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Los grandes retos de Nintendo en la era post Iwata
La compañía navega estos días lejos de las turbulencias del pasado, pero tiene por delante una serie de retos que afrontar
Partamos de la premisa de que Nintendo no podrá sustituir al fallecido Iwata. El cuarto presidente de Nintendo, el primero sin sangre Yamauchi, era mucho más de lo que su cargo indicaba; era, por naturaleza, un espléndido desarrollador capaz de limpiar el código de un programa en tiempo récord, pero también un gestor de equipos sobresaliente y, sobre todo, un innovador radical, de esos que marcan en camino a largo plazo de una compañía. Si a esto le sumamos un profundo conocimiento de la empresa (con la que trabaja desde 1982) y un carisma que le llevó a convertirse en el ejecutivo más querido del sector, es razonable pensar que Nintendo tendrá que decantarse por un nuevo perfil para su primer ejecutivo.
En estos momentosla firma se encuentra en un proceso de reestructuración. Han vuelto a los beneficios después de cuatro años a costa de aligerar los gastos en plantilla, pues la facturación -y la proyección de Wii U- no han dejado de menguar. Esta última frase compendia las dos mayores acusaciones del mercado contra Iwata: el error estratégico de Wii U y su escasa cintura a la hora de acometer despidos. "Si reducimos el número de trabajadores para mejorar nuestros resultados financieros a corto plazo la moral de los empleados disminuirá. Sinceramente, dudo que los empleados puedan desarrollar títulos que impresionen a gente de todo el mundo si temen que pueden ser despedidos", explicaba el presidente en 2013.
De este modo Iwata se ganó el favor de sus empleados al tiempo que perdió el de los inversores, que le vienen pidiendo en los dos últimos años un relevo para Wii U. Heredera directa de Wii, la consola más vendida de todos los tiempos, la nueva versión calculó mal el fenómeno de la tactilidad, o más bien su disrupción; equipada con un mando que permite jugar con las manos, Iwata vio desmoronarse su apuesta innovadora con el auge de tabletas y smartphones, que ofrecen el mismo sistema de control para un abanico de usos mucho más extenso.
La potencia de las consolas
Y aquí está la clave, el debate que atormenta a Nintendo: ¿deben desarrollar juegos para Android e iOS? A corto plazo la respuesta es sí: estar en las plataformas de moda sólo puede repercutir en un incremento en las ventas de software y, por otra parte, es innegable que los juegos casual de gráficos sencillos que viene lanzando Nintendo casan con el público objetivo de los móviles. ¿Por qué Iwata se negó siempre a dar el salto? Principalmente porque esto conllevaría la muerte de sus consolas. Wii U podría sobrevivir al ser de entorno doméstico, pero la Nintendo 3DS, la portátil, dejaría de tener sentido en su catálogo, y hablamos de una máquina que ha vendido 54 millones de unidades a nivel mundial.
¿Tiene sentido comprar una consola para un par de juegos? Para Iwata lo tenía
Lo cierto es que Nintendo sigue sacando un buen porcentaje de sus ingresos del hardware. De un hardware, todo hay que decirlo, recortado, incapaz de plantarle cara a sus competidores en términos de potencia. Esta estrategia, diseñada al 100% por Iwata, ha conseguido potenciar franquicias casi olvidadas (Mario Kart, Metroid, Punch Out) que ingresan una media de catorce veces más que los third parties. No es suficiente.
Cuando Iwata accedió al cargo Nintendo estaba en su peor momento, con GameCube tratando de competir con Xbox y PlayStation 2 sin armas. En aquel momento tenía sentido descabalgar su consola de la carrera técnica para venderla más barata aprovechando el corte infantil de sus juegos. Sin embargo, la estrategia arrojó sus frutos con Wii y hoy está en entredicho. Los jugadores se están confusos porque quieren jugar a Mario y a Zelda pero saben que tendrán que comprar otra consola si además quieren llegar a los Fifas y los 2K. ¿Tiene sentido comprar una consola solo para jugar a un título que funcionaría en un iPad?
Para Iwata lo tenía, pero no sabemos qué opinará su sucesor. El genio de Sapporo se hartó de explicar que no podía haber innovación y potencia sin pagar un dineral por una consola. Era lo uno o lo otro. A través del software consiguió poner en valor un hardware modesto que le permitió continuar una tradición de innovación que comenzó hace 125 años. De su legado aún nos queda la inédita Nintendo NX, que a la postre se convertirá en su canto de cisne. Después veremos a una nueva Nintendo.
Partamos de la premisa de que Nintendo no podrá sustituir al fallecido Iwata. El cuarto presidente de Nintendo, el primero sin sangre Yamauchi, era mucho más de lo que su cargo indicaba; era, por naturaleza, un espléndido desarrollador capaz de limpiar el código de un programa en tiempo récord, pero también un gestor de equipos sobresaliente y, sobre todo, un innovador radical, de esos que marcan en camino a largo plazo de una compañía. Si a esto le sumamos un profundo conocimiento de la empresa (con la que trabaja desde 1982) y un carisma que le llevó a convertirse en el ejecutivo más querido del sector, es razonable pensar que Nintendo tendrá que decantarse por un nuevo perfil para su primer ejecutivo.