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'American Gods': así me enamoré en seis horas de una serie espectacular (y marciana)
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Aloña Fernández Larrechi

Desde Melmac

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Aloña Fernández Larrechi

'American Gods': así me enamoré en seis horas de una serie espectacular (y marciana)

Amazon emite en España la adaptación de la reconocida novela de Neil Gaiman, con Ian McShane como protagonista

Foto: Un fotograma de la serie 'American Gods'.
Un fotograma de la serie 'American Gods'.

Desde que me dedico a esto de las series, hay un par de proyectos que estoy especialmente interesada en ver en una pantalla. Porque, si algo me fascina de los amantes de lo audiovisual, es la gente que vive las 'posibles' series o películas como si fuesen algo personal que también les pertenece. En los últimos cuatro años, he visto y leído innumerables tuits, y reflexiones algo más elaboradas, sobre dos adaptaciones que vivían en la eterna incertidumbre de no saber si serían realidad, ‘La torre oscura’ y ‘American Gods’. El destino, y las cancelaciones previas, ha querido que ambas lleguen al cine y la televisión en 2017.

Dejando para otro momento lo que pasará con el libro de Stephen King, que tiene a Idris Elba y Matthew McConaughey como protagonistas, la adaptación de la novela de Neil Gaiman es uno de los proyectos más ambiciosos de la pequeña pantalla actual. Al frente del mismo están Michael Green, encargado de la última adaptación de ‘Asesinato en el Orient Express’, y el peculiar Bryan Fuller, padre de ‘Hannibal’ y ‘Pushing Daisies’, entre otras.

Publicada en 2001, durante los años siguientes 'American Gods' fue reconocida con todo tipo de galardones literarios del género de ciencia-ficción, desde el Hugo hasta el Locus, recogiendo el testigo de obras como ‘Harry Potter y el cáliz de fuego’ o ‘Tormenta de espadas’, de la saga ‘Juego de tronos’. Y a pesar de que eran muchos los que sufrían con cada noticia sobre la adaptación televisiva, nunca sentí curiosidad por leerla. Y si la sentí, se me pasó con la sinopsis, porque nunca fui muy del género.

En ‘American Gods’, Gaiman plantea un viaje por América en compañía de un señor llamado Miércoles y el joven, Sombra, quien, días antes de cumplir su condena, sale de prisión porque su mujer, Laura, ha fallecido en un accidente de tráfico. Su misión, reclutar viejos dioses para participar en una guerra contra los nuevos, aquellos que han nacido a partir de la tecnología moderna. Y sin saber mucho más que esto, me planté el otro día frente a la pantalla. Casi seis horas después, solo puedo decir que me siento fascinada. Aunque no tengo claro por qué.

Arranque teñido de rojo

Con un esquema que se repetirá en algunos episodios, el piloto de ‘American Gods’ arranca con un prólogo que nos traslada hasta el año 813 para contarnos la primera incursión vikinga en territorio norteamericano. Una leyenda que sirve para que Fuller deje claro su sangriento y espectacular estilo, y el espectador asuma que TODO es posible. Es lo que pasa cuando ves hombres desmembrados y cabezas que se convierten en 'globos de sangre' a los tres minutos de comenzar. Que sitúas el listón de lo probable bien alto, aunque no deje de subir en cada episodio.

La serie arranca con una leyenda vikinga sangrienta y de espectacular estilo con la que el espectador asume que TODO es posible

Tras el baño de violencia inicial, conocemos a Sombra, que trata de llegar al funeral de su mujer aunque ni las compañías aéreas ni la meteorología se lo pongan fácil. El destino pone al Sr. Miércoles en su camino y para cuando este logra convencerle de que trabaje para él, Sombra ha soñado con búfalos de ojos llameantes, y Sweeney el Loco (el duende de la mitología irlandesa) ha aparecido con ganas de pelea. A modo de intermedio, entre charla y charla de los protagonistas, Bilquis, una reinvención de la reina de Saba, se cuela en la pantalla para (ojo al dato) hacer desaparecer a sus amantes succionándolos con su vagina.

Por si esto fuera poco, antes de terminar el primer episodio, Sombra descubre las circunstancias del accidente de su esposa, y no son precisamente románticas. Posteriormente, es capturado por una suerte de Justin Bieber que desde su limusina ordena a sus esbirros sin rostro que le maten. Tras darle una paliza (gráfica, cómo no), le cuelgan de un árbol, y cuando todo parece perdido, aparece una fuerza invisible que termina con los asesinos (violentamente) y libera a Sombra. Y todo esto solo para empezar.

El viaje de Sombra

Tan desconcertantes, locos y descabellados como el arranque de ‘American Gods’ son los dos episodios posteriores. Con menos sangre, el segundo arranca con otro paradójico viaje temporal, mientras que el tercero propone algo más espiritual, con Anubis como protagonista. Sombra y el Sr. Miércoles tienen como destino inicial Chicago, y entre mujeres que siguen succionando amantes y genios bien dotados que no conceden deseos, llegan a casa de Chernobog. Un hombre de aspecto sucio, aficionado a jugar a las damas, que añora los días en los que mataba vacas con su martillo.

El cuarto capítulo es una maravilla en la que un protagonista no aparece y otro cambia la imagen que había proyectado hasta entonces

Para el espectador no resulta difícil, en este particular universo, guiarse por Sombra, que trata de asumir que el mundo quizá no es como creía. El propio exconvicto se deja llevar por la labia del Sr. Miércoles, consciente de que con la muerte de Laura ha perdido lo poco que tenía. Y entre conversaciones sobre los muchos Jesús que existen en el mundo y pensamientos profundos, Fuller decide hacer una pausa. Para contarnos, en el cuarto episodio, quiénes eran Laura y Sombra antes de que ella muriese (morbosamente) y él pasase tres años en la cárcel. Una maravilla en la que uno de los protagonistas no aparece, otro consigue cambiar la imagen que había proyectado hasta entonces y una mujer reclama su hueco en la historia.

De vuelta al viaje de Sombra y el Sr. Miércoles, cuando todo parece derrumbarse, las piezas vuelven a encajar. Y poco a poco el espectador (y Sombra) logra situar las piezas sobre un tablero que amenaza con convertirse en un campo de batalla en cualquier momento. Pero sin perder las formas, porque los dioses que llevan años en la profesión bien saben que la veteranía es un grado, y una fusión es mucho más provechosa que una guerra. Por qué deshacerte de tu enemigo si puedes hacerlo desaparecer sin derramar sangre ni despertar antipatías.

Realidad y mística

Con Ricky Whittle (‘Los 100’) en el papel de Sombra e Ian McShane (‘Juego de tronos’, ‘Ray Donovan’) como el Sr. Miércoles, en el reparto de ‘American Gods’ encontramos nombres como Crispin Glover (‘Regreso al futuro’), Peter Stormare (‘Prison Break’) o Cloris Leachman (‘Hope’). Mención especial merece Gillian Anderson (sí, Mulder Scully), que en el papel de la diosa moderna Media, lo mismo pasa por Lucille Ball que por Marilyn Monroe o David Bowie. Y todos ellos con una brillantez apabullante.

La impecable propuesta visual de 'American Gods' inunda la pantalla a través de una intensidad pocas veces vista hasta ahora

‘American Gods’ es una de esas series que cuesta recomendar, y con la que se agradece encontrar alguien con quien charlar de ella. Porque forma parte de un universo muy particular, y místico, en el que es fácil perderse aunque parezca que todo encaje. Y viceversa. Yo no tengo claro si estoy captando TODO lo que la historia me quiere contar, pero tampoco me importa. Porque lo que Fuller y Green han hecho con el alabado relato de Gaiman puede ser más o menos fiel (aunque por el momento no se conoce queja), pero es espectacular. Gracias a una narración medida que logra atraparte con personajes (muy) peculiares y una inusual capacidad para convertir lo impensable en posible. Y su impecable propuesta visual que, para lo bueno y para lo gráfico, inunda la pantalla a través de una intensidad pocas veces vista.

Su espectacular banda sonora, y su cuidada puesta en escena son otros de los grandes atractivos de la serie, que ya tiene garantizada una segunda temporada. Pero, por extraño que parezca, una de las mayores virtudes de ‘American Gods’ es que detrás de la mística y los planos perfectos se encuentra el retrato de la América contemporánea. Esa que, como dice el Sr. Miércoles, está dividida entre los que “defenderán lo que entienden América con balas” y los que no. Un país que frustra a las mujeres jóvenes que quieren ahogar su desengaño en un 'jacuzzi', pero que también es la esperanza de aquellos que emigran persiguiendo su sueño. El mismo en el que, a veces, las ilusiones terminan muriendo sobre la frontera con México, por culpa de hombres que disparan sus pistolas mientras aprietan un rosario entre sus manos.

Desde que me dedico a esto de las series, hay un par de proyectos que estoy especialmente interesada en ver en una pantalla. Porque, si algo me fascina de los amantes de lo audiovisual, es la gente que vive las 'posibles' series o películas como si fuesen algo personal que también les pertenece. En los últimos cuatro años, he visto y leído innumerables tuits, y reflexiones algo más elaboradas, sobre dos adaptaciones que vivían en la eterna incertidumbre de no saber si serían realidad, ‘La torre oscura’ y ‘American Gods’. El destino, y las cancelaciones previas, ha querido que ambas lleguen al cine y la televisión en 2017.

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