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Hola... ¿es el enemigo?
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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Hola... ¿es el enemigo?

Gila ya tiene sucesores. La guerra (por la audiencia) alcanzó ayer el máximo grado de lo absurdo. Wyoming al teléfono: “¿Es el enemigo? ¿Ustedes podrían parar

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Hola... ¿es el enemigo?

Gila ya tiene sucesores. La guerra (por la audiencia) alcanzó ayer el máximo grado de lo absurdo. Wyoming al teléfono: “¿Es el enemigo? ¿Ustedes podrían parar la guerra un momento?” Pero ‘tregua’ es un término que en televisión no existe. ¡Costaría tantísimo dinero…! El dorado es el share, querido Howard Hawks, no un lugar perdido en la estepa ‘westerniana’.

Como en la guerra de Gila, los enemigos del access prime time, que es esa franja habitualmente socarrona que sigue al informativo, se llaman para consensuar sus ataques. Pablo Motos anunció hace unos días que ayer vestiría de soldadito a Mel Gibson para celebrar las quinientas guardias de ese batallón de ‘buenrollistas’ llamado El Hormiguero. Wyoming contraatacó alistando en su ejército de divas al cantante Falete, que desentonaba un pelín, el pobre, entre tanta cheerleader. Falete contra Mel Gibson. Duelo a muerte entre la pompa hollywoodiense y la pandereta cañí; entre un tipo cuyos novios se ‘autosecuestran’ y otro cuyo fulgor creyente mató a una sesentona mientras veía en el cine una de sus películas, La pasión de Cristo.

Wyoming sabía que sus cañones anoche, como aquellos de los que hablaba Gila en sus monólogos, no tenían agujero. Por eso no dudó en convertir la efeméride de otro en la fiesta de uno. Hay que tener talento para eso, no crean. No en vano, el equipo de guionistas de El Intermedio podría tumbar con un par de pistolas de feria al de El Hormiguero, armado este último hasta los dientes.

Y por eso ayer se impuso Falete. Cuestión de peso. Peso narrativo, se entiende. Tengan en cuenta que a Pablo Motos, que presenta, dirige, canta, baila, hace los experimentos y no coge la cámara porque no le da tiempo –el yoísmo efectivamente era esto-, le da exactamente igual cuál sea el invitado de su programa, porque los chistes son siempre los mismos: “¿Culo o codo?”. Más bien culo. ¿Que qué hizo Gibson ayer en Cuatro? Le pusieron unas gafas y una dentadura con la que apenas podía vocalizar. Desternillante. Se pueden imaginar.

A pesar de todo, la audiencia apostó ayer por Motos. Suele pasar. Pero anoche, sin embargo, El Intermedio dio una lección de logística, de cómo se contraataca, esto es, como se contraprograma. Por cierto, ellos saben mejor que nadie que el público de El Hormiguero, mucho más pueril, tiene poco que ver con el suyo. Saben que, en realidad, estos dos escuadrones son menos enemigos de lo que pretenden aparentar, que ésta es más bien una guerra fingida, una 'guerra parodia’, una 'guerra Gila' que se han inventado ellos mismos. Y por eso vencieron, aunque sus cañones no tuvieran agujero. Ni falta que les hace.

Vea a Falete en El Intermedio:


Gila ya tiene sucesores. La guerra (por la audiencia) alcanzó ayer el máximo grado de lo absurdo. Wyoming al teléfono: “¿Es el enemigo? ¿Ustedes podrían parar la guerra un momento?” Pero ‘tregua’ es un término que en televisión no existe. ¡Costaría tantísimo dinero…! El dorado es el share, querido Howard Hawks, no un lugar perdido en la estepa ‘westerniana’.

Gran Wyoming El intermedio Pablo Motos