Qué culpa tendrá la Reina...

Tienen la idea las cadenas de televisión, también algunos anunciantes, que son los que han elaborado los incontrovertibles estudios que fundamentan esta práctica, de que un rostro con cierta credibilidad nos empuja cual perros de Pávlov a abrir una cuenta en determinado banco o a otorgar cierto rigor informativo a cualquier patraña. Por eso ayer Antena 3 colocó a Susanna Griso al frente de su noche tributo(?) a la reina Sofía.

Pero ni por esas. La miniserie emitida anoche sobre la primera dama estaba construida con el mismo rigor histórico que el último libro de Buenafuente. Gracias a esta maravilla de la (ciencia) ficción nos percatamos de que la Reina hablaba mejor nuestro idioma a los veinte años de lo que lo habla a los 70. Curioso proceso de involución. También supimos que Don Juan de Borbón decía aquello de “me llena de orgullo y satisfacción” mucho antes de que su hijo nos felicitase las fiestas navideñas y que la abuela del actual rey de España tenía la misma voz que el árbol de Pocahontas.

Llevaba esta serie en un cajón de Antena 3 la friolera de un año, probablemente porque nadie se había atrevido a sacarla de allí. La cinta debía morder. Pero fueron tan crueles las críticas que recibió Telecinco por aquella impagable comedia romántica de los príncipes, que los directivos de Antena 3 han supuesto que nunca podrían quedar peor. Alargada es, sin embargo, la sombra del ridículo.

La culpa la tiene esa fijación que nos ha entrado por reconstruir nuestro pasado en formato vodevil. Pero tiene este país un pretérito como para traerlo de vuelta recurrentemente. Lo mejor siempre, para salir airoso, es plantear de manera nítida la dicotomía entre buenos y malos. En las secuencias de Sofía en las que aparecían los monarcas, de fondo sonaban pajaritos. Pero cuando Franco ocupaba el plano, la partitura parecía escrita por el poeta Jorge Manrique. Faltaba Wagner tocando la flauta. No es que Franco no se merezca una melodía fúnebre, lo verdaderamente preocupante es que un realizador se vea obligado a recalcar de esta manera tan burda lo siniestro de un personaje, dando por hecho que lo narrado no puede generar por sí mismo, sin necesidades de recurrir a la obviedad, la idea que se pretende transmitir.

Luego está lo de la dirección artística y de producción de estos tebeos retroactivos. Harina de otro costal. O la caracterización de los personajes. Se han visto obras de fin de curso con mejor maquillaje y peluquería que esta serie. Las actrices llevaban unos pelucones que ni una drag queen... Antena 3 se disfrazó anoche de Tejero para clavar un par de balas en el techo de Zarzuela. Qué culpa tendrá la reina. Hay gente que ha abdicado por menos.

Tras la emisión de la obra maestra, un grupo de peritos regios comentaron las vicisitudes de la vida de la Reina. Por allí andaban Manolo Santana, Iñaki Gabilondo, Leire Pajín, Pitita Ridruejo o Blanca Fernández Ochoa, personas que probablemente no han compartido mucho más que un par de canapés de foie con ella, valorando los aspectos más recónditos de su personalidad. Habló hasta Octavio Aceves, el de la bola de cristal. Y Pilar Urbano, claro, esa numeraria del Opus que se paseó por todas las plazas catódicas de España hace un tiempo con la cabeza de la reina en una mano y un polémico libro en la otra que le sirvió para renovar todo su armario en Cortefiel.

Antena 3 ayer se lució haciendo lo que peor se le da, que es inspirar sus contenidos en los del vecino del quinto. Y ese ha sido siempre su gran error: copiar en los exámenes. Sobre todo ahora, que tiene al toro sangrando a chorros y pidiendo a gritos la estocada. Telecinco está para caer de bruces al albero. El reality, como formato, comienza a percibir los efectos negativos de esa media verdad llamada fragmentación de la audiencia. No tienen series. No tienen stock de cine. No tienen nada. Solo problemas. Y una nueva hija pequeña de la que ocuparse (Cuatro). Antena 3 cuenta sin embargo sus estrenos de esta temporada por triunfos (Hispania, El Barco, Bandolera...) y si supiese resolver su desastrosa franja de tarde estaría en condiciones de meterle la espada a Telecinco hasta el colon. Y entonces la plaza se llenaría seguro de pañuelos blancos.

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