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Guía de supervivencia para el fin del mundo
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José A. Pérez

No me creas

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Guía de supervivencia para el fin del mundo

La NASA ha creado un grupo de trabajo para analizar los motivos de las caídas de los grandes imperios. El objetivo es ver si compartimos los mismos patrones

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A estas alturas ya sabrá que el mundo se nos puede ir al cuerno en cualquier momento. No me refiero al planeta, que también, sino a la sociedad. A eso que tan pomposamente llamamos civilización.

El centro de investigación Goddard Space Flight Center de la NASA está trabajando en ese escenario. Para ello, informa The Guardian, ha creado un grupo de trabajo conformado por científicos e investigadores de ciencias sociales. Su misión consiste en analizar las caídas de los grandes imperios (el romano, el mesopotámico, el gupta), en busca de los motivos de su colapso. Han buscado los patrones para ver si, como parece, también nosotros convivimos con ellos.

Dicen los expertos que la amenaza no es baladí. Hay cuatro indicadores en alerta roja desde hace tiempo. El más popular, quizá por la espectacularidad de sus imágenes, es el cambio climático. A todos se nos encoje el corazón cada vez que vemos un inmenso glaciar resquebrajándose en el telediario. Siempre con sonido directo. Catacrac, resuena el hilo, y ahora vamos con los deportes.

El segundo indicador es la crisis energética que, de un tiempo a esta parte, va ganando terreno en el imaginario colectivo. El planeta empieza a quedarnos pequeño y, por el momento, no tenemos un plan B.

Lo cual nos lleva al tercer indicador del colapso: la superpoblación. Usted y yo compartimos esta pálida mota azul con más de 7.000 millones de almas. En su informe World Population Prospects, la ONU pronostica que para el año 2050 contaremos con nada menos que 9.600 millones de bocas humanas sobre la Tierra. El doble (¡el doble!) que en 1985.

El cuarto y último indicador está enterrado en una brecha, la que separa el mundo pobre y el mundo rico. El informe de Oxfam Intermon pone números, muchos números a la tragedia, pero, en realidad, basta con dos: el 1% de la población mundial posee casi el 50% de la riqueza.

Planes para evitar el desastre

Por supuesto, hay gente, gente lista y competente trabajando en cada uno de estos potenciales desastres. Existen planes para combatir el cambio climático. Está Kioto, que cumple todo el mundo menos quien con más motivo debería cumplirlo. También se está trabajando en la búsqueda de fuentes de energía alternativas, y hay empresas buscando petróleo hasta debajo de los océanos. 

La superpoblación es una cuestión todavía más peliaguda si cabe, ya que nadie parece tener un plan al respecto

El problema del absurdo reparto de la riqueza no está tan encarrilado, aunque sí es cierto que existen numerosos programas para reducir la pobreza en el Tercer Mundo. Bill Gates, el informático reconvertido en superhombre, asegura que, si la cosa no se le tuerce, en 2035 casi no habrá países pobres. Bien, ojalá sea así.

La superpoblación es una cuestión todavía más peliaguda si cabe, ya que nadie parece tener un plan al respecto. Ni siquiera la agresiva política de hijo único de China parece la solución. De hecho, hace unos meses el gobierno chino relajó esta medida, permitiendo tener dos hijos a determinadas parejas.

El Goddard Space Flight Center ha agrupado toda esta información para buscar en ella ecos de anteriores desastres. Su estudio, que pronto verá la luz en forma de publicación científica, quiere convertirse en la guía de supervivencia para el fin de nuestra civilización. Un tratado de la peligrosa deriva del mundo. Esa deriva en la que vivimos cada día mientras estamos ocupados haciendo otras cosas.

A estas alturas ya sabrá que el mundo se nos puede ir al cuerno en cualquier momento. No me refiero al planeta, que también, sino a la sociedad. A eso que tan pomposamente llamamos civilización.