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Fitbit perfila el futuro del 'wearable' útil con su Charge HR
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Alfredo Pascual

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Fitbit perfila el futuro del 'wearable' útil con su Charge HR

No ha sido un descubrimiento, sino una serie de pasitos pequeños. Fitbit se ha especializado en la monitorización del ejercicio y con su nueva pulsera Charge HR ha conseguido un 'gadget' brillante

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Por mucho que nos empeñemos en enterrarlos, los wearables siguen avanzando. Cada mes conocemos tres o cuatro nuevos modelos, últimamente poco afortunados, que no hacen sino explorar una vía de negocio en vías de desarrollo. Como nadie sabe cuándo sonará la flauta, los grandes fabricantes han apretado tanto sus lanzamientos que algunos dispositivos poco o nada se alejan del prototipo. En consecuencia, la mayor parte de wearables están enfocados no tanto a satisfacer una necesidad como a la ostentación técnica de las compañías; duran poco, sirven para menos, pero fardas. Y así nacen ideas como hablarle a la muñeca o ver partidos de fútbolen una pantalla de dos pulgadas.

Fitbit Charge HR pertenece a esa minoría que intenta echar una mano al usuario. En su caso, llevando un paso más allá los cuantificadores de actividad física con la adición de un medidor de pulsaciones. Les confieso que fui escéptico con la noticia, pero después de usarla durante dos semanas, he de reconocer que ofrece unas prestaciones similares al de cualquier pulsómetro de gama media. Lo hace con dos leds verdes que miden las fluctuaciones sanguíneas en los capilares, un sistema que, por lo visto, es uno de los más efectivos para medir el pulso.

Sea como fuere, lo que importa es que el sensor funciona. Envía mediciones en tiempo real, presentagráficascoherentesy no enloquece con un poco de sudor. Esta característica es la que distancia a Charge HR de otros dispotivos en el rango de los 150 euros: que funciona, y no sólo finge hacerlo.

En líneas generales, Charge HR es una evolución de la Force, que nunca llegó a España, con un sensor de pulsaciones. Siguiendo las líneas históricas de Fitbit, Charge HR es un dispositivo que sacrifica la pantalla en favor de la autonomía energética. Un pequeño panel monocromo informa de los pasos, la frecuencia cardíaca, las calorías quemadas, la hora y, como novedad, informa de las llamadas entrantes. Quizá se podrían haber introducido avisos de aplicaciones como WhatsApp o Twitter, si bien es cierto que el tamaño del panel no se presta a la lectura.

El incremento de funcionalidades, claro, tiene un impacto en la batería: así, si en la Force hablábamos de más de trece días sin cargar, en esta ocasión nos tenemos que conformar con una semana. No parece mal negocio dado que, como decíamos, el monitor cardíaco trabaja constantemente, incluidos sus leds, que pueden ser molestos en ambientes oscuros como un cine. Si no se la ajusta, su muñeca lucirá verde nuclear en ausencia de luz.

En cuanto a su fabricación, Charge HR parece más robusta que sus predecesoras, en tanto que neutraliza las áreas de torsión con formas redondeadas. Incorpora un cierre metálico, tan cómodo como clásico, que lo aleja aún más de la suntuosidad imperante enlossmartwatches. Un sólo botón sirve para navegar entre las distintas mediciones sin margen a la interacción. En la pulsera sólo se pueden consultar las mediciones básicas del momento, dejando el análisis de los datos para otros dispositivos mayores, como el smartphone o el ordenador.

Fitbit ha dispuesto una serie de aplicaciones que, sin llegar a destacar en ningún aspecto, cumplen con lo prometido. Se echa en falta un archivo historico de mediciones y la posibilidad de aplicar modificadores a las gráficas, además de una aplicación de circuitos sobre mapa. No obstante, existen otras aplicaciones específicas compatibles con la pulsera que mejoran la experiencia, aunque no se puede prescindir de la suite de Fitbit, ya que sólo con ella se puede configurar el gadget.

Con todo, lo mejor es que Charge HR apenas molesta en la muñeca. Es ligera, agradable al tacto y discreta. Hace su trabajo en segundo plano y no molesta ni emite sonido alguno, tan sólo dispone de un vibrador que puede utilizarse como recordatorio o despertador. Al final del día, Charge HR le ofrece al usuario un montón de datos sobre su actividad física. Otro debate es que a usted le interese saber cómose ledisparó el pulso en aquella reunión o cuántas horas ha dormido inquieto esta noche.

Entre los puntos a mejorar podemos señalar dos aspectos: el aislamiento y el cargador. El Charge HR es resistente al agua, pero no acuático, con lo que se deja a los nadadores fuera de la ecuación, seguramente por causa del sensor cardíaco. El otro pero está en el cargador, que es propietario, lo que nos obliga a manejar un nuevo cable de un sólo uso. Es más, cada vez son más los wearables que reniegan del estándar micro USB. Hay que señalar, en justicia, que el dispositivo se carga completamente en noventa minutos.

Es resistente al agua, pero no acuático. Los nadadores tendrán que pensárselo dos veces

Aunque cualquiera puede estar interesado en la Charge HR por mera curiosidad, son los deportistas los que más rendimiento obtendrán. Nos encontramos ante una herramienta que nos permite dejar el pulsómetro y el GPS en casa por 150 euros y que, además, no desentona en otras situaciones. Es como contratara un mini auditor demuñeca que envía constantemente informes a su ordenador, e incluso le plantea retos. Todo ello conduce a una mejora física con poco esfuerzo, simplemente picándose a caminar con su 'yo' de la semana pasada. Y, desde luego, no hay mejor acicate que comprobar que un entramiento está dando sus frutos.

Fitbit ha conseguido un dispositivo equilibrado, de los pocos que cumple lo que promete en su segmento, y que no aspiraser un smartphone en miniatura, sino que se centra en su función: recabar datos. Si lo que quiere es un toque cool, mejor espere al Apple Watch.

Por mucho que nos empeñemos en enterrarlos, los wearables siguen avanzando. Cada mes conocemos tres o cuatro nuevos modelos, últimamente poco afortunados, que no hacen sino explorar una vía de negocio en vías de desarrollo. Como nadie sabe cuándo sonará la flauta, los grandes fabricantes han apretado tanto sus lanzamientos que algunos dispositivos poco o nada se alejan del prototipo. En consecuencia, la mayor parte de wearables están enfocados no tanto a satisfacer una necesidad como a la ostentación técnica de las compañías; duran poco, sirven para menos, pero fardas. Y así nacen ideas como hablarle a la muñeca o ver partidos de fútbolen una pantalla de dos pulgadas.