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Que vivan las mujeres de 'Velvet'
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Raúl de la Riva

El taller de Velvet

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Que vivan las mujeres de 'Velvet'

Este texto es ficticio. Los relatos, opiniones y valoraciones aquí vertidas no mantienen conexión alguna con ninguno de los actores de la serie Velvet

Foto: Cecilia Freire, Marta Hazas y Paula Echevarría en 'Velvet' (Atresmedia)
Cecilia Freire, Marta Hazas y Paula Echevarría en 'Velvet' (Atresmedia)

Otra semana más que cambio la aguja y el dedal por el papel y mi estilográfica en este intento de aproximación al periodismo que estoy haciendo gracias a Vanitatis. En la columna de esta semana quiero postrarme, arrodillarme y aplaudir a las mujeres de nuestras galerías. Porque son unas grandes, con sus defectos y con sus virtudes. Porque tienen talento, porque poseen iniciativa y una gran capacidad de esfuerzo y sacrificio y porque nosotros los hombres haríamos bien en aprender de ellas en más de una situación.

Estoy pensando en Ana, esa madre soltera que no solo sabe estar al lado de su hijo dándole lo mejor de sí, sino que ha conquistado su sueño de convertirse en una diseñadora de moda de referencia internacional. Y, por si fuera poco, Ana es la mejor amiga que nadie pueda tener.

Hablo también de Rita; madre, profesional, amiga y compañera envidiable a la que el destino le ha deparado la dura prueba de enfrentarse a esa dañina enfermedad de la que, espero, pueda salir victoriosa. Rita, esa mujer con una permanente sonrisa en el rostro, aunque sea bañada por las lágrimas de la tristeza. Mujeres como Rita son luceros que nos iluminan incluso en nuestros peores momentos.

Doña Blanca… la dura y estricta doña Blanca… ¿qué no se puede aprender de una mujer hecha a sí misma y que ha sabido ganarse el respeto profesional de hombres y compañeras y el cariño personal de cuantos las rodeamos? Me gusta la entereza con la que doña Blanca ha encarado las adversidades que han aparecido en su camino.

Doy gracias a Dios por compartir pasillos con unas mujeres tan positivamente descaradas y decididas a romper moldes sociotemporales como son Patricia y Clara. Cada una, a su modo y con sus maneras, es capaz de rebasar los estúpidos límites establecidos.

Con Cristina, mi Cristina, de la que tan gran decepción me llevé en el pasado, me resulta inevitable que dentro de mí brote ese sentimiento de amistad y cierta admiración por aquella mujer que supo destacar en una familia diseñada para el triunfo de sus hombres. Lamenté que el amor mal entendido sacara de ella su peor versión, la que la llevó a convertirse en un ser casi despreciable. Pero reconozco que ella me ha dado una valiosa lección: la de creer en la redención. Cristina, creo, que se puede ganar el perdón, una segunda oportunidad… y eso, amigos, es loable.

Seguro que fuera de estas líneas dejo grandes mujeres que cada semana pasan o han pasado por nuestras galerías. Es la injusticia del espacio y la memoria que obliga a uno a referirse al todo a partir de ejemplos concretos. Pero para que no quede ni la más absoluta duda, que sepan todas las mujeres de 'Velvet' que esta columna es el humilde homenaje que quiero rendirles desde mi escritorio y gracias a la oportunidad de publicación que me da este medio. Porque son ejemplos para mí; porque las admiro. ¡Que vivan las mujeres de 'Velvet'!

[NOTA: Este texto es ficticio así como los personajes a los que hace referencia. Los relatos, opiniones y valoraciones aquí vertidas no mantienen conexión alguna con ninguno de los actores de la serie 'Velvet']

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Otra semana más que cambio la aguja y el dedal por el papel y mi estilográfica en este intento de aproximación al periodismo que estoy haciendo gracias a Vanitatis. En la columna de esta semana quiero postrarme, arrodillarme y aplaudir a las mujeres de nuestras galerías. Porque son unas grandes, con sus defectos y con sus virtudes. Porque tienen talento, porque poseen iniciativa y una gran capacidad de esfuerzo y sacrificio y porque nosotros los hombres haríamos bien en aprender de ellas en más de una situación.

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