ha escogido la gasolina. El problema es que tiene altas probabilidades de acabar achicharrada. ¿Por qué?

Sus socios le dan la espalda

Es casi imposible encontrar un directivo de VTCs que no se eche las manos a la cabeza con la decisión. La firma madrileña se ha quedado sola. Desde Unauto, la patronal del sector, aseguran que ha sido una jugada unilateral: se enteraron media hora antes del anuncio. El resto de grandes empresas de gestión de flotas de coches VTC señalan que no van a asumir ningún riesgo: ponerse a operar ahora en Barcelona supone ganarse casi seguro una sanción del Govern. Dos amonestaciones graves acumuladas y a casa, retirada definitiva del permiso VTC. ¿Quién va a poner en peligro su negocio por algo así?

placeholder Un conductor de Cabify conduce su vehículo este jueves en Barcelona. (EFE)
Un conductor de Cabify conduce su vehículo este jueves en Barcelona. (EFE)

Ni siquiera Vector Ronda, la firma del empresario Rosauro Varo, con unas 800 licencias en Barcelona (el 40% de su negocio) y propiedad al 30% de Cabify, va a apoyar a Cabify. Fuentes conocedoras de la estrategia de la empresa aseguran que están analizando las implicaciones jurídicas del movimiento de su socio pero, de momento, miran hacia otro lado. No van a sumar sus liciencias a las de la plataforma tecnológica. Tampoco Auro, ni Moove Cars, ni los pequeños operadores. Nadie quiere quedarse sin sus permisos por apoyar un movimiento que consideran suicida.

Eso deja a Cabify sola consigo misma y con sus 300 licencias adquiridas a Auro como pago de una deuda anterior. De momento solo ha puesto en marcha unos 50 vehículos. Pero aunque logre operar con 300, sería insuficiente dada la alta demanda del servicio. Resultado final: una experiencia pésima de usuario con elevados tiempos de espera. Regresar para incomodar a todo el mundo, incluidos tus propios clientes, es una decisión muy cuestionable.

Ha cabreado a los políticos (antes del 28-A)

"No vamos a tragar con esto, es un fraude de ley". Así califican fuentes de la Generalitat a este diario el 'troleo' de Cabify. El malestar en el Govern, sobre todo en el departamento de Territorio y Sostenibilidad, es considerable. Y para muchos dentro del sector de las VTC, cabrear a todo un gobierno autonómico antes de unas elecciones generales, autonómicas y municipales, es un segundo suicidio.

placeholder El presidente de la Generalitat Quim Torra, cambia impresiones con el conseller de Territorio y Sostenibilidad Damià Calvet. (EFE)
El presidente de la Generalitat Quim Torra, cambia impresiones con el conseller de Territorio y Sostenibilidad Damià Calvet. (EFE)

Nadie sabe qué va a ocurrir el 28 de abril ni tampoco en las autonómicas de mayo. Las nuevas alianzas políticas pueden cambiar por completo el tablero. Y ahí va una posibilidad para nada descabellada: una coalición de derechas llega a la Moncloa, derogan el 'decretazo' de Ábalos que transfiere a las CCAA las competencias sobre las VTC y el decreto ley catalán queda, automáticamente, en el aire. ¿Por qué cabrear a medio planeta con semejante órdago cuando solo en unos meses la situación política (y regulatoria) puede dar un vuelco?

... y a los taxistas

En ninguna otra Comunidad los taxistas tienen tanto poder de negociación como en Cataluña. Y el regreso de Cabify para ellos ha sido lo más parecido a una declaración de guerra. "De momento confiamos en la Generalitat y el AMB, hasta ahora nunca nos han decepcionado. Vamos a esperar unos días. Pero si llega la semana que viene y no hay avances, si la Guardia Urbana y los Mossos no sancionan y no se toman medidas, volveremos a las calles", explica a este diario Alberto 'Tito' Álvarez, líder de la asociación mayoritaria Élite Taxi y principal impulsor del decreto ley actual.

Con el cabreo de los taxistas llegan de nuevo vídeos como el de arriba, filmado esta semana: la persecución entre un bando y otro, la tensión en la carretera. Es solo el comienzo de un nuevo conflicto social, de más huelgas en Barcelona si la Generalitat no toma medidas. Y las tomará. Está por ver cuáles son, pero llegarán. Lo único claro es una cosa: con el actual Govern, cualquier medida que se tome beneficiará a los taxistas y Cabify, de nuevo, perderá. ¿De verdad necesitaba masticar una segunda derrota?

Ha montado un gran fiasco de comunicación

Es tal vez lo que peor ha hecho Cabify en todo este asunto. Y no es que lo hayan hecho mal, es que ha sido un sonrojante fiasco. A algún directivo de la compañía le pareció lógico que para anunciar semejante viraje, semejante cambio de modelo de negocio, lo mejor era elaborar una nota de prensa que ocultaba información y soltar la bomba por email. A todos los demás, socios, inversores minoritarios, patronal... se les avisó con unas pocas horas de antelación. Y, por si fuera poco, al explicarlo, lo hicieron con información incorrecta, sesgada o directamente falsa.

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El mejor ejemplo: este jueves, al abrir la aplicación de Cabify en Barcelona, aparecía el siguiente mensaje de bievenida: "Barcelona, te echamos de menos y queremos volver a tus calles. Para ello, necesitamos que aceptes nuestros nuevos términos y condiciones. Aunque tu primer trayecto tendrás que solicitarlo con 15 minutos de antelación, después volverás a disfrutar del servicio con la inmediatez de siempre". Más claro imposible. Primer viaje, 15 minutos de espera; los siguientes, como siempre.

En El Confidencial lo probamos y algo no encajaba: solo tuvimos que esperar 6 minutos en nuestro primer viaje. ¿Se estaba saltando Cabify su propio truco legal? En realidad, los 15 minutos empezaban a contar nada más aceptabas los términos y condiciones de uso (y el contrato anual), no al reservar el primer viaje. Uno podía abrir la 'app', aceptar pero no viajar hasta el día siguiente. Los 15 minutos de rigor ya habrían pasado. Cabify, sin embargo, se empeñaba en decir algo radicalmente diferente en todas su comunicaciones. Ceremonia de la confusión.

Su viabilidad futura peligra

Todo un Gobierno autonómico en contra, miles de taxistas a punto de lanzársete al cuello, decenas de socios que ya no quieren saber nada de ti, unas elecciones generales a las puertas... ¿Se puede pedir más incertidumbre e inseguridad jurídica? Ese es ahora el gran charco de barro sobre el que camina Cabify. Y si hay algo que no le gusta a los grandes inversores es el barro, la incertidumbre y la inseguridad jurídica.

La 'startup' madrileña tenía dos grandes hitos financieros por delante este año: cerrar una nueva ronda de financiación y salir a bolsa (esto último se podría retrasar al año que viene). ¿Qué inversor en su sano juicio va a poner ahora dinero en Cabify dada la situación actual? Es más, sus actuales inversores de referencia, Rakuten y el fondo Seaya a buen seguro tienen que haberse echado a temblar con la ejecución de esta trampa legal para regresar a Barcelona y la rección posterior. "Esto es como un partido de fútbol: empiezas y nunca sabes cuál será el resultado final", explica un alto directivo cercano a la compañía. Tras el contragolpe de esta semana, el marcador es desolador para Cabify: derrota por goleada. Arranca la segunda parte.

De guerra abierta a partida de ajedrez de máxima tensión. Es la situación ahora mismo entre Cabify y la Generalitat. La decisión de la compañía española de regresar a Barcelona inventándose un truco legal para saltarse la ley anti VTC catalana ha sentado como una patada. A todos. La Generalitat califica el movimiento de ilegal y asegura que "no van a tragar". Los taxistas amenazan con volver a colapsar las calles. Y, lo más sintomático, varios de los socios clave de Cabify e inversores del sector VTC califican de error monumental el movimiento de la 'startup'. "Se han pasado de frenada", comenta uno de ellos a este diario. No le falta razón: el troleo a la Generalitat puede poner en serio riesgo la viabilidad de la empresa.

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