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De 'You're the Worst' a 'Catastrophe': el arte de mantener la tensión sexual
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Aloña Fernández Larrechi

Desde Melmac

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Aloña Fernández Larrechi

De 'You're the Worst' a 'Catastrophe': el arte de mantener la tensión sexual

'You’re the Worst', 'Catastrophe' y otros hitos de la comedia romántica del siglo XXI

Foto: Fotograma de 'You're the worst'
Fotograma de 'You're the worst'

Podría comenzar este texto con alguna cita célebre y profunda sobre el amor. O recuperando la exitosa letra de alguna canción moñas que una vez fue un himno sobre la difícil tarea del querer. Pero no lo voy a hacer, porque si hay algo personal en la vida es la forma de vivir, y de sufrir, el amor. Esa molestia a la altura del estómago, a la que los tiernos insisten en llamar mariposas, esos momentos de incertidumbre en los que pierdes el tiempo pensando si, cuando te prestaba un boli, en realidad estaba cediéndote su corazón. En definitiva, esa época de tu vida en la que vives por y para emparejarte, aunque no con cualquier persona. Esa es otra época.

Al igual que hay frases hechas, canciones, poemas y demás creaciones artísticas sobre el amor, los guionistas de cine y televisión también han sabido explotar la variedad de situaciones que se producen cuando dos personas se atraen mutua e irremediablemente. En la pantalla grande, el género de la comedia romántica se ha convertido en el “blockbuster” del público femenino y, en los últimos años, la cita ineludible para el (o la) comediante del momento.

En la pequeña, hay opciones de que surja el amor en la producción más inesperada. La tensión sexual se puede palpar en comisarias de policía, hospitales, estaciones de bomberos y cualquier serie procedimental al uso. Son varias las comedias de grupo, como Friends o Cómo conocí a vuestra madre, que tienen ingredientes propios del género en alguna de sus historias, aunque con otros puntos de atención y más tramas. Pero el género de la comedia romántica tal y como ha explotado el cine, no ha sido un verdadero interés para las cadenas de televisión. Hasta hace poco.

El punto culminante de la inesperada burbuja romántica que la temporada pasada vivió la ficción televisiva, sufrió un pinchazo cuando Manhattan Love Story, Selfie, A to Z y Marry Me fueron canceladas. Todas ellas eran series de estreno y todas ellas fracasaron en su intento de trasladar a una historia serializada una trama de amor y desamor, mariposas y lágrimas, sin engañar, ni cansar, al espectador. Sólo fue un pinchazo porque unos meses antes de que todas ellas desembarcasen en la parrilla televisiva, You’re the Worst había conquistado los corazones de una audiencia que esperaba con los brazos abiertos una producción inteligente con historias más reales y menos edulcoradas. Con su éxito quedaba patente que, al igual que en otros géneros, al fan de las series le gustan las comedias románticas oscuras, poco dadas al acaramelamiento y con interés por los seres imperfectos.

Enamorados y autodestructivos

La comedia de FX, que regresa esta noche con su segunda temporada y cuya primera entrega podremos ver en España desde el día 22 en Comedy Central, se centra en la historia de amor entre Jimmy y Gretchen. Pero que la frase hecha previa a sus nombres no os lleve a pensar en paseos cogidos de la mano por el parque, ni silenciosas cenas en las que sólo hablan las miradas. No. La historia de amor del escritor inglés que vive en Los Ángeles y la ejecutiva de relaciones públicas, es una historia en la que la atracción mutua importa tanto como las inseguridades propias. Algo de lo que andan sobrados ambos, él con su egoísmo y su insensibilidad, ella con su capacidad para autodestruirse a poco que la vida le sonría.

En 'You're the worst' la atracción mutua importa tanto como las inseguridades propias

Creada por Stephen Fall, You’re The Worst (Eres lo peor) consiguió conquistar a los espectadores gracias a su lenguaje claro, sus personajes poco convencionales y su inconformismo. La serie comienza en el más tierno de los escenarios, una boda, y puede ser vendida como una comedia romántica. Pero es un revelador retrato de dos seres antisociales y tóxicos, que un buen día descubren en el otro a su media naranja.

Algo que no aceptarán alegremente y que les llevará a comportarse como acostumbran, de forma totalmente irracional e inesperada. El británico, y habitualmente secundario, Chris Geere es el encargado de interpretar al desagradable escritor, mientras que Aya Cash, a la que hemos podido ver en Modern Family o The Newsroom, hace lo propio con Gretchen.

Amor desacostumbrado

Mientras la burbuja del romanticismo convencional fraguaba su fracaso, en octubre de 2014 la británica Channel 4 estrenaba Scrotall Recall, en la que un joven al que diagnostican clamidia decide contactar con sus ex parejas para comunicárselo. La producción no pasará a la historia del medio, pero sí logró sumarse a una corriente cada vez más intensa, en la que el amor no es exclusivo de vidas ejemplares ni de casuales giros del destino. Tres meses después FX estrenó Man Seeking Woman (de ambas hemos hablado aquí), que con altas dosis de surrealismo narraba los intentos del recientemente abandonado Josh Greenberg por regresar al mercado de las citas. Y así los descreídos, aquellos cansados de que el amor sea algo perfecto y los que ansiaban encontrar un protagonista con una vida sentimental fuese tan desastrosa como la suya, tenían ya unas cuantas producciones en las que encontrar consuelo. Hasta que llegó la catástrofe, y el listón se situó un poco más alto.


La que para muchos es, desde hace meses, la comedia de 2015, Catastrophe, llega también de la mano de Channel 4 y propone al espectador el menos romántico de los escenarios. Y lo hace desde el principio. Sharon y Rob, ella británica, él americano, se conocen en la barra de un bar de Londres atestado de gente. La atracción es instantánea y mientras Rob está en la ciudad, seis días con sus seis noches, invierten gran cantidad de tiempo en mantener relaciones sexuales.

Cuando el publicista regresa a su país, la profesora trata de continuar con su vida, hasta que descubre que a sus cuarenta y tantos está embarazada. Sharon telefonea a Rob, que ya está cazando a su siguiente presa, para comunicárselo. Y el Don Draper (o Harry Crane, según se mire) de nuestros días cruza el Atlántico para estar al lado de la madre de su primogénito. Con intenciones de quedarse. Desde ese momento Sharon y Rob tratarán de definir su relación, pero también de conocerse mutuamente, ese paso previo que la fogosidad de las noches es tan dado a saltarse. Un requisito que marcará su relación futura, esa que mantendrán cuando tengan un hijo en común.

Sharon Horgan y Rob Delaney, son los creadores, los guionistas y los protagonistas de esta comedia en la que la naturalidad de las situaciones resulta mucho más creíble que en cualquier otra serie con un punto de partida más tradicional. Sharon y Rob, los personajes, están tan enamorados como temerosos de lo que les depare el destino. Pero nada se intempondrá en su deseo de estar juntos. Ni siquiera ellos mismos, con su sinceridad, su necesidad de espacio propio o sus fantasías sexuales con compañeros de trabajo. Algo que, otra vez, suena muy tierno, pero que requiere más esfuerzo del que cualquier comedia romántica pueda desvelar. Aunque algunas se esfuercen por salirse, de vez en cuando, de los cánones establecidos.


Hace tres años la cadena FOX estrenó The Mindy Project, una serie creada y protagonizada por la comediante de ascendencia hindú, Mindy Kaling. Si para definir cromáticamente las producciones anteriores utilizaríamos colores oscuros, con la primera producción de la guionista el rosa es el color más idóneo. Porque Mindy interpreta a la obstetra Mindy Lahiri, una (no tan) joven coqueta y enamoradiza, a la que las películas románticas han influido hasta límites insospechados. Durante las dos primeras temporadas Mindy trata de encontrar a su hombre ideal, ese que le colme de halagos, de regalos y de comida. Pero no lo encuentra. Mientras, su relación con su compañero de trabajo, el Dr. Danny Castellano, se torna cada vez más confusa, y lo mismo quiere ahogarle con sus propias manos que besarle apasionadamente.

Kaling fue lo suficientemente responsable, al comienzo de la tercera entrega, como para no jugar con los espectadores y darles lo que ansiaban. Pero una vez conseguido el objetivo, y sin ninguna intención de tomar medidas drásticas, “el show debe continuar” y hay que contarle algo a los espectadores. Algo como las dudas que surgen cuando tu vida personal y profesional se empeñan en seguir caminos distintos, cuando una cita romántica se convierte en una cena entre amigos, porque alguien invitó a quién no debía, o cuando un inocente traspiés en la cama (literal) se convierte en tema de debate al otro lado de la pantalla.

Es innegable que la soñadora y tierna Mindy Lahiri mantendría sus románticos ideales alejados de You’re the worst, Catastrophe o del cafre Josh de Man Seeking Woman. Y que todos ellos se reirían de los anhelos sensibleros de la doctora. Pero si algo tienen en común es que, en mayor o menor medida, han contribuído a hacer de la comedia romántica televisiva algo sustancioso, que no tiene intención de ceñirse a los convencionalismos y que aspira a ser más que romántica, realista. La educación sentimental del espectador lo agradece.

Podría comenzar este texto con alguna cita célebre y profunda sobre el amor. O recuperando la exitosa letra de alguna canción moñas que una vez fue un himno sobre la difícil tarea del querer. Pero no lo voy a hacer, porque si hay algo personal en la vida es la forma de vivir, y de sufrir, el amor. Esa molestia a la altura del estómago, a la que los tiernos insisten en llamar mariposas, esos momentos de incertidumbre en los que pierdes el tiempo pensando si, cuando te prestaba un boli, en realidad estaba cediéndote su corazón. En definitiva, esa época de tu vida en la que vives por y para emparejarte, aunque no con cualquier persona. Esa es otra época.