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Sánchez Dragó: "Dragolandia fue un descenso a los infiernos, me metieron un gol al ponerme a Mercedes Milá como invitada"
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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Sánchez Dragó: "Dragolandia fue un descenso a los infiernos, me metieron un gol al ponerme a Mercedes Milá como invitada"

Todavía presenta Las noches blancas en Telemadrid, pero le ‘echaron’ hace poco de su propio país, Dragolandia, porque el censo de espectadores era demasiado bajo. Es,

Foto: Sánchez Dragó: "Dragolandia fue un descenso a los infiernos, me metieron un gol al ponerme a Mercedes Milá como invitada"
Sánchez Dragó: "Dragolandia fue un descenso a los infiernos, me metieron un gol al ponerme a Mercedes Milá como invitada"

Todavía presenta Las noches blancas en Telemadrid, pero le ‘echaron’ hace poco de su propio país, Dragolandia, porque el censo de espectadores era demasiado bajo. Es, desde hace cinco años, una de las dianas preferida de los sindicatos -“Esos mentirosos profesionales”-. De todos modos, a él lo que le gusta es escribir. Fernando Sánchez Dragó es hombre de letras, aunque le hubiera gustado ser mujer. A sus 73 años, está cansado ya de sí mismo, pero sigue siendo un aventurero –“Siempre lo he sido”-. Pronto se va con Miguel de la Quadra Salcedo a hacer la ruta Quetzal. Antes, ha decidido contar, a lo largo de casi cuatrocientas páginas, la historia de cómo su gato salvó la vida a su nieta. Lo ha encuadernado en Planeta y lo ha llamado Soseki, inmortal y tigre.

 

¿Con qué se queda Dragó, con los gatos o con las personas?

 

(Risas). No es necesario elegir. Te diré, eso sí, que no hay animales malos y, en cambio, hay muchos hombres malos.

Ha dicho usted que este libro es lo mejor que ha escrito.

 

Este es mi mejor libro, porque en él he conseguido podar mi estilo, habitualmente boscoso, exuberante, sobrecargado. He logrado un castellano limpio, neto, como una especie de sábana de lino recién planchada.

Por decir cosas como esta, muchos le acusan de ser un ególatra, de hacer alarde de su infinita cultura.

Me parece una solemne majadería. Si uno tiene postura, lo normal es que la manifieste. Todo es fruto de la envidia. Siempre que alguien acusa a otro de tener ego, es porque quien lo hace lo tiene mucho más grande.

Hablemos del futuro. ¿Para cuándo su prometido libro El elixir de la eterna juventud?

Ese libro está previsto, preparado y comprado pero, de momento, estoy escribiendo mis memorias. De todos modos, no haber escrito todos los libros que uno debe escribir es también una estrategia contra la muerte, porque mientras uno tiene algo que hacer, no muere.

¿Tiene Dragó miedo a la muerte?

Dragó no le tiene miedo a nada. Tener miedo a la muerte es estúpido; es como tener miedo a la vida; es la mayor aventura que uno puede emprender, y yo soy muy aventurero.

¿Ha  muerto ya alguna vez?

Todos hemos muerto muchas veces, lo que ocurre es que la mayor parte de la gente no se da cuenta. Cada vez que uno toma LSD, por ejemplo, vive una experiencia de muerte y resurrección.

¿Escribe a menudo bajo los efectos del LSD?

No se puede. Es una sustancia transcendente, de tan alta espiritualidad, que no les ves sentido a las cosas de aquí abajo. Acumulas experiencias, eso sí, de las que luego hablas en la literatura.

Es usted todo un provocador. Y lo sabe.

Yo hablo sin tapujos de todo porque no soy un hipócrita, pero me molesta que me llamen provocador. No lo soy. Un provocador es una persona que falsifica su pensamiento para producir en quien le escucha una determinada reacción. Lo que ocurre es que mis ideas son provocadoras.

Hablando de ideas o hechos provocadores. He oído que es usted pansexual.

Soy pansexual, siempre lo he sido y todo el mundo debería serlo, lo que pasa es que la gente tiene miedo a ser libre y somete la sexualidad a los cauces de la moralina que predican las religiones o el discurso de valores dominantes.

Pansexual, si no me equivoco, incluye a los hombres…

(Risas). ¿Tú crees que una persona tan curiosa como yo…? Sí, he tenido experiencias con hombres. Nunca lo he ocultado ni he hecho alarde de ello. Escribiré sobre mis experiencias homosexuales y sobre todo de las heterosexuales, que han sido sin duda más intensas.

 

Pues le acusan a usted de misógino.

 

Eso es una tontería. Lamento profundamente no haber nacido mujer. Respeto bastante más a las mujeres que los hombres. Como le dije a Buenafuente el otro día, a los 73 años, estoy harto de ser Dragó, de ser español y de ser varón.

Ya que me habla de televisión, háblame de telebasura.

 

¿Tú crees que merece la pena hablar de eso?

Y si no le gusta el medio por qué participa en él.

Si de mí dependiera, si fuera dictador de la humanidad, borraría la televisión de la faz de la tierra. La prohibiría. La televisión es mala en sí misma. Pero, para combatirla, hago programas de televisión cuyo mensaje es: “apague y lea, apague y viva”.

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¿Le han echado de su propio país en el cátodo, Dragolandia?

Se produjo un choque entre dos maneras de concebir la televisión. Una la mía y otra la de José Velasco, el productor, que es una persona muy inteligente y ocurrente, pero que quería convertirme en un showman, cosa que no quiero ser.

En el primer programa usted rompió una televisión a martillazos e hizo un discurso contra la telebasura y, posteriormente, su primera invitada fue Mercedes Milá.

Lo de Mercedes Milá fue un gol que me metió por la escuadra el productor y ese fue el primer error del programa. Yo había contratado cuatro programas, los hice y por nada del mundo hubiese seguido haciendo Dragolandia, que fue para mí un descenso a los infiernos. Ha sido una travesura más en mi vida y jamás volveré a acometer una tarea semejante.

Pero… ¿Quién ‘mató’ a Dragolandia?

Es una pregunta  difícil de responder. Nadie de los que trabajábamos en el programa quería que el programa siguiera. Ni probablemente Telemadrid tampoco. Murió de muerte natural. El programa se fue deshilachando en mis manos mucho antes de que empezara. Yo, por lo pronto, no lo quería hacer. Me presionaron. Estuve dando largas durante dos años. El existo alcanzado con Diario de la noche llevó a la cadena a pensar que podría hacer otro programa como este.

En Diario de la noche si aguantó año y medio.

El programa tuvo mucho éxito y la cadena quería que siguiese, así que por profesionalidad, aunque en principio iba a estar seis meses, estuve finalmente año y medio. Pero el día que terminé hice una fiesta.

Tras trabajar tantos años en Telemadrid, ¿qué opina de las permanentes acusaciones de politización?

Yo lo único que te puedo decir, y te doy mi palabra, es que a mí nunca nadie me ha hecho la más mínima indicación. No digo presión, digo indicación. Porque saben con quién se están jugando los cuartos. Yo soy una persona que en cuanto se me intente cortar las alas, doy media vuelta y adiós. El único episodio de tentativa de censura que he sufrido en mi vida fue cuando se emborrachó Arrabal en TVE. Me llamó el director de los informativos para prohibir que viniera Arrabal y yo en el acto le dije: “Ahí tienes mi dimisión”. Finalmente, pactamos que no viniera en un mes. Si hay alguien que ha sufrido presiones en Telemadrid podrá dar testimonio de ello. Yo no.

Los sindicatos dicen que usted estaba allí porque es buen amigo de Esperanza Aguirre.

Los sindicatos son unos mentirosos profesionales. Yo tengo amistad con Esperanza Aguirre, como con otros muchos políticos de derecha e izquierda. No creo que tenga nada que ver mi amistad con ella con mi profesión. Lo de los sindicatos no merece la pena ni comentarlo. Han llegado a decir que yo cobraba 150.000 euros por programa de Dragolandia.

¿Y cuánto cobraba?

Yo no tengo ningún inconveniente en decirlo porque ahí están mis impuestos. Yo cobraba 7.000 euros por emisión, lo cual, para un programa de esa índole, es sencillamente una ridiculez.

Hablando de sus honorarios en Telemadrid, le leo otra nota de los sindicatos: “Si alguno de nosotros fuéramos Dragó hubiéramos facturado desde el año 2005 a Telemadrid 1.200.000 euros, aproximadamente, por el programa "Las Noches Blancas” (con una media de audiencia de un 3%). Más unos 36.000 euros por 4 programas de "Dragolandia" (con una media de un 4.1%). Más unos 350.000 euros por presentar "Diario de la Noche" durante año y medio”.

Todo eso es mentira. Con Diario de la noche perdía dinero. Lo hice por profesionalidad, por lealtad a la casa. Si yo no hubiera hecho Diario de la noche y hubiera dedicado ese tiempo a otras cosas, hubiera ganado mucho más dinero. El grueso de mis ingresos no procede de la televisión, procede de los libros y de la prensa escrita.

¿Esas cifras son entonces pura invención?

Esas cifras que se manejan son sencillamente ridículas. El programa Las noches blancas no tiene una audiencia media de un 3%, sino de más de un 5%. Es el programa de libros más visto nunca en España. Y es de una baratura inaudita. Salvo los servicios de realización, que cubre Telemadrid, todo lo hacemos entre dos personas, mi coordinadora y yo. Incluso, tengo que pagar de mi bolsillo los tasis de mis invitados.

Para concluir, por curiosidad, ¿cuánto hay en Dragó de personaje y cuánto de persona?

De personaje hay lo que los demás me añaden. El personaje Dragó no tiene nada que ver con la persona. Esos enemigos que tengo de oídas, que existen en la distancia, son enemigos del personaje. Nadie que haya conocido a la persona de Dragó puede tener una mala opinión. Te aseguro que soy una buena persona.

Todavía presenta Las noches blancas en Telemadrid, pero le ‘echaron’ hace poco de su propio país, Dragolandia, porque el censo de espectadores era demasiado bajo. Es, desde hace cinco años, una de las dianas preferida de los sindicatos -“Esos mentirosos profesionales”-. De todos modos, a él lo que le gusta es escribir. Fernando Sánchez Dragó es hombre de letras, aunque le hubiera gustado ser mujer. A sus 73 años, está cansado ya de sí mismo, pero sigue siendo un aventurero –“Siempre lo he sido”-. Pronto se va con Miguel de la Quadra Salcedo a hacer la ruta Quetzal. Antes, ha decidido contar, a lo largo de casi cuatrocientas páginas, la historia de cómo su gato salvó la vida a su nieta. Lo ha encuadernado en Planeta y lo ha llamado Soseki, inmortal y tigre.

Fernando Sánchez Dragó Mercedes Milá