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Tres grandes aciertos del Samsung Galaxy S8 que pondrán en (serios) aprietos al iPhone
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Jaume Esteve Gutiérrez

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Jaume Esteve

Tres grandes aciertos del Samsung Galaxy S8 que pondrán en (serios) aprietos al iPhone

El Galaxy S8 por fin se ha presentado en sociedad. Bastan unos minutos con el teléfono de Samsung para comprender que se trata de un 'smartphone' rompedor

Foto: Samsung Galaxy S8. (J. E.)
Samsung Galaxy S8. (J. E.)

Después de semanas de filtraciones y especulaciones, el Galaxy S8 ha dado la cara. Lo ha hecho en un evento en Nueva York, aunque en Teknautas tuvimos la oportunidad de probarlo en Londres la pasada semana para ver de cerca un teléfono llamado a convertirse en uno de los mejor valorados del año. Después del golpe que supuso la retirada del Note 7, Samsung no podía haberse sacado un mejor producto de la manga.

Foto: Así es el nuevo Galaxy S8.

Hay tres aspectos en los que Samsung está marcando la agenda. Y no lo hace precisamente por ser el primero en lanzar una tecnología, sino por refinar ese concepto. La enorme pantalla de los dos modelos de S8 es un buen ejemplo, mientras que su reticencia a dar el salto a la cámara dual también tiene una buena explicación.

Que a Samsung le vaya bien es un duro golpe para Apple en un año, 2017, en el que las expectativas por el nuevo iPhone están por las nubes: el décimo aniversario del 'smartphone' de Apple ha sido motivo más que suficiente para que se lleve especulando con el teléfono incluso más de medio año antes de que llegue a las tiendas. Estos tres aspectos deberían preocupar a Apple.

Tiene una pantalla preciosa

Es un punto en el que Samsung parte con ventaja. La inclusión de paneles Super AMOLED en años anteriores siempre ha sido un argumento de venta a favor del fabricante coreano. El S8 añade las curvas en los laterales a los dos modelos, compatibilidad para reproducir vídeos con tecnología HDR y es tan grande que hasta el 'display' de un iPhone Plus se va a quedar pequeño. El teléfono de Apple se queda en 5,5", mientras que el S8 más pequeño se va a 5,8".

Se podría decir que Xiaomi fue la más osada al eliminar hasta el marco superior del teléfono en el Mi Mix, pero el terminal ofrecía alguna dudas, tal y como publicamos en esta casa. El LG G6, aun siendo un teléfono muy bonito y que nos ha causado una buenísima sensación, no contaba con ese 'wow factor' del que tanto hablan los anglosajones.

Todas estas novedades en el ámbito del diseño son importantes si se tienen en cuenta los números que Samsung consiguió el año pasado con el S7. Se acusó a la compañía de haber sido conservadora con el diseño y de haber presentado una versión prácticamente calcada a la del S6 y, aun así, logró unas cifras de venta récord durante la primera mitad del año que provocaron hasta una considerable subida en las acciones de la compañía.

Samsung ha cogido el concepto del Mi Mix y el G6 y lo ha perfeccionado, hasta el punto de lograr la pantalla más resultona que hemos probado

Con un carro de novedades, resulta complicado que la firma coreana no vaya a igualar, como mínimo, la tendencia que ya registró hace 12 meses.

El S8 va a crear tendencia

En ocasiones, no basta con llegar el primero. Hay que hacerlo bien. Apple es especialista en este punto pero, en esta ocasión, Samsung va a ser quien marque la agenda. En cuestión de diseño, el S8 toma la senda iniciada por Xiaomi con el Mi Mix y por LG con el reciente G6 con la enorme pantalla, pero lleva esa idea un paso más allá con otras decisiones de diseño.

La desaparición del botón 'home', que se integra en la zona inferior del 'display', era una decisión cantada si se pretendía ampliar la pantalla. El uso de materiales curvos tanto en el S8 como en el S8+ (Huawei los está comenzando a añadir en algunos terminales, lo mismo que Xiaomi) confirma que la tendencia que no ha cuajado en televisión sí parece hacerlo en móviles.

La mezcla de marcos pequeños y curvas unidas a un enorme 'display' ha acabado con uno de los grandes problemas de la telefonía móvil: que una gran pantalla estaba asociada, por narices, a un armatoste que debía utilizarse sí o sí con dos manos. Con el S8, por lo menos, se puede alcanzar el extremo opuesto de la pantalla con facilidad (otra cosa es la zona superior, pero esa es una batalla perdida).

Colocar el sensor de huellas en la zona trasera parece una batalla perdida. Samsung se la podría haber jugado en exclusiva con el escáner de iris

Hay un par de decisiones que van a ser controvertidas: mantener el 'jack' de audio y colocar el sensor de huellas en la zona trasera, en un lateral. El primero parece una batalla perdida frente a la avalancha de auriculares 'bluetooth' que se nos viene encima y lo bien que se están comportando en el mercado. El segundo parece más difícil de defender, tanto por lo incómodo que parece a primera vista como por lo bien que funcionó el escáner de iris en el Note 7. Samsung se la debería haber jugado a abandonar ese sensor, visto que tiene otros métodos de verificación que funcionan con solvencia.

No necesita una cámara dual

Apple, Huawei, LG, Honor... Son numerosos los fabricantes que han optado por incluir una óptica dual en sus teléfonos. No es el caso de Samsung. Y resulta curioso, ya que la compañía surcoreana es una de las que mejores resultados han obtenido siempre en este ámbito. A juzgar por las especificaciones, el S8 es un teléfono conservador en este aspecto. Mantiene los 12MP con apertura f1.7 en la cámara trasera y aumenta la apuesta en la delantera hasta montar una de 8MP.

La estrategia parece similar a la que Apple ha seguido en otras ocasiones: mantener la cámara cuando llega el gran rediseño y actualizarla con la mejora que llega al mercado. Pero en el caso de Samsung, es probable (y tenemos que probar la óptica a fondo para saber hasta qué punto incorpora alguna mejora) que con mantener la montura del S7 le baste para estar, como mínimo, a la altura de sus rivales.

Tanto los Galaxy como el Pixel de Google han demostrado, por el momento, que se pueden obtener grandes resultados sin tener una segunda cámara en el chasis.

Pero tiene una pega: el precio

Es uno de los argumentos que a más consumidores pueden frenar: 809 y 909 euros no son cifras, precisamente, populares. Más si se tiene en cuenta que hace un año los Galaxy S7 y S7 Edge salieron a la venta por 719 y 819 euros, casi 100 euros por debajo de lo que Samsung te va a cobrar por un S8.

El problema ya no radica solo en el aumento de precio sino en la comparativa con los rivales: basta con ver a Huawei presionando de manera muy agresiva para mantener sus 'smartphones' por debajo de 700 euros y que LG no haya sobrepasado la barrera de los 800 euros con el G6.

Pero hay un dato que debería alentar el optimismo de los directivos de Samsung. El precio de venta medio del iPhone, el espejo en el que se mira el Galaxy, no ha hecho otra cosa que aumentar a lo largo de los años y fue en el último trimestre cuando marcó su máximo histórico.

La respuesta a la incógnita del precio la tendremos en unas pocas semanas, cuando los teléfonos lleguen a las tiendas. Hasta entonces, y de cara a la presentación del iPhone en septiembre, Apple tiene deberes. ¿Su primera tarea? Recuperar la iniciativa que tenía hace 10 años cuando presentó cierto producto llamado iPhone.

Después de semanas de filtraciones y especulaciones, el Galaxy S8 ha dado la cara. Lo ha hecho en un evento en Nueva York, aunque en Teknautas tuvimos la oportunidad de probarlo en Londres la pasada semana para ver de cerca un teléfono llamado a convertirse en uno de los mejor valorados del año. Después del golpe que supuso la retirada del Note 7, Samsung no podía haberse sacado un mejor producto de la manga.

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