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El rubicón digital de Europa
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Moisés Barrio

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El rubicón digital de Europa

En vista de la actual situación geopolítica, ya no basta con encauzar la Europa digital a través de nuevas leyes. Se necesita una visión digital amplia y común que se extienda a todas las partes interesadas y a todos los estados miembros

Foto: Ursula von der Leyen. (EFE)
Ursula von der Leyen. (EFE)

La UE se ha convertido en una "colonia digital", lo que supone que es económicamente vulnerable y susceptible al chantaje geopolítico. Esta situación tiene que cambiar con premura. Y puede cambiar, siempre que ahora se adopten medidas decisivas. La nueva Comisión Europea surgida tras las elecciones de 2024 tiene la obligación urgente de rectificar esta deriva, como también el Gobierno de España.

La política digital de Europa tiene una debilidad crucial: un liderazgo político incoherente. En lugar de una estrategia global bien configurada y decisiva, el mercado único digital de la UE se caracteriza por un desordenado mosaico y demasiadas regulaciones legales sin una orientación clara. Sin embargo, en vista de la actual situación geopolítica, ya no basta con encauzar la Europa digital únicamente a través de nuevas leyes. Se necesita una visión digital amplia y común que se extienda a todas las partes interesadas, a todos los niveles y a todos los Estados miembros de la UE.

La "vía europea" es el camino. Es más que un término colectivo para la política digital europea: es una respuesta unificada basada en nuestros valores a los desafíos geopolíticos y económicos del presente. Combina la defensa efectiva de nuestros valores jurídicos y principios democráticos, la resiliencia estratégica, la interoperabilidad, la sostenibilidad, la confianza en los productos y servicios digitales y la diversidad de nuestra economía digital de mercado.

¿En qué se traduce en términos concretos? La UE ya no puede contentarse con políticas reactivas. Ciertamente, en los últimos años, Europa se ha hecho un nombre a nivel mundial con un gran número de nuevas leyes digitales, desde la protección de datos hasta la regulación de plataformas y los sistemas de IA. Pero la regulación por sí sola no trae el liderazgo tecnológico. Es necesaria una buena regulación, pero esta no es suficiente para impulsar la innovación.

Foto: Recreación de los nanosatélites en órbita de 5G de Sateliot. (Sateliot)

El tan citado "efecto Bruselas", según el cual el mundo adopta los estándares normativos europeos, tiene sus límites. Sin unos campeones digitales europeos, sin nuestros propios ecosistemas tecnológicos, sin nuestra propia base industrial, la UE corre el riesgo de convertirse en un regulador sin influencia. Aquí es exactamente donde entra en juego la "vía europea": no se trata tanto de promulgar reglas jurídicas, sino sobre todo de crear una verdadera capacidad estratégica para actuar en el mundo.

Para rectificar el actual rumbo, muchas voces venimos reclamando una decidida política de industria digital. Durante décadas, la UE ha invertido muy poco en sus propias infraestructuras digitales. Esto está pasando factura ahora, cuando casi toda la base de la creación de valor digital está controlada por proveedores no europeos. Una política industrial digital europea debe empezar por reforzar específicamente las áreas estratégicas clave: la computación cuántica, la inteligencia artificial, la nube, las plataformas de datos resilientes y los sistemas de ciberseguridad y defensa digital.

Foto: Elon Musk junto a Donald Trump. (Reuters/Brian Snyder) Opinión
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A mi juicio, el objetivo no puede ser la autosuficiencia en todas partes, sino construir alternativas independientes en ámbitos cruciales que hagan que Europa sea capaz de recuperar su soberanía estratégica. Esta es la única manera de evitar que Europa caiga en un estado de shock con cada conflicto geopolítico o con cada invento disruptivo.

Además, considero apremiante completar el mercado único digital. Las barreras nacionales, la fragmentación de los mercados y la falta de movimientos de capital siguen ralentizando enormemente a las empresas europeas. No tanto la regulación. Por eso, Europa debe trabajar para avanzar en la unión de los mercados de capitales, eliminar los obstáculos regulatorios y ampliar el uso estratégico de la contratación pública. Sin estas medidas, Europa seguirá a la zaga de Estados Unidos y China.

Del mismo modo, las startups y las pymes, que suponen la columna vertebral de la economía europea, necesitan oportunidades de crecimiento y de escalabilidad. Es significativo que muchos talentos y emprendedores tecnológicos europeos estén emigrando porque encuentran mejores condiciones en otras regiones. Si Europa no toma contramedidas, no solo perderá su influencia económica, sino también la confianza de la próxima generación de ciudadanos.

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Por lo tanto, es urgente una reforma de las estructuras legislativas de Bruselas.Europa necesita una renovación institucional basada en una legislación coherente, proporcionada, eficiente y basada en principios. Una mejor regulación no significa más regulación, sino una regulación más inteligente. Solo si Europa se vuelve más flexible en términos de regulación, podrá reaccionar a tiempo a los nuevos desarrollos tecnológicos.

Europa se encuentra en una encrucijada histórica. La revolución digital ya no es un tema del futuro, sino del presente. Estados Unidos y China están muy por delante en muchas áreas. Pero Europa tiene la oportunidad de formular su propia respuesta basada en valores.

Estoy profundamente convencido de que la "vía europea" no es solo un proyecto técnico, sino un proyecto social. Significa pensar juntos en la democracia, la sostenibilidad, los derechos humanos y la fortaleza económica y traducirlos en políticas concretas. Se trata de que Europa no solo siga adelante, sino que contribuya decisivamente a dar forma al presente y futuro. Que no deje su destino a otros, sino que lo tome en sus propias manos.

*Moisés Barrio Andrés, letrado del Consejo de Estado, experto internacional en regulación digital y profesor de Derecho digital.

La UE se ha convertido en una "colonia digital", lo que supone que es económicamente vulnerable y susceptible al chantaje geopolítico. Esta situación tiene que cambiar con premura. Y puede cambiar, siempre que ahora se adopten medidas decisivas. La nueva Comisión Europea surgida tras las elecciones de 2024 tiene la obligación urgente de rectificar esta deriva, como también el Gobierno de España.

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