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Meretrices y traficantes
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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Meretrices y traficantes

Hay que ver cómo tira la nobleza. Si no es el Rey es el Duque. ¿Qué Duque, se preguntarán ustedes? ¿El de Medina-Sidonia, el de Lugo,

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Meretrices y traficantes

Hay que ver cómo tira la nobleza. Si no es el Rey es el Duque. ¿Qué Duque, se preguntarán ustedes? ¿El de Medina-Sidonia, el de Lugo, el de Feria? Pues va a ser que no. El duque entre los duques es el protagonista de Sin tetas no hay paraíso; un chaval de veinticinco años, y título nobiliario de palo, que fue capaz de colapsar el otro día la Gran Vía Madrileña, en la presentación en sociedad del último capítulo del folletín verbenero que emite Telecinco. Las chicas sollozaban, gimoteaban, vociferaban, daban gracias al cielo por estar allí, rodeadas de meretrices y traficantes, de putas y mercenarios. Definitivamente, la gente necesita dioses paganos.

El citado último capítulo de la serie -te damos gracias, Señor- se emitió ayer por la pantalla chica. Tremendo. Cinco minutos de esta telenovela tienen más intensidad que toda una legislatura de Zapatero. Asesinatos, droga, palizas, lascivia y prostitución. Si uno ve un capítulo entero de esta joya del romancero nacional, le podrían quedar secuelas psíquicas de por vida. Es la ficción televisiva que los españoles somos capaces de hacer. Series como Física o química y Sin tetas no hay paraíso, que acumulan más quejas de organizaciones ciudadanas que capítulos. Ellos se defienden afirmando que la sociedad ha cambiado. Y en parte tienen razón. En verdad, este tipo de esperpentos seriales, de clara vocación didáctica, nos preparan para sobrevivir a dicho cambio.

Atiendan. Mientras un chaval puede aprender con Física o química cómo hacer novillos sin que se enteren sus ‘viejos’ o cómo liarse un porro para aprobar con nota la asignatura de manualidades, su padre conocerá, gracias a Sin tetas..., cuál es el precio de una rubia de diecisiete a la salida del trabajo. Viendo la misma serie, la madre aprenderá cómo descuartizar con el cuchillo jamonero al hijo y al marido, después de que el primero se haya convertido en un porrero y el segundo en un putero. Si le pone empeño, ésta misma señora podrá educarse también en el noble arte de hacer desaparecer cuerpos inertes sin que se entere la 'pasma'. Y a vivir la vida, que son dos días.

Para que luego digan que la televisión es cosa banal.

Vea uno de los mejores momentos de Física o química:

Y uno de Sin tetas...:

Hay que ver cómo tira la nobleza. Si no es el Rey es el Duque. ¿Qué Duque, se preguntarán ustedes? ¿El de Medina-Sidonia, el de Lugo, el de Feria? Pues va a ser que no. El duque entre los duques es el protagonista de Sin tetas no hay paraíso; un chaval de veinticinco años, y título nobiliario de palo, que fue capaz de colapsar el otro día la Gran Vía Madrileña, en la presentación en sociedad del último capítulo del folletín verbenero que emite Telecinco. Las chicas sollozaban, gimoteaban, vociferaban, daban gracias al cielo por estar allí, rodeadas de meretrices y traficantes, de putas y mercenarios. Definitivamente, la gente necesita dioses paganos.