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Luces en el cielo: el origen del fenómeno ovni
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José A. Pérez

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Luces en el cielo: el origen del fenómeno ovni

Mediados de la década de los cincuenta. EEUU está dividida con el fenómeno nuclear. En medio de este ambiente de paranoia un piloto avista el primer ovni

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Mediados de la década de los cincuenta. Estados Unidos. El pueblo americano tiene el corazón dividido sobre el recién descubierto fenómeno nuclear. ¿Es una amenaza, la panacea o ambas cosas al mismo tiempo?

El 6 agosto del 45, un bombardero B-29 había lanzado una bomba atómica en una pequeña ciudad portuaria japonesa llamada Hiroshima. Con aquella explosión se inauguraba un nuevo capítulo en la historia de la humanidad. Uno en el que, por vez primera, el ser humano tiene la capacidad de provocar su propia extinción en cuestión de horas. En minutos, si se esfuerza un poco.

Pero la energía atómica también es percibida como el motor de lo que puede ser la nueva revolución industrial. Atómico es el adjetivo de moda. Las cosas buenas ahora son ¡atómicas! Ford llega a presentar en público su prototipo Nucleon, un coche que funcionaría con un reactor nuclear y que, lógicamente, nunca legó a fabricarse.

Estados Unidos y la Unión Soviética compiten por hacerse con el control político y económico del mundo con el botón rojo siempre a mano.

En 1947, dos años después de las masacres de Hiroshima y Nagasaki, un empresario y asesor presidencia estadounidense llamado Bernard Baruch proclama: "Estamos inmersos en una guerra fría", bautizando así un periodo histórico que duraría más de cuatro décadas.

Cómo la prensa se inventó el primer platillo volante

La amenaza atómica nubla el optimismo nuclear. Los estadounidenses empiezan a mirar el horizonte con miedo. Se construyen búnkeres. La prensa advierte de que, en cualquier momento, unos cohetes equipados con cabezas nucleares aparecerán volando sobre el océano.

Hay que estar prevenidos, siempre tensos, siempre preparados para salir corriendo hacia el refugio, para meterse bajo la mesa y taparse la cabeza con lo que se tenga a mano.

Es en este ambiente de paranoia social cuando un piloto de Idaho comunica lo que pasaría a la historia como el primer avistamiento documentado de un objeto volador no identificado. Es decir, un ovni. Ocurre el 24 de junio de 1947, durante un vuelo. El piloto Kenneth Arnold informa a la U.S. Air Force del avistamiento de nueve objetos que vuelan a una gran velocidad y de manera errática. Los describe como "el plato de una tarta cortado por la mitad".

La U.S. Air Force desestima su informe por considerarlo "un espejismo", lo que no impide que la prensa se haga eco del avistamiento. Y es precisamente la prensa quien, a partir de las declaraciones del piloto, inventa el "platillo volante" (flying saucer).

¡Los extraterrestres nos visitaban!

Queda una década para la fundación de la NASA, pero la naves espaciales inundan ya los quioscos. La imaginación colectiva empieza a soñar con exploradores planetarios y amenazantes civilizaciones alienígenas, algunas de ellas con ideas llamativamente similares a las nacionalsocialistas.

Algunos incluso consiguieron ver a los tripulantes, comunicarse con ellos, y hubo quien dijo estar varios días secuestrado

Fue ese imaginario colectivo ávido de extraterrestres el que lanzó a Kenneht Arnold a la popularidad y dio verosimilitud a sus declaraciones. ¡Los extraterrestres nos visitaban! Hasta entonces nadie se había percatado de ello, claro, porque su tecnología futurista nos impedía verles y oírles y anulaba nuestros radares. Kenneth Arnold simplemente tuvo suerte. Les vio. Fue el primero de una enorme lista de testigos que crecería incesante durante décadas y que sólo empezaría a perder fuerza a finales del siglo XX.

Medio siglo de luces en el cielo, sobre lagos apartados, en carreteras desiertas, en mitad de la noche. Algunos incluso consiguieron ver a los tripulantes, comunicarse con ellos, y hubo quien dijo estar varios días secuestrado. Los aliens y sus naves se convirtieron en un icono poco con Roswell y el Área 51 y las marcas en los sembrados y Encuentros en la Tercera Fase y V y ET.

Muchos científicos sostienen que debe haber vida inteligente ahí fuera. Aunque sea cierto, las distancias que nos separan son tan enormes que muy probablemente jamás sabremos los unos de los otros. Eso no nos impide, por supuesto, soñar con otras civilizaciones y fantasear con el encuentro. Carl Sagan lo resumió maravillosamente. Dijo: "A veces creo que hay vida en otros planetas y a veces no. En cualquiera de los dos casos, la conclusión es asombrosa".

Mediados de la década de los cincuenta. Estados Unidos. El pueblo americano tiene el corazón dividido sobre el recién descubierto fenómeno nuclear. ¿Es una amenaza, la panacea o ambas cosas al mismo tiempo?

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