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El adiós de Gabilondo o el ocaso de Prisa
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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El adiós de Gabilondo o el ocaso de Prisa

Cuando Prisa nació, lo hizo como hijo único de una joven democracia dispuesta a mimarle y colmarle de caprichos. La loba Luperca del poder tenía por

Foto: El adiós de Gabilondo o el ocaso de Prisa
El adiós de Gabilondo o el ocaso de Prisa

Cuando Prisa nació, lo hizo como hijo único de una joven democracia dispuesta a mimarle y colmarle de caprichos. La loba Luperca del poder tenía por entonces buenas ubres de donde mamar. Ese poder se dejaba querer. Era una chica fácil, con pocos pretendientes. Y, puesto que la reciprocidad siempre ha sido la piedra angular de la civilización, los favores iban y venían. En fin, periodismo de toda la vida.

Queridos amigos, lo que han cambiado las cosas, y lo rápido que se mueve todo aquí fuera. Cuando era niño vi una vez un coche, pero ahora están por todas partes. Este maldito mundo va demasiado deprisa.

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Cuando Prisa nació, lo hizo como hijo único de una joven democracia dispuesta a mimarle y colmarle de caprichos. La loba Luperca del poder tenía por entonces buenas ubres de donde mamar. Ese poder se dejaba querer. Era una chica fácil, con pocos pretendientes. Y, puesto que la reciprocidad siempre ha sido la piedra angular de la civilización, los favores iban y venían. En fin, periodismo de toda la vida.