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El Génesis en 3 dimensiones: ¿Nuevo ‘boom’ del cine religioso?
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Nacho Gay

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El Génesis en 3 dimensiones: ¿Nuevo ‘boom’ del cine religioso?

Cuanto menos puede resultar paradójico que la evolución de las nuevas tecnologías, la evolución, en definitiva, de las especies, pueda recuperar el interés de la industria del

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El Génesis en 3 dimensiones: ¿Nuevo ‘boom’ del cine religioso?

Cuanto menos puede resultar paradójico que la evolución de las nuevas tecnologías, la evolución, en definitiva, de las especies, pueda recuperar el interés de la industria del celuloide, y por ende también de las masas, por lo bíblico. Sí, James Cameron tiene probablemente la culpa. Avatar ha provocado un cataclismo paranoico en Hollywood que llevará a Paramount Pictures y Walden Media a elaborar la obra definitiva sobre el origen del universo: el Génesis en tres dimensiones bajo el título In the biginning (En el principio).

El proyecto costará 30 millones de euros –poco parece- y promete ser épico en lo narrativo y megalómano en lo visual, para reconstruir con cierto vigor escénico el proceso por el que Dios edificó el mundo en siete días. El director de Los seis signos de la luz (David Cunningham), el guionista de Hidalgo (John Fusco) y el productor de Las crónicas de Narnia (Cary Granat) reconstruirán juntos con talento y presupuesto limitado el origen del universo. De ahí puede salir cualquier cosa.

Al margen de esta cinta, que veremos o no veremos en las Semanas Santas venideras –Dios dirá-, surge una pregunta en relación a todo esto: ¿Supondrá la implantación de la tecnología 3-D un boom en el cine bíblico? Desde luego éste es un subgénero que languidece en la posmodernidad cinematográfica. Desde aquella Pasión de Mel Gibson (2004), que mató literalmente a algún fiel del disgustó, no se han visto en las salas superproducciones religiosas.

Se vieron muchas más, sin embargo, en los años cincuenta y principios de los sesenta, sin duda la época dorada del cine de corte religioso, cuando el color, los efectos visuales de nuevo cuño y la bonanza de la industria hollywoodiense se unieron para generar obras míticas como Quo Vadis (Mervyn LeRoy, 1951), Ben-Hur (William Wyler, 1959), Espartaco (Stanley Kubrick, 1960) o Rey de reyes (Nicholas Ray, 1961).

Puede que ahora la historia se repita y el salto tecnológico nos vuelva a dejar una remesa de superproducciones religiosas, más o menos devotas. Serán bienvenidas, siempre y cuando se parezcan a El evangelio según San Mateo, 1964, de Pier Paolo Pasolini o a La última tentación de Cristo, by Scorsese.

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