El hombre siempre tendrá que estar presente ante la inteligencia artificial, detectando lo que algunos llaman sus "alucinaciones", y así hacer posible el hecho de contrastar el "criterio humano y profesional" con el "criterio de autoridad algorítmico"
El Círculo Ecuestre de Barcelona es el club emblemático por antonomasia de la Ciudad Condal. El lugar de encuentro donde se dan cita empresarios, políticos y periodistas en una urbe que sigue manteniendo viva la llama de la burguesía y la industria catalana. Enrique Lacalle, presidente de la señera institución, había invitado a Juan Villalonga a conversar bajo el sugerente título Quien controle la IA controlará el mundo. El interés del personaje, cuyas comparecencias en el panorama español escasean, las personalidades allí congregadas como José Crehueras o Jaume Giró, por citar solo algunas de ellas, amén del propio Lacalle, así como el tema a tratar, auguraban un almuerzo y una exposición de ideas, cuando menos sugerente. Y puedo asegurar que no defraudó.
A Juan le conozco hace más de treinta años y la primera vez que le vi me regaló un libro del brasileño Paulo Coelho, El alquimista, antes de alcanzar con éxito la compra de Telesp, la más relevante compañía de telecomunicaciones de Brasil, y convertir así a Telefónica en una de las grandes operadoras del mundo. Hoy el invitado a ese círculo mágico de la "ciudad de los prodigios" parafraseando a Eduardo Mendoza, nos iba a regalar algunas de sus ideas más genuinas sobre la IA. Comenzó con la más evidente de todas, a saber: preguntarle a la propia IA cómo debería ir vestido al evento, leyenda que lucía en el frontispicio de una simple camiseta de algodón que vestía. Considerando que la etiqueta del club dress code (dirían los cursis) es llevar traje y corbata, el comienzo del encuentro en camiseta sin duda prometía.
Pero ya sabemos que el hábito no hace al monje, y Juan es ante todo un hombre de McKinsey , donde se formó y trabajó durante años, un iconoclasta del pensamiento, un mago de la estrategia, y, por encima de todo, un conocedor socrático que declara saber poco, preguntar mucho y aprender cada día más y más. Muchas son las compañías por las que ha pasado como directivo, y más a las que asesora o en las que invierte; y como su eminente paisano de Valencia Luis Vives, hace gala del arte de "no saber" declarando este método Ars nescendi como su santo y seña; preguntar y preguntar es su consejo hasta comprender algo: ¿qué países del mundo tienen un PIB superior a 350.000 millones de dólares? -nos dice. ¿Qué países dominan el mundo sino USA y China? Son estas potencias las que tienen las grandes tecnológicas y el poder suficiente para desarrollar la IA. Las grandes compañías norteamericanas con sus lobbies y las chinas, que no son sino mero trasunto del propio Estado, lo que desde luego las hace ser menos eficientes, así que, hoy por hoy, la ventaja sin duda es para las estadounidenses.
Compañías como Google, Apple, Nvidia, Meta, Amazon, por solo citar algunas de las más relevantes, no se encuentran actualmente en la misma situación que en la época de la eclosión de internet hace solo veinte años, en que eran empresas con perspectiva de futuro, meras expectativas, pero que no generaban caja. En cambio, hoy en día esas compañías se han convertido en grandes generadoras de cash flow y tienen la capacidad de invertir en IA generativa como nadie. "Es más importante hoy tener un embajador en una de estas compañías -dice Villalonga- que en Austria o en UK."
La IA supone una ruptura. No es un avance tecnológico más, sino una revolución, tan trascendente o más que la máquina de vapor, la revolución industrial o la invención de la imprenta. ¿Pero somos verdaderamente conscientes del cambio? ¿Son los empresarios y los políticos conscientes del mismo? Uno se inquieta cuando oye a responsables políticos usar un lenguaje belicista, sin comprender la necesidad de negociar y alcanzar pactos estables en el ámbito de desarrollo de la IA. Quien controle la IA controlará decisiones globales y esto tendrá alcance geoestratégico y político de gran calado. Hoy en día, compañías como Google o Microsoft, son auténticos agentes de la economía global y disponen de presupuestos superiores a muchos Estados soberanos. Son estas compañías generadoras de enormes cantidades de caja las que verdaderamente pueden ser capaces de invertir en investigación y desarrollo, en educación y en salud, en beneficio de los ciudadanos. Los Estados casi siempre endeudados y sujetos a decisiones políticas de corto plazo verán reducido su margen de actuación en estas materias imprescindibles para el bienestar de la ciudadanía.
La IA -nos dice Villalonga- cambiará el mundo de la educación y la formación. Hoy ya no es necesario transitar por el tradicional modelo educativo de las universidades, tal y como las conocemos, sino que es posible actualmente saltar del Bachillerato al mundo de la empresa directamente sin pasar por la universidad. Son las grandes corporaciones las que se ocuparán de la formación de sus técnicos y profesionales. La IA no tiene necesariamente por qué reemplazar masivamente a los empleados, "las máquinas aspiran a comportarse como los humanos, pero los humanos no nos comportamos como máquinas", aunque lo cierto es que la IA va a sustituir muchas tareas repetitivas y tediosas que no conllevan valor añadido en los procesos de producción. En cambio, serán de gran ayuda a la potenciación de la creatividad, y a la economía del conocimiento, imprescindible para el crecimiento y el desarrollo de las empresas. La oportunidad consiste en capturar el crecimiento exponencial que implica la IA.
Así las cosas, lo verdaderamente relevante es que el hombre siempre tendrá que estar presente ante la inteligencia artificial, chequeando los criterios de la IA y detectando lo que algunos llaman sus "alucinaciones", y así hacer posible el hecho de contrastar el "criterio humano y profesional" con el denominado "criterio de autoridad algorítmico". En mi opinión, aquí está la clave. De esta manera, podremos alcanzar lo que los expertos llaman la "inteligencia aumentada" o, lo que es lo mismo, usar herramientas de IA capaces de aumentar y multiplicar las capacidades humanas. En ese camino, la IA "narrow intelligence" que ahora transitamos nos llevará en cuatro o cinco años a la "general intelligence" y, a través de la IA generativa más avanzada gracias a los procesos de computación, nos llevará a la "superintelligence", que no necesitará ya intervención humana para aprender y apenas necesitará chequeo de criterio humano.
Llegados a este punto, la pregunta que nos hacemos los que estudiamos las nuevas tendencias tecnológicas es: ¿cuándo la "gran máquina superintelligence", en ese proceso epistemológico, alcanzará el grado de consciencia?, o dicho de otra manera: ¿tendrá el superrobot consciencia de sí mismo? Pero esto es otra materia en la teoría del conocimiento y, desde luego, supone un salto de la física a la metafísica que probablemente cambiará el mundo tal y como hoy lo conocemos.
*José F. Estévez, socio vicepresidente de Cremades & Calvo-Sotelo.
El Círculo Ecuestre de Barcelona es el club emblemático por antonomasia de la Ciudad Condal. El lugar de encuentro donde se dan cita empresarios, políticos y periodistas en una urbe que sigue manteniendo viva la llama de la burguesía y la industria catalana. Enrique Lacalle, presidente de la señera institución, había invitado a Juan Villalonga a conversar bajo el sugerente título Quien controle la IA controlará el mundo. El interés del personaje, cuyas comparecencias en el panorama español escasean, las personalidades allí congregadas como José Crehueras o Jaume Giró, por citar solo algunas de ellas, amén del propio Lacalle, así como el tema a tratar, auguraban un almuerzo y una exposición de ideas, cuando menos sugerente. Y puedo asegurar que no defraudó.