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No dejes que la verdad te estropee un buen 'tuit'
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Alejandro Domínguez

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No dejes que la verdad te estropee un buen 'tuit'

Los bulos corren por las redes sociales a velocidad de vértigo, y con la prisa por ser el primero en hacer un comentario ingenioso, pocos se paran a confirmarlos

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La máxima del periodismo amarillista, “no dejes que la verdad te estropee una buena noticia”, se eleva a la enésima potencia si hablamos de redes sociales. La inmediatez y el ansia por publicar algo gracioso o impactante, unido a que desde luego no se le exige una deontología profesional al tuitero, hacen que los bulos y la demagogia circulen como la espuma en los (ya no tan) nuevos medios. De vivir en nuestro tiempo, William Randolph Hearst habría sido sin duda un tuitero de campanillas.

Si además a este ansia por ser el primero en comentar una noticia le unimos el mosqueo general del personal con los gobernantes y políticos, a la mínima que se intuye que a uno le pueden rascar el bolsillo las redes echan humo. Y si ir más lejos, no estamos ni en el ecuador de esta semana y ya tenemos dos ejemplos perfectos de bulos que han llegado a ser Trending Topic.

En primer lugar atendimos al escarnio 2.0 hacia la infanta Leonor cuándo corrió la información de que la criatura de 8 años, al pasar a ser la heredera al trono, comenzaría a percibir una retribución anual de 102.464 euros. Vamos, que la niña se lo iba a llevar muerto “mientras miles de niños pasan hambre en nuestro país”, como rezaban varios mensajes.

Posteriormente se demostró que Leonor no percibirá ninguna asignación del Estado hasta que cumpla la mayoría de edad, y que por el momento tendrá que seguir financiándose los chuches(que no van nada baratos) con la paga que le den sus abuelos.

Posteriormente nos encontramos con otro bombazo: “El Gobierno multará con hasta 600 euros a los usuarios de servicios como BlaBlaCar”. La redes sociales amanecieron como un auténtico hervidero de indignación ante unos gobernantes que amnistían a los que se llevan su negruzco dinero a Suiza pero le meten un cañonazo al bolsillo a aquellos que comparten coche para ahorrar gastos.

Debo confesar que en un primer momento hasta un servidor picó el anzuelo, ya que varios medios de comunicación también se atrevieron con el tuitero titulary tras leerlo en más de una cabecera, me lo comí enterito. Desde BlaBlaCar han tenido que salir al quite con un comunicado para clarificar la situación y dejarnos claro que compartir coche sigue sin ser delito en nuestro país.

Uber o Cabify son otra historia

El tema está en que según la nota que publicó Fomento sí hay servicios de transporte de viajeros que estarán penados si no se ajustan a la legalidad vigente, pero esto no incluirá en ningún caso al hecho de “compartir coche”, que es el fin de la citada BlaBlaCar.

La mira del Ejecutivo está puesta en los Cabify y, sobre todo Uber, la aplicación que pone en contacto a particulares para realizar trayectos en vehículos privados cobrando por ello, y que cada vez es más conocida por contar con inversores como Google y haber recibido recientemente una valoración de más de 13.000 millones de euros.

Aunque si por algo se ha hecho popular Uber en los últimos días es por la huelga convocada por las asociaciones de taxistas, que la han declarado su archienemiga y acusan de competencia desleal. Tras las demandas in crescendo de este sector y la última declaración de huelga, el Ministerio ha movido ficha y actuado con su declaración de intenciones ante estos servicios.

La opinión pro Uber o pro taxistas ya es harina de otro costal, pero desde luego menos sensacionalista que la “prohibición de compartir vehículo”. Ojo con el Twitter, que a veces lo carga el diablo.

La máxima del periodismo amarillista, “no dejes que la verdad te estropee una buena noticia”, se eleva a la enésima potencia si hablamos de redes sociales. La inmediatez y el ansia por publicar algo gracioso o impactante, unido a que desde luego no se le exige una deontología profesional al tuitero, hacen que los bulos y la demagogia circulen como la espuma en los (ya no tan) nuevos medios. De vivir en nuestro tiempo, William Randolph Hearst habría sido sin duda un tuitero de campanillas.

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