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El dilema digital de Europa: ¿árbitro o jugador?
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Miguel Otero

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El dilema digital de Europa: ¿árbitro o jugador?

La interacción entre los estándares regulatorios y la competitividad determinará qué regiones lideran la economía digital del siglo XXI

Foto: Elon Musk junto a Donald Trump. (Reuters/Brian Snyder)
Elon Musk junto a Donald Trump. (Reuters/Brian Snyder)

Elon Musk y Mark Zuckerberg se han alineado con Donald Trump en su cruzada libertaria. Esto presenta un desafío significativo para la UE. ¿Es suficiente para la UE actuar únicamente como árbitro del espacio digital o debe evolucionar hacia un jugador activo en este nuevo juego?

La verdad es que, a medida que las transformaciones digitales y verdes se cruzan —o chocan— con la geopolítica, las dinámicas de poder global están tomando forma, impactando la competitividad económica, la soberanía financiera y monetaria, el control de la información, la ciberseguridad y la guerra moderna.

"La velocidad del cambio tecnológico desencadenado por la revolución digital ha dejado a [la Unión Europea] rezagada", señaló Christine Lagarde, presidenta del BCE, en su reciente discurso en el Collège des Bernardins en París. "Debemos adaptarnos rápidamente a un entorno geopolítico cambiante y recuperar el terreno perdido en competitividad e innovación". Actualmente, Europa está perdiendo la carrera tecnológica global, y las advertencias no solo provienen de Lagarde. En el informe de Mario Draghi, "El futuro de la competitividad europea – Una estrategia de competitividad para Europa", se detalla la creciente brecha de innovación entre la UE y sus principales competidores: Estados Unidos y China.

La posición de Europa en este contexto, sin embargo, podría considerarse como una oportunidad única. Si bien puede estar rezagada en términos de innovación tecnológica pura, el enfoque socioeconómico de la UE ofrece características distintivas que podrían convertirse en un activo, siempre y cuando se aprovechen y desarrollen adecuadamente.

Foto: Elon Musk siempre ha reconocido que es un apasionado de los videojuegos (X/Grok)

De hecho, en esta carrera de alto riesgo, han surgido tres modelos de gobernanza distintos, cada uno reflejando visiones diferentes sobre cómo la tecnología debería servir a la sociedad, incluyendo marcos institucionales, influencia económica, estándares regulatorios y preferencias ideológicas: el capitalismo de mercado impulsado por Estados Unidos y su tecno-optimismo, el capitalismo estatal chino con su tecno-autoritarismo y el capitalismo social de mercado europeo con su enfoque tecnológico centrado en el ser humano.

Estados Unidos defiende un modelo de capitalismo de mercado basado en la libre empresa y una regulación mínima, un enfoque que ha impulsado el ascenso de gigantes tecnológicos globales y ha estimulado la innovación. Este modelo confía significativamente en la capacidad de las empresas tecnológicas para autorregularse (como se ve en las notas comunitarias en X y Meta), una fe reflejada en leyes antimonopolio débilmente aplicadas, la ausencia de un marco federal de privacidad de datos y reglas permisivas (de hecho, ahora desaparecidas) de moderación de contenidos que eximen a las plataformas de responsabilidad.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump, durante una rueda de prensa. (EFE/Aaron Schwartz)

La segunda administración de Trump bien podría reforzar esta tendencia desreguladora mientras amplifica la guerra comercial y tecnológica con China e incrementa la tensión con la UE, particularmente sobre la regulación digital. Esta tensión ya es evidente mientras la UE intensifica la aplicación de la Ley de Servicios Digitales (DSA), lanzando investigaciones y cargos contra plataformas como X de Elon Musk por violar reglas de moderación de contenido y transparencia.

China, por otro lado, emplea un modelo impulsado por el estado con un doble propósito: fomentar el crecimiento económico y reforzar el control estatal. La transición de un régimen de gobernanza laxo a principios del siglo a mecanismos de supervisión más estrictos comenzó con la implementación de la estrategia nacional de inteligencia artificial de China en 2017, un paso fundamental que sentó las bases para una mayor regulación en datos y algoritmos. Para 2020, la ofensiva del partido contra las grandes tecnologías surgió bajo la bandera de lograr la "Prosperidad Común".

Este control se extiende a través de regulaciones detalladas como las Disposiciones de Gestión de Recomendaciones Algorítmicas de Servicios de Información por Internet (2022), que requieren que las empresas promuevan contenido alineado con los valores del partido –patrióticos y familiares– mientras desincentivan comportamientos considerados inapropiados. Además, el estado mantiene influencia a través de modelos de propiedad mixta, adquiriendo participaciones en empresas tecnológicas privadas a través de fondos de capital gestionados por el gobierno y colocando miembros del Partido Comunista en juntas corporativas para alinear los negocios con las prioridades nacionales.

Foto: Vista exterior de un concesionario de Tesla. (Getty)

La UE persigue una tercera vía: un modelo de gobernanza digital basado en los derechos, centrado en los principios de la economía social de mercado. Este enfoque busca equilibrar la innovación con principios éticos, protegiendo los derechos individuales mientras promueve una distribución justa de los beneficios de la economía digital. A través de regulaciones emblemáticas, como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR, por sus siglas en inglés), la Ley de Mercados Digitales (DMA), la Ley de Servicios Digitales (DSA) y las Leyes de Gobernanza de Datos e Inteligencia Artificial (AI Acts), la UE se ha posicionado como un referente global en la definición de estándares.

Sin embargo, este enfoque regulatorio, aunque crucial para garantizar el cumplimiento y proteger los derechos, no ha fomentado suficientemente la innovación y el crecimiento económico. Como Henna Virkkunen, Comisaria de Soberanía Tecnológica, comentó durante su audiencia de confirmación: "Una ley no siempre es la respuesta para todo". Aunque la UE aprovecha eficazmente su influencia regulatoria —el llamado "efecto Bruselas"— para defender un enfoque más equilibrado y democrático, persisten las dudas sobre si este papel de árbitro es suficiente para asegurar el futuro de Europa.

China mantiene una posición dominante en esta carrera por las tecnologías críticas, particularmente en aquellas clasificadas como de alto riesgo por el Rastreador de Tecnologías Críticas de ASPI. Estados Unidos aún conserva una ventaja en varios campos estratégicos seleccionados, mientras que la UE, como bloque, se encuentra entre los principales actores globales pero lidera en pocas de estas tecnologías.

Los desafíos de la Unión Europea se vuelven más evidentes en habilidades digitales y transformación empresarial

El informe de Benchmarking Internacional de la Transformación Digital del Joint Research Centre refleja un panorama similar: China afirma su dominio, Estados Unidos retiene su ventaja competitiva y la UE lucha por mantenerse al día. En infraestructura digital, China lidera con una cobertura incomparable de 5G, Estados Unidos mantiene su fortaleza con tecnologías diversificadas (fibra y cable), y la UE queda rezagada, mostrando disparidades en la adopción de 5G entre los Estados miembros (20%-100%), a pesar de liderar a nivel mundial en banda ancha de fibra (47%).

Los desafíos de la UE se vuelven más evidentes en habilidades digitales y transformación empresarial. El enfoque estratégico de China en la educación en tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y la capacidad de Estados Unidos para atraer talento global dejan a Europa atrás. En cuanto a la digitalización empresarial, la UE es considerada una "adoptante moderada" con baja intensidad digital en las pequeñas y medianas empresas (PYMES) y un capital de riesgo limitado. Esto contrasta con el liderazgo de Estados Unidos en la comercialización de tecnologías como la inteligencia artificial y la computación cuántica, y la estrategia agresiva de adopción liderada por el estado en China. Según el informe de Enrico Letta Mucho más que un mercado, los mercados financieros fragmentados de la UE y su capacidad industrial limitada agravan estas desventajas.

La interacción entre los estándares regulatorios y la competitividad determinará qué regiones lideran la economía digital del siglo XXI. Al diseñar marcos regulatorios que priorizan la protección del consumidor, la UE sigue centrándose en equilibrar la innovación tecnológica con los intereses sociales. Sin embargo, como sugiere el informe de Draghi, estos sofisticados pero burocráticos marcos de gobernanza podrían ser lo que está dificultando la capacidad de las empresas europeas para competir al nivel de China o Estados Unidos.

Foto: ¿Nos pasamos al Fediverso? (Erik Mclean / Pexels)

Los recientes cambios políticos, como la elección presidencial de Donald Trump en Estados Unidos, plantean nuevas preocupaciones sobre la competencia desregulada que elude la transparencia y la supervisión, permitiendo que los gigantes tecnológicos prosperen al priorizar el desarrollo y la comercialización rápidos. La preferencia de Trump por los aranceles y el favoritismo hacia ciertas empresas podría perturbar las cadenas de suministro globales y provocar guerras comerciales.

El modelo estatal de China presenta sus propios desafíos. Mientras que los subsidios masivos y la limitada transparencia pueden distorsionar los mercados globales y socavar la competencia justa, la supervisión centralizada de Pekín permite el despliegue rápido de tecnologías como el 5G y la inteligencia artificial, evitando las demoras burocráticas o disputas políticas comunes en la UE o los Estados Unidos. Esta estrecha integración de la regulación con la política industrial respalda los esfuerzos de China hacia el dominio estratégico.

Estos tres enfoques reflejan divisiones ideológicas más amplias: Estados Unidos prioriza la innovación sobre la supervisión, China alinea la regulación con los objetivos estatales, y la UE busca un equilibrio entre la innovación y la protección. Cada región debe equilibrar la competitividad a corto plazo con la sostenibilidad a largo plazo y la confianza social, decisiones que moldearán no solo la economía digital global sino también la estabilidad geopolítica y la ética tecnológica.

Foto: Elon Musk en el Capitolio de EEUU. (Reuters/Benoit Tessier)

Europa enfrenta un momento decisivo. Cada camino conlleva oportunidades y riesgos distintos. Alinear estrechamente con el ecosistema tecnológico estadounidense podría aprovechar su fuerza más innovadora y competitiva. Sin embargo, navegar simultáneamente por los ecosistemas tecnológicos estadounidense y chino, aunque tentador, corre el riesgo de fragmentar el desarrollo y comprometer la coherencia (geo)política.

Un camino más ambicioso, el de construir un ecosistema tecnológico europeo independiente, requeriría una coordinación e inversión sin precedentes de los Estados miembros. Una cuarta vía podría resultar más factible: perseguir una estrategia híbrida que modele ecosistemas externos, particularmente el estadounidense, para incorporar principios europeos, incluidos la privacidad de datos, la inteligencia artificial ética y la sostenibilidad.

La elección está ante Europa. La pregunta es: ¿puede Europa permitirse ser solo un árbitro en un juego dominado por otros? El camino a seguir requiere más que establecer las reglas: Europa debe unir los esfuerzos de sus Estados miembros y hacer que el todo sea mayor que la suma de sus partes. Si bien los expertos coinciden en la necesidad de fortalecer el modelo de gobernanza europeo y preservar su soberanía, la cuestión crítica es si la voluntad política y el apoyo público irán en esta dirección.

*Miguel Otero es investigador principal en el Real Instituto Elcano, director de investigación en el Center for the Governance of Change en el IE y profesor en la School of Politics, Economics & Global Affairs del IE. Anteriormente, fue profesor de la ESSCA School of Management de París y la Universidad de Oxford e investigador en la London School of Economics. Es doctor en economía política internacional por la Universidad Oxford Brookes. Gonzalo Rodríguez es ayudante de investigación en el Center for the Governance of Change. Este artículo fue publicado inicialmente en inglés en www.ie.edu/insights.

Elon Musk y Mark Zuckerberg se han alineado con Donald Trump en su cruzada libertaria. Esto presenta un desafío significativo para la UE. ¿Es suficiente para la UE actuar únicamente como árbitro del espacio digital o debe evolucionar hacia un jugador activo en este nuevo juego?

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