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El Actimel adictivo, los pollos mutantes y otros rumores que corren por internet
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Alejandro Domínguez

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El Actimel adictivo, los pollos mutantes y otros rumores que corren por internet

Habitualmente los rumores son inofensivos, pero cuando el bulo es malintencionado y además cuenta con un altavoz tan potente como son hoy en día las redes sociales, puede dañar nuestra reputación

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Podríamos decir que la rumorología es casi inherente al ser humano, y en nuestro caso es que directamente cotillear es algo más español que el porompompero. Desde el patio de vecinos hasta los corrillos del Parlamento, ¿a quién no le gusta un buen cotilleo?

Habitualmente los rumores son inofensivos, pero cuando el bulo es malintencionado y además cuenta con un altavoz tan potente como son hoy en día las redes sociales puede llegar a dañar la reputación de personas, empresas o instituciones.

Esto ocurre cuandopor ejemplo, circulan bulos sobre efectos dañinos o malas prácticas productivas en empresas de alimentación y restauración. Entre varios que podríamos citar uno muy recurrente era el de que Kentucky Fried Chicken había cambiado su nombre por KFC porque no podía mencionar la palabra “pollo”. Transcribo literalmente la peregrina explicación que se viralizapor internet desde hace años:

(…) La razón por la cual lo llaman KFC es porque no pueden usar más la palabra “pollo”. ¿Por qué? KFC no usa “pollos reales”. Actualmente están usando organismos genéticamente manipulados. Estos, que ellos llaman “pollos”, se mantienen vivos a través de tubos insertados dentro de sus cuerpos para bombear sangre y nutrientes a través de su estructura. No tienen picos, plumas ni patas. Su estructura ha sido reducida para obtener más carne. Esto es muy bueno para KFC ya que no tienen que pagar mucho por los costos de producción de los mismos. No hay que arrancar mas plumas o remover los picos y las patas. El gobierno les ha indicado cambiar todos sus menús para que no digan más ‘pollo’. Si se fijan notarán la diferencia. Escuchen sus comerciales. Les garantizo que no verán o escucharan la palabra “pollo”. Encuentro esto bastante desagradable. (…)

Desde luego no parece una estrategia de negocio muy sólida utilizar animales mutantes en una cadena de restauración, y sobre todo es bastante loco pensar que en caso de ser así las medidas de las Autoridades fueran decir “tranquilos, podéis seguir vendiendo esas bolas de carne que mantenéis vivas a través de un tubo, pero haced el favor de no llamarles pollo”.

No parece una estrategia de negocio muy sólida utilizar animales mutantes en una cadena de restauración

Una persona seria no debería dudar ni un momento sobre la veracidad de un bulo de este calibre, pero vivimos en una sociedad en la que al menos yo no dejo de sorprenderme por cómo funcionan algunas cabeciñas… Desde los que no vacunan a sus hijos hasta los apóstoles de los chemtrails.

Será por esto que la empresa del Coronel notó que la gracia del “no pueden decir pollo” se estaba extendiendo demasiado y afectaba realmente a su negocio, así que decidieron reaccionar con un anuncio televisivo y una web habilitada para que los consumidores puedan hacer todas las preguntas que quieran a la compañía y aclarar así esta u otras cuestiones sobre sus procesos y los alimentos que sirven.

Estamos ante un nuevo caso en el que una empresa se ve obligada a reaccionar ante un hoax (como se conoce comúnmente a los bulos en internet), aunque no suele ser tan habitual que lleguen a actuar incluso con un spot televisivo.

Actimel, Coca-Cola o Tommy también sufrieron la rumorología

Una situación similar la vivió Actimel hace ya años. A Danone se le montó un buen pollo (no frito en este caso), porque empezó a circular como la pólvora el bulo de que si tomabas los famosos L casei inmunitas tu cuerpo dejaría de producir ciertas defensas por si mismo y te convertirías en una especiede yonki de este producto.

Danone tuvo que tomar cartas en el asunto, de forma reactiva en un primer momento y estoy seguro de que ha sido un factor muy a tener en cuenta en su estrategia de comunicación de los últimos años, que les ha llevado a buscar apoyo en instituciones como la Universidad de Navarra para apoyar su famoso Actimel. Aunque ocurrió hace tiempo hoy en día no sólo seguimos encontrando el desmentido en su página web, sino que incluso se han ocupado de invertir en Google Adwords para que cuándo alguien busque “bulo Actimel” no se distraiga con las explicaciones magufas y vaya directamente al comunicado de la compañía.

Otras referencias históricas sobre el tema las encontramos en Coca-Cola, una de las primeras marcas en crear un sitio de estas características para centralizar los hoaxes que circulaban sobre “la chispa de la vida”: Coca-Cola: Rumors & Facts; o Tommy Hilfiger, que tuvo que ir al programa de Oprah a desmentir que había dicho que “si hubiese sabido que su ropa la iban a comprar negros, hispanos o judíos no la habría hecho tan bonita”.

En definitiva, del lado del usuario es importante no dar cancha a los rumores y no compartir a la ligera acusaciones graves y de dudoso fundamento contra personas o instituciones, mientras que por el lado de las empresas, es vital realizar una escucha constante de lo que se comenta acerca de sus marcas para poder tomar las medidas oportunas lo antes posible cuándo sea necesario, y evitar así que la bola de nieve se haga más grande.

El grandísimo Carlito Brigante (Al Pacino) decía en Atrapado por su pasado, haciendo referencia a sus círculos de “amistad”, que “un favor puede matarte más rápido que una bala". Le tomo como inspiración para afirmar que en la actualidad, y como no estés espabilado, es un rumor el que puede matarte igual o más rápido.

'Bonus track': no perdamos la cabeza

Una cosa es no compartir hoaxes de manera deliberada y otra es volvernos locos. Hace unos días me pasó una cosa muy curiosa: compartí en Twitter un chiste relacionando el nacimiento de Chuck Norris con el fin de los nazis, que había tenido lugar al día siguiente, pero cuál fue mi sorpresa al encontrarme con un jaleíto considerable, consecuencia de varios auténticos frikazos que me echaban en cara que la fecha de nacimiento del bueno de Chuck era incorrecta, y que cómo tenía yo la desfachatez de difundir un bulo así.

Me llegaron a decir que había que tener rigor con los chistes, afirmación ante la que me quedécompletamente pasmado. Efectivamente y como ya comentamos anteriormente no está bien difundir falsas informaciones por las redes sociales, pero no perdamos la cabeza, ¡un chiste es un chiste!

Si llevamos esto al extremo ya me veo buscando si realmente existía un perro que se llamaba “mistetas”…

Podríamos decir que la rumorología es casi inherente al ser humano, y en nuestro caso es que directamente cotillear es algo más español que el porompompero. Desde el patio de vecinos hasta los corrillos del Parlamento, ¿a quién no le gusta un buen cotilleo?