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Empezar por lo cercano: tareas para después de la cumbre del clima
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Empezar por lo cercano: tareas para después de la cumbre del clima

De esta cumbre, debemos esperar objetivos claros y compartidos que cada país ha de traducir en acciones

Foto: Imagen de Pete Linforth en Pixabay.
Imagen de Pete Linforth en Pixabay.

España acoge la cumbre del clima en Madrid. Es, sin lugar a dudas, una buena noticia para uno de los países más expuestos al cambio climático. Aunque no deja de ser paradójico que se celebre en una ciudad que está dando pasos atrás en las medidas de lucha contra esta emergencia.

Desgraciadamente, lo más probable es que nos encontraremos con un nuevo recetario de números que nos glosarán cuán lejos estamos de alcanzar las metas de cumbres pasadas y nos harán mirar con respiración contenida la distancia que nos separa de los nuevos objetivos. Esos números son la expresión de problemas que hace poco parecían lejanos y que hoy se traducen en riadas, sequías o cambios en nuestra cotidianidad. Cambio climático es el deshielo de los polos, pero también la gota fría que inundó la costa mediterránea en septiembre, la aparición de mosquitos en noviembre en Andalucía o que este año los jamones sean de peor calidad porque la falta de lluvias dificulta la montanera. La emergencia climática que ha decretado el Parlamento Europeo es una realidad tangible y no una alerta en el vacío.

Sea como fuere, de esta cumbre debemos esperar objetivos claros y compartidos que cada país ha de traducir en acciones. A la postre, son las medidas concretas las que cambian el curso de la historia. Acciones que, máxime con una recesión económica en ciernes, pueden chocar con objetivos económicos y electorales de corto y medio plazo. Es por ello que ante una emergencia como la que vivimos es necesario cambiar de brújula; básicamente, porque estamos ante una agenda de naturaleza distinta a la que teníamos antes de la crisis. No es ya solo un problema de redistribución de riqueza, sino de tener futuro o no. Es un problema en el que nos debatimos entre la supervivencia o la desaparición como especie, y ante ese dilema no caben medias tintas. Si los últimos 100 años la dialéctica capital versus trabajo marcó la política, ahora lo hace también la que rige entre capital versus biosfera, y solo hay futuro si el dilema se inclina hacia la biosfera, es decir, si acomodamos el resto de intereses a un valor superior.

Foto: Una pareja pasea en las proximidades de la central nuclear de Doel, Bélgica. (EFE) Opinión
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Ante este escenario, cuando pase la cumbre, la pregunta que tendremos que hacernos es ¿y en España qué vamos a hacer? Durante nuestro paso por las instituciones, y desde disciplinas diferentes, nos tocó ver cómo la compartimentación de áreas impedía dibujar un cuadro completo que ofreciera claridad para plantear nuevas soluciones. No es hasta que conectamos transporte con educación, sanidad y trabajo que entendemos la necesidad de enfocar el problema bajo el prisma holístico de la movilidad. Del mismo modo, es imperativo dejar de mirar los lugares que habitamos como meros espacios construidos para pasar a enfocarlos desde un prisma diferente.

Así, la vivienda, que ha sido centro de la vida social y punto de partida de la crisis, puede ser también el centro natural de este necesario proyecto de transformación de nuestras urbes, la palanca necesaria para poner en marcha una agenda social de sostenibilidad. Tenemos los ingredientes y la oportunidad. La España de hoy, felizmente más longeva, vive en un parque de viviendas pendiente de actualización: ascensores, domotización, cubiertas con placas solares, eficiencia energética o compartición de redes de comunicación. El ahorro de costes en la factura energética y de telecomunicaciones, la densificación urbana, la intermodalidad son solo algunas de las ventajas de un proceso de rehabilitación más eficiente en términos económicos y climáticos que la mera renovación del parque de viviendas. Un proceso que, además, puede ser intensivo en términos de creación de empleo verde y sostenible.

Foto: Banderas de la Unión Europea en la sede de la Comisión en Bruselas. (Reuters)

Nos toca a todos y todas poner imaginación para que este nuevo Gobierno de coalición comprometido con la transición ecológica cuente con recursos y proyectos que aúnen prosperidad económica y transición ecológica, para articular las herramientas que conecten departamentos administrativos estancos y niveles competenciales demasiadas veces enfrentados.

Nuestro país está llamado a levantar un plan que proyecte un impulso de transformación de la fisonomía de sus pueblos y ciudades de nuestro país haciéndolos más seguros, sostenibles y accesibles, con servicios básicos más económicos y generando empleo. Un plan que además nos cohesione bajo un mismo impulso, un mismo norte, que nos recuerde que compartimos preocupaciones pero que también compartimos horizontes comunes. Un país más seguro para garantizar la igualdad efectiva, un país no dependiente de las energías fósiles, un país más saludable.

Pero, más allá de eso, tampoco hay que menospreciar que ese horizonte no solo canaliza nuestras fuerzas en un proyecto común, no solo teje comunidad, no solo nos cohesiona como sociedad, sino que además esos horizontes compartidos son la mejor vacuna frente a las trincheras del odio al diferente. Nuestro país debe liderar un proyecto de estas dimensiones, de esos que, como la Transición, unen a toda una generación enrolando con ilusión a cada ciudadano en su pieza del puzle de la tarea transformadora.

Necesitamos un Gobierno que impulse y aterrice las acciones concretas en el marco de un proyecto de conjunto ilusionante para conseguir los objetivos

La cumbre del clima marcará objetivos. Cuando termine, lo que necesitamos es un Gobierno que apueste radicalmente por dar el salto adelante que requiere la movilización de los esfuerzos de todos en un proceso de transformación real. Un Gobierno que impulse y aterrice las acciones concretas en el marco de un proyecto de conjunto ilusionante para conseguir los objetivos marcados, sin miedos o titubeos. Es tiempo de embarcar nuestro país rumbo a un futuro esperanzador, es tiempo de recordar que hoy es siempre todavía.

*Auxiliadora Honorato, José Manuel López, Alberto Montero y Sergio Pascual son miembros de EcoPERSPECTIVAS y exdiputad@s de Unidas Podemos.

España acoge la cumbre del clima en Madrid. Es, sin lugar a dudas, una buena noticia para uno de los países más expuestos al cambio climático. Aunque no deja de ser paradójico que se celebre en una ciudad que está dando pasos atrás en las medidas de lucha contra esta emergencia.