Carta de Ajuste
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Tú, Terelu, que estás en la tierra
En su cruzada catódica por saldar sus deudas con el fisco y la banca, Terelu me recuerda un poco a los personajes protagonistas de 'Antes que el diablo sepa que has muerto', de Sidney Lumet
Es domingo. En Cuatro, Risto Mejide se entrevista a sí mismo, como de costumbre. En el tiempo en el que cabe una publicidad de la competencia, él y Miguel Poveda baten por mucho el récord mundial de frases para la historia. Las venas de mis muñecas lloran desconsoladamente la ausencia de un cúter en las inmediaciones, mientras los polos se deshielan un poco más ante la intensidad psicodramática de una conversación sobre el amor entre un publicista y un cantaor del jondo. Huyo.
Me refugio mentalmente en Telecinco, lo que vendría a ser algo así como correr hacia una gasolinera para protegerte de un incendio. Yo soy así, kamikaze por naturaleza. En pantalla, las Campos, para variar. Una y trino. O Trina, no sé muy bien, porque son como una Fanta sin gas, como un cielo sin estrellas, como un pan de pueblo sin torta del Casar.
De pueblo, pueblo. Con un barniz metal Visa Oro. No se han escapado de un cuadro de Rubens, no; tampoco de un libro de Galdós. Quizá sí, sin embargo, de algún que otro Antiguo Testamento, porque estamos ante la cosificación más lograda hasta la fecha (y mira que acumulamos siglos de intentos) de la Santísima Trinidad, ese abstracto que casi nadie entiende pero con el que todo el mundo convive.
Tú, Terelu, que estás en la tierra.
Esta noche de domingo, Carmen Borrego, la hija 'number two', se ha quedado en el banquillo. Marité y Terelu, por su parte, cenan en directo para jolgorio de las masas ociosas que visionan un 'Gran Hermano VIP' que huele desde lejos a fracaso. Ambas han sido invitadas a degustar los platos que han hecho los rostros famosos de esta edición y tiran de muslo de pollo al limón en una escena dibujada por una suerte de alumno aventajado de Jacinto Benavente capaz de elevar el peor costumbrismo a la categoría de ARTE.
Ruca, que está a mi lado en el sofá, afirma risueño que estas dos mujeres son dos personajes del primer Almodóvar que han cobrado vida propia. Un símil descafeinado, todo hay que decirlo. A mí, la verdad, las Campos me recuerdan cada día más a Los Morancos. No sé muy bien por qué. Pero si tuviera que ubicarlas en el cine, diría que cabalgan a lomos de un conflicto coeniano más que almodovariano. Cine negro, en cualquier caso. Negro como el hollín acumulado en una chimenea de ladrillo visto de Pozuelo de Alarcón que soporta una hipoteca de casi un millón de euros.
En su cruzada catódica por saldar sus deudas con el fisco y la banca, Terelu me recuerda un poco a los personajes protagonistas de 'Antes que el diablo sepa que has muerto', de Sidney Lumet. Cine bastante negro, como les decía. Les resumo el argumento: a dos hermanos que se han metido en un lío de pelas se les ocurre la brillante idea de atracar la joyería de sus padres, pero todo sale mal y acaban haciendo cosas terribles.
Hay diferencias en ambas historias, por supuesto, porque el atraco de Terelu a su madre ha sido continuado, no puntual, por ejemplo. Sin embargo, la conclusión en ambas tramas es la misma, porque hablan de todo lo que está dispuesta a hacer una persona por dinero en una situación límite, por ejemplo cuando te persiguen unos matones por tus deudas o cuando quieres a toda costa un ático tríplex en la zona noble de Madrid, lo que prácticamente viene a ser lo mismo. Al menos para ellas.
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Es domingo. En Cuatro, Risto Mejide se entrevista a sí mismo, como de costumbre. En el tiempo en el que cabe una publicidad de la competencia, él y Miguel Poveda baten por mucho el récord mundial de frases para la historia. Las venas de mis muñecas lloran desconsoladamente la ausencia de un cúter en las inmediaciones, mientras los polos se deshielan un poco más ante la intensidad psicodramática de una conversación sobre el amor entre un publicista y un cantaor del jondo. Huyo.