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Alfonso Merlos, la nueva 'mascota' de Vasile
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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Alfonso Merlos, la nueva 'mascota' de Vasile

Siempre he sentido una profunda admiración por Paolo Vasile, fundamentalmente por esa entrañable manía suya de ponerle nombre de personas a sus mascotas. A la última

Foto: Alfonso Merlos, en una imagen del programa 'Abre los ojos' de Telecinco
Alfonso Merlos, en una imagen del programa 'Abre los ojos' de Telecinco

Siempre he sentido una profunda admiración por Paolo Vasile; fundamentalmente por esa entrañable extravagancia tan suya de ponerle nombre de persona a sus mascotas. La última que se ha comprado se llama Alfonso Merlos y ha desembarcado en el prime time de los sábados con la misión de copresentar el hasta ahora fracasado programa Abre los ojos y mira junto a Emma García, esa dama kafkiana que sin maquillaje pesa no más de veinticinco kilos.

Hasta el sábado pasado, Merlos era un tipo muy decente. Tanto como para trabajar en los informativos de 13tv y escribir de cuando en cuando artículos en La Razón cargando contra los sindicatos y otras sectas del estilo. Eso lo sigue haciendo, pero ahora, aprovechando su buena planta, y sacando partido a los dos azucarillos de testosterona que se echa todos los días en el café, es también el nuevo ‘papachicho’ de Vasile.

Se estrenó Merlos en Telecinco por la puerta grande, presentando en formato 'pornodocumental' los avatares de la vida de Rosa Benito, la única folclórica que jamás ha vestido una bata de cola. Le pagan a esta señora por sollozo fingido lo que gana un minero chileno en siete años. No en vano, su lagrimal es probablemente el yacimiento más importante que se ha descubierto en occidente desde los tiempos de Almanzor. Ella llora y todo el mundo a su alrededor gana dinero. Lo cierto es que habeatificado a gente por muchísimo menos. Así que, cada dos o tres semanas, le otorgan a la señora el horario de máxima audiencia para que pasee con orgullo la cornamenta que le pone Amador, su pariente, un hombre que le da mu’ mala vida.

La historia era la misma de siempre, pero el pasado sábado tenía más trascendencia que nunca, porque la narraba Alfonso Merlos, un tipo serio. Arrancó fuerte el aprendiz: “Hoy Rosa se juega su credibilidad ante los espectadores”, dijo. Él, a esas horas, ya la había perdido. Twitter ardía. “¿Qué hace este tío aquí?”, se preguntaba la plebe. La respuesta al enigma era una secuencia numérica escrita en un cheque al portador que habitaba el bolsillo de su chaqueta.

Lo peor no es que Merlos trabaje ahora a sueldo de Vasile, porque no está del todo claro si abandonando 13tv para recalar enTelecinco uno iría verdaderamente a peor en la vida. El problema es que lo hace a la vez en ambas cadenas, es decir, de lunes a viernes comulga y los sábados peca. Y mucho.Se desconoce qué piensan los obispos de que su rostro estrella cohabite con la Benito o entreviste a un transexual embarazado, como ocurrió el día de su bautismo en Telecinco. También se desconocelo que opinan sus nuevos jefes de La fábrica de la tele, muchos de ellos catalanes y rojeras, cuando escuchan o leen sus opiniones políticas. A los primeros no sé, pero a los segundos seguro que les da un poco igual, porque lo que ellos pretenden con el fichaje de Merlos es quitar del medio lo máximo posible a Emma García, en la que nunca confiaron para este formato. El nuevo en la oficina representa en realidad una patada en el culo de la diva.

Pero volvamos al sábado, porque la estampa fue de órdago. “Miren esta imagen: a un lado la mujer, a otro la amante”. De nuevo hablaba Alfonso Merlos, voz en off, mientras la pantalla se partía en dos mitades para dar cabida a la imagen de Rosa Benito junto a la señora que aseguraba haber profanado su matrimonio. Rosa agonizaba -de forma muy teatral- mientras escuchaba la brutal narración. Agonizábamos todos, porque Merlos relatabala cosa con la seriedad y contundencia de quien está anunciando el nombre del nuevo Papa. Se lleva mucho esto. Alguien con voz de doblador de películas iraníes (Sandra Barneda, Gloria Serra) introduce un tema e, independientemente de la naturaleza del mismo, de este modo se entiende que la escoria adquiere mayor solera. De ahí este fichaje algo inexplicable. Y la cosa parece que funciona, porque el programa marcó récord absoluto (17,3%).

Ya ven, algunos vieron un ápice de verdad en todo este mejunje de banalidades cuando fue narrado por un presentador de informativos. Pero lo cierto es que aquella señora con ademanes de virgen que comercia con sus vergüenzas de alcoba recordaba sobremanera a las republicanas encarceladas en tantas y tantas películas del cine español. Mujeres que lloran con oficio, pero a las que, a pesar de los esfuerzos del narrador, normalmente cuesta creer, porque suelen ir maquilladas hasta las trancas por Margaret Astor.

Siempre he sentido una profunda admiración por Paolo Vasile; fundamentalmente por esa entrañable extravagancia tan suya de ponerle nombre de persona a sus mascotas. La última que se ha comprado se llama Alfonso Merlos y ha desembarcado en el prime time de los sábados con la misión de copresentar el hasta ahora fracasado programa Abre los ojos y mira junto a Emma García, esa dama kafkiana que sin maquillaje pesa no más de veinticinco kilos.

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