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La cara B de la Ley Sinde
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Alejandro Laso

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La cara B de la Ley Sinde

A río revuelto, ganancia de pescadores. Con la industria del videoclub sumergida en la mayor crisis de su historia, el comienzo de la aplicación de la

A río revuelto, ganancia de pescadores. Con la industria del videoclub sumergida en la mayor crisis de su historia, el comienzo de la aplicación de la Ley Sinde a partir del próximo verano abre un nuevo abanico de posibilidades para una industria que llevaba años suplicando una solución efectiva.

Su objetivo, aunque difícil, es intentar convencer a los usuarios de que la descarga a través de las redes Peer to Peer o desde servidores como Megaupload se va a convertir en una tarea complicada y tediosa que invita a pensar en una alternativa de pago. Para ello, varias empresas ya se han puesto manos a la obra para intentar posicionarse a la cabeza del negocio del videoclub en casa, de calidad y a bajo coste.

La que más expectación está levantando es Voddler. La empresa sueca ha confirmado que “dentro de poco" prestará su servicio de vídeo ‘on streamming’ a los usuarios españoles  y aspira a convertirse en el Spotify del cine. Y no es para menos, la compañía  ofrecerá el 80% de su catálogo de forma gratuita, una ‘oferta’ muy interesante teniendo en cuenta las 2.000 películas y 1.500 series que tiene en cartera.

Mientras Voddler aterriza en España, los usuarios ya pueden disfrutar de una amplia oferta de canales de videoclubs online. La más llamativa es Wuaki.tv, una plataforma creada por un grupo de emprendedores españoles a finales de 2010 y que ya ha firmado acuerdos con Paramount y Warner, así como otras productoras de cine independiente.

Tampoco se queda atrás Cineclick una empresa nacida en Castellón que ofrece al usuario el catálogo de películas de Disney y Warner con una tarifa plana de 9,95 euros al mes. ADNStream, Filmin (cine independiente), Filmotech (películas socios de EGEDA), son el resto de plataformas 100% españolas que pretenden hacerse un hueco en el mercado.

Pero sin lugar a dudas, la que más camino tiene recorrido y la que más deseo genera es Netflix, el videoclub más popular de América del Norte con más de 20 millones de usuarios y que en 2009 facturó más de 1.700 millones de dólares. Su tarifa plana de ocho dólares al mes por acceder a cualquiera de los 100.000 títulos (películas, series y documentales) de las principales productoras supone una oferta difícil de igualar.

La compañía está en plena expansión internacional y ya ha anunciado su interés por el mercado latinoamericano, aunque sin embargo casi descarta el español debido a que los "abusivos derechos de autor en España representarían un coste de 2 a 3 veces mayor que esos mismos derechos en los países de nuestro entorno, como Francia o Alemania".

Estas empresas forman parte de la cara B de la Ley Sinde. Un balón de oxígeno para una industria víctima del canon que espera impaciente su segunda oportunidad. Una industria que, sin embargo, renace con una herida profunda provocada por la llamada 'dictadura del culturetariado' donde las leyes se diseñan para enriquecer a los autores en vez de pensar en las masas.

Más en http://twitter.com/alejandrolaso

A río revuelto, ganancia de pescadores. Con la industria del videoclub sumergida en la mayor crisis de su historia, el comienzo de la aplicación de la Ley Sinde a partir del próximo verano abre un nuevo abanico de posibilidades para una industria que llevaba años suplicando una solución efectiva.