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Este es el precio de revertir Madrid Central

Eliminar la zona de bajas emisiones que instauró Carmena puede ser un gesto poderoso para el nuevo alcalde, pero no saldrá barato: tendrá costes en salud y multas de Europa

Foto: El 'smog' de Madrid (EFE)
El 'smog' de Madrid (EFE)

El futuro de la gestión de la movilidad en algo menos de 500 hectáreas de la capital del Estado se ha convertido en uno de los debates políticos de mayor transcendencia tras las elecciones. Madrid Central se ha convertido en un símbolo a eliminar, de la misma manera que una mezquita se reconvertía en catedral tras la reconquista de una ciudad musulmana.

Madrid Central es una de las actuaciones más visibles no solo de la capital, sino de los gobiernos del cambio. Quizá porque se circunscribe a 500 hectáreas en las que se concentran gran parte de los poderes del país. Actuar allí asegura titulares y derrumbar tal símbolo de conquista ciudadana daría aliento a la derecha más extrema.

Foto: El Ayuntamiento anula 6.602 multas en Madrid Central por un error. (EFE)

El problema es el precio que tiene ese gesto, que dista mucho de ser meramente simbólico. Madrid Central nació como parte del Plan A de mejora de la calidad del aire en la capital. Trata de dar solución a un problema de contaminación mayúsculo: la ciudad de Madrid se caracteriza por superar perpetuamente los límites de concentración de contaminantes que se consideran necesarios para garantizar la salud.

El tráfico rodado es el responsable del 80% de los óxidos de nitrógeno (uno de los principales gases contaminantes) emitidos en el centro de la ciudad de Madrid. Incluso los coches modernos son muy contaminantes. Así que la única manera de librarse del aire tóxico que mata a miles de personas, impide el normal desarrollo físico e intelectual de nuestros hijos e hijas y pone límites a las personas con dificultades cardiacas y/o respiratorias, es reducir dramáticamente su número.

Y Madrid lo está haciendo bastante bien. La historia de las Zonas de Bajas Emisiones es ya larga en Europa. Madrid se nutrió de los errores de otras capitales y diseñó una zona de bajas emisiones moderna, donde los vehículos de gasolina y gasoil (etiquetas B y C) no pueden circular libremente en su interior. Además va ligado a un plan de mejoras en el transporte público, aceras y espacios peatonales. En los seis meses en los que ha funcionado Madrid Central se ha demostrado que, a pesar de sus pequeñas dimensiones, ha conseguido reducir hasta límites admisibles la concentración de gases contaminantes en la zona que se beneficia de la medida.

placeholder Mapa de Madrid Central
Mapa de Madrid Central

Esto es algo de lo que no pueden presumir todas las zonas de bajas emisiones del mundo. De hecho, las medidas que se han tomado hasta ahora en ciudades alemanas, como Berlín, que han restringido la entrada solo a los coches más antiguos, han resultado insuficientes para mejorar la calidad del aire. Si los datos de los próximos años siguen como hasta ahora, Madrid Central bien podría ser una de las zonas de bajas emisiones más eficientes de Europa. Dejaría clara la necesidad de que este tipo de medidas se dirijan a disminuir el número de coches en las ciudades y no a renovar las flotas.

Sin embargo, a pesar de la notable mejora en calidad del aire que supone la medida, tanto PP como VOX han querido dejar clara su intención de revertirla de forma inmediata. Destruir el símbolo, aunque sea a costa de la salud de la ciudad o a riesgo de multas millonarias por no garantizarla. Es muy probable que tengan que enfrentarse a estamentos superiores, como la Comisión Europea o tal vez el gobierno del Estado, para explicar cómo garantizarán la salud de las gentes de Madrid una vez eliminen esa medida. Pero también tendrán que enfrentarse a una gran parte de la ciudadanía, que quiere respirar aire limpio. Y los partidos que se nutren de la gente de ideología centrista tendrían que explicar su papel para materializar las promesas electorales de la derecha más extrema a costa de la salud de la ciudadanía de Madrid.

Nuria Blázquez es coordinadora de Transporte de Ecologistas en Acción

El futuro de la gestión de la movilidad en algo menos de 500 hectáreas de la capital del Estado se ha convertido en uno de los debates políticos de mayor transcendencia tras las elecciones. Madrid Central se ha convertido en un símbolo a eliminar, de la misma manera que una mezquita se reconvertía en catedral tras la reconquista de una ciudad musulmana.

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