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Nicole, esa aristocrática Marilyn
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María José S. Mayo

La hija del Acomodador

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María José S. Mayo

Nicole, esa aristocrática Marilyn

“Está escualida la verdad. Pero es cierto eso que dicen de que su fragilidad recuerda a la de Marilyn Monroe; claro que, sin su chispa, que

Foto: Nicole, esa aristocrática Marilyn
Nicole, esa aristocrática Marilyn

“Está escualida la verdad. Pero es cierto eso que dicen de que su fragilidad recuerda a la de Marilyn Monroe; claro que, sin su chispa, que Nicole nunca se podrá quitar ese aire rígido un tanto aristocrático”. Así me describía mi padre a la Kidman cuando nos acordamos de ella viendo el nuevo trailer de Nine.

Hasta hace pocos años verla en la pantalla era más que suficiente para que una película tuviera interes, pero en sus últimas intervenciones cinematográficas no ha estado muy afortunada.  La más reciente, Australia, la trajo de promoción a España y fue toda una experiencia. Como sabrán, vino acompañada de Hugh Jackman, alias mens sana in corpore sano, pero cuando entraron en uno de los salones del Ritz, los ojos se pegaban en ella como un imán. Cierto es que su palidez es de por sí sola muy llamativa, pero a eso se sumaba la elegancia de sus movimientos, una cierta sonrisa tímida, un aura brillante... qué sé yo.

 Es una pena que en los últimos tiempos sea más conocida por el tema del bótox que por su trabajos. Pero es que la mencionada película de Luhrmann, o la de Invasión, al lado de Daniel Craig, no le han dado mucho crédito interpretativo, la verdad. Y eso que ella, aunque no ha dejado de hacer trabajos más que alimenticios, siempre ha buscado ese punto de ir más allá interpretativamente. ¿Qué me dicen de cuando se fue a un lugar perdido de Dinamarca a rodar en una gran nave esa Norteamérica soñada por Lars Von Trier? El loco del pelo rubio le dió caña de lo lindo y ella aguantó estoicamente, como su personaje en esa calvinista Dogville. Era una auténtica delicia verla al final sacando su lado vengativo.

 

Pero retrocedamos un poco más. Mi recuerdo más potente de ella es esa imagen en la que haciéndose la interesante con sus gafitas echaba una miradita a un desconcertado Tom Cruise. Era en Eyes Wide Shut y en todo momento parecía decirle a su entonces marido: “Hay cosas, Tom, que nunca entenderás y yo simplemente intuyo”. Me la imagino entablando una conversación inteligente con Kubrick mientras el cienciólogo no puede hacer otra cosa que poner cara de póker. La misma que clavó en la película.

 

Y es que Kidman parece tener ese nivel de comprensión un tanto sensible que hace que sin necesidad de mucha lógica comprenda lo que se le pide. Y ella lo da. Recordemos otra escena. Aquella en la que metida en la piel de Virginia Woolf apoya su rostro contra la hierba. Nicole ha asimilado la complejidad de los actos humanos y sabe como plasmarlo con muy poco, si bien es cierto que nunca llegará, según mi opinión, al nivel de flexibilidad de su amiguísima Naomi Watts, otra de impronta frágil y ya saben que uno de mis ojitos derechos.

 

Tuvo mucha, mucha chispa en Moulin Rouge, un trabajo que se nota en todo momento extenuante, pero sobre todo en Todo por un sueño, a las órdenes de Gus Van Sant, mostrándose excepcionalmente despiadada. Pero el título que me viene a la cabeza siempre es Reencarnación, donde creo sinceramente que hizo un papelón. Pocas actrices pueden aguantar tan bien la cámara durante tanto tiempo como ella lo hizo en la escena que se desarrolla en el teatro, de la que ya hablamos aquí hace un tiempo (Ver Eso que muchos no pueden soportar).

 

Nicole nos ha fallado últimamente, pero si echamos un vistazo a sus últimos proyectos, parece no querer perder comba. Thomas Alfredson, el responsable de la aterradora y sorprendente Déjame entrar, la dirigirá en The Danish Girl; mientras el de la, cuanto menos, llamativa Shortbus, John Camerón Mitchell, hará lo propio en Rabbit Hole. Lo que parece atrasarse continuamente es el proyecto de un remake de Cómo casarse con un millonario. Será que a ti lo de ir de mujer florero, definitivamente, no te va.

Nicole Kidman