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De 'Guerra y Paz' a 'The Missing', el tesoro oculto de las series británicas
La parrilla televisiva británica ha contado este año con un puñado de grandes producciones que no te puedes perder
Entre las obligaciones que más pereza me dan en la vida se encuentra el compromiso moral, y profesional, de tener que ver una serie británica. Esta apatía se sustenta, entre otras razones, en mi experiencia con la capital del imperio, escasamente grata. Aunque los escoceses han contribuido a mejorar la imagen que tengo de la isla, la desgana también se apoya en el lánguido tono gris que caracteriza el paisaje británico. O en ese acento para el que mi oído no parece estar hecho. Sin olvidarnos de la facilidad con la que construyen un drama desgarrador que te obligará a interiorizar lo que acabas de ver, y no precisamente de forma superficial. Lo siento, pero son demasiados inconvenientes para algo que, en realidad, es un entretenimiento.
Afortunadamente mi responsabilidad se asoma, y situada frente a la pantalla, con el corazón probablemente encogido, y cansada de ver llover, descubro una gran historia. Una creación que merecería el lugar que ocupan otras mucho menores, pero que llegan avaladas por su procedencia estadounidense. Series habitualmente dramáticas, que siguen las costumbres televisivas más arraigadas de las islas en lo que al género se refiere, interesándose por producciones históricas, adaptaciones literarias o, simplemente, verdaderos dramas. Producciones que tratan de que me deshaga de mis prejuicios, y poco a poco lo van consiguiendo, a través de relatos interesantes en los que se cuida cada detalle. Y cada año son más las que tratan de contribuir a la noble causa de terminar con mis recelos televisivos.
Adaptaciones clásicas y modernas
Como si se tratase de dejar claro el nivel en el que deseaba moverse la BBC este 2016, en enero la cadena pública británica estrenaba la adaptación de la novela de León Tolstói, ‘Guerra y Paz’. Con un presupuesto aproximado de diez millones de libras, la versión de una de las obras más reconocidas del autor ruso es un brillante ejercicio de condensación de la historia que cuenta. Y lo hace a través de una notable recreación histórica que, a veces, se asemeja a una reconocida obra pictórica. Desde la cruel estepa rusa, hasta los salones más ostentosos de los palacios de la nobleza local, la adaptación de Andrew Davies recrea con acierto los escenarios en los que Tolstói situó a Bezujov, la bella Natasha Rostova y el apuesto príncipe Andrei Bolkonsky.
Un mes después, y gracias a la colaboración con la norteamericana AMC, la BBC estrenó 'El infiltrado', la versión televisiva de la conocida novela homónima de John le Carré. Con Tom Hiddleston y Hugh Laurie como protagonistas, la miniserie se adentra en la vida de un traficante de armas sin escrúpulos a través de un inesperado espía al que le mueve el deseo de venganza. Sin ser redonda, aunque notable, la producción nos regaló un personaje original, Angela Burr, que la interpretación de Olivia Colman redondeó. Y logró el Emmy a la mejor dirección, para Susanne Bier, aunque parece más un ejercicio de paridad, que un merecimiento real. Teniendo en cuenta que ahí estaban los directores de ‘The People vs. O.J. Simpson: American Crime Story’.
La monarquía en femenino
El gusto británico por las producciones que revisan la Historia se ha caracterizado este año por su interés por la monarquía, y muy especialmente por dos de las mujeres más importantes desde el siglo XIX, Victoria e Isabel II. Antes de que Netflix estrenase su celebrado interés por el género histórico, a modo de coproducción anglo-estadounidense, la modesta ITV se introdujo en la época victoriana de la mano de ‘Victoria’. Renovada para una segunda temporada, la serie arranca en el momento en el que la joven Alejandrina Victoria es informada de que su tío ha muerto y es la nueva reina, con tan sólo 18 años. Y como en ‘The Crown’ la acción se divide entre la rutina política y la social, con los problemas personales propios de quienes estrenan el trono. Aunque entre ambas producciones existan evidentes diferencias cualitativas y narrativas, las dos logran despertar el interés de la audiencia a través de los giros propios de estas interesantes biografías.
De forma más breve, a modo de miniserie, la ITV también ha probado suerte este año con otro momento interesante de la Historia británica, cuando algunos de los arqueólogos y los millonarios más importantes del país se aliaron para desenterrar tesoros egipcios. Bajo el título de ‘Tutankhamun’ y a través de cuatro episodios, la serie narra los esfuerzos del egiptólogo inglés Howard Carter por descubrir la tumba de Tutankamón. Algo que sólo consiguió gracias a su testarudez y el dinero de Lord Carnarvon.
Con un tono completamente diferente, pero siguiendo el interés por descubrir tesoros, Sky 1 trató de recuperar con ‘Hotten & The Lady’ el aire ochentero de ‘Tras el corazón verde’. Que como entretenimiento puede valer, pero tanto en el fondo como en la forma son mejorables. Aunque se agradece el esfuerzo internacional.
El “típico” drama inglés
Cuando oigo hablar de un drama inglés, de los de toda la vida, me imagino en un día lluvioso, tirada en el sofá. Ahí estoy, llorando a moco tendido ante un panorama gris en el que una familia común se ve envuelta en una historia desgarradora. Una de esas en la que la crueldad humana y la tiranía del destino se dan la mano para acabar o torturar a algún inocente. Tal y como consiguió la segunda entrega de la antología de la BBC y Starz, ‘The Missing’. Con el detective francés Julien Baptiste como nexo de unión con la primera entrega, la serie de los hermanos Williams narra a través de dos líneas temporales diferentes, la desaparición de una adolescente británica en Alemania. Una producción que aprovecha su dualidad temporal para dosificar la información que aporta a la historia inicial, reteniendo al espectador durante ocho adictivos episodios.
Con el mismo nivel de dramatismo, en 2016 la parrilla televisiva británica podemos encontrar otras dos producciones notables. Por un lado, a través de BBC 3, la corporación pública continuó explotando las posibilidades dramáticas que ofrece un secuestro con ‘Thirteen’. Jodie Comer ('My Mad Fat Diary') es la protagonista de esta miniserie de cinco episodios que narra, de forma desgarradora, la vida de una mujer de veintiséis años tras escapar de la celda en la que ha estado la mitad de su vida. Por otro, en su canal principal, emitió ‘The A Word’, que a través de seis episodios narraba los esfuerzos de una familia disfuncional por asumir que su hijo de cinco años es autista.
La comedia: treintañeras y Shakespeare
Pero los creadores británicos también tiempo para el humor, y además de disfrutar de la segunda temporada de la magnífica ‘Catastrophe’, en este 2016 un nombre propio se ha impuesto sobre el resto de las comedias. El de Fleabag, la joven treintañera que protagoniza la serie a la que da nombre, y que a través de seis episodios realiza un retrato oscuro, y poco idealista, del momento vital que atraviesa. Descarnados desengaños amorosos, una relación familiar mejorable y una situación económica precaria marcan la vida de esta joven torpe, social y físicamente, que trata de salir adelante sin dejarse llevar por los convencionalismos.
Como tampoco hizo la BBC en mayo, cuando estrenó en su segundo canal la irreverente ‘Upstart Crow’. Incluida en dentro de la programación conmemorativa del cuarto centenario de la muerte de Shakespeare, la serie se adentra en la vida del dramaturgo desde que comienza a escribir una de sus obras más populares, ‘Romeo y Julieta’. Y lo hace dibujando un retrato pedante y machista del afamado creador, a través de personajes originales y situaciones curiosas, que se adornan con referencias actuales y risas enlatadas. Un incordio esto último que, sin embargo, no resta atractivo a esta rareza original y provocadora que tendrá segunda temporada.
Entre las obligaciones que más pereza me dan en la vida se encuentra el compromiso moral, y profesional, de tener que ver una serie británica. Esta apatía se sustenta, entre otras razones, en mi experiencia con la capital del imperio, escasamente grata. Aunque los escoceses han contribuido a mejorar la imagen que tengo de la isla, la desgana también se apoya en el lánguido tono gris que caracteriza el paisaje británico. O en ese acento para el que mi oído no parece estar hecho. Sin olvidarnos de la facilidad con la que construyen un drama desgarrador que te obligará a interiorizar lo que acabas de ver, y no precisamente de forma superficial. Lo siento, pero son demasiados inconvenientes para algo que, en realidad, es un entretenimiento.