Es noticia
Cinco malas excusas que debes desterrar para unirte a la fiebre por 'La Casa de Papel'
  1. Televisión
  2. Series
Aloña Fernández Larrechi

Desde Melmac

Por
Aloña Fernández Larrechi

Cinco malas excusas que debes desterrar para unirte a la fiebre por 'La Casa de Papel'

La ficción televisiva española todavía tienen que luchar contra aquellos que no han conseguido superar los prejuicios televisivos que nos dejaron algunas series de nuestra adolescencia

Foto: Imagen de 'La Casa de Papel'. (Atresmedia)
Imagen de 'La Casa de Papel'. (Atresmedia)

La ficción televisiva española ha demostrado en los últimos años que es algo más que enternecedoras familias que comparten desayunos imposibles o comedias que se limitan a copiar a exitosas predecesoras. Los galardones, las emisiones en el extranjero o la adaptación de las ficciones en otros países han certificado que las series españolas han dado un salto cualitativo. Y en la mayoría de los casos, ya no tienen nada que envidiar a muchas series norteamericanas que se emiten en nuestro país.

Sin embargo, como si de la explicación de las campanadas de Nochevieja se tratase, cada vez que una producción española despierta cierto interés aparece lo que yo denomino “el exquisito”. Aquel (o aquella) que quiere estar al día de “lo que mola”, a pesar de que carga con un buen carro de prejuicios y no tiene ninguna gana de pasar página televisiva. Espectadores que a pesar de que saben del éxito de la serie en cuestión, y conocen gente que la ha visto y disfrutado se preguntan si de verdad merece la pena que invierta su valiosísimo tiempo en verla. O en intentarlo, porque cuando uno ya viene poco motivado de casa, las probabilidades de éxito disminuyen irremediablemente.

Foto: El Profesor y seis de sus alumnos más aventajados, portagonistas de 'La Casa de Papel'. (Atresmedia)

Con ‘La Casa de Papel’ “el exquisito” no ha faltado a su cita con la ficción televisiva, y en pocos días he escuchado a unos cuantos preguntarse si la promoción de Netflix y el interés de sus amigos por la serie de Álex Pina se correspondía con su calidad. Una duda que algunos resolvían tajantemente, sumándose a esa corriente cultural que descarta todo lo español por culpa de desafortunados precedentes y modas pasadas (si es español no puede ser cool). Y que aluden a la calidad de sus interpretaciones, sus agujeros de guion o sus historias de relleno. Otros clásicos de esta convocatoria tan exquisita.

No voy a negar que hay precedentes televisivos terribles, en los que algunos invertimos nuestra adolescencia, que nos marcaron de por vida y nos llevan a ser recelosos. Pero también hay que reconocer la capacidad innata que tenemos en este país por sobreanalizar las ficciones televisivas, y juzgarlas como si fuésemos académicos es bastante agotadora. Especialmente, porque ese nivel de crítica no sale a relucir cuando los exquisitos se deleitan con el procedimental norteamericano de turno, que les han vendido como “lo más de lo más” y solo es “más de lo mismo”.

placeholder Imagen de Denver, Río y Moscú, tres de los ladrones de 'La Casa de Papel' (Atresmedia)
Imagen de Denver, Río y Moscú, tres de los ladrones de 'La Casa de Papel' (Atresmedia)

Así que aquí estoy yo, dispuesta a poner en perspectiva las dudas de los espectadores más exigentes. Esos que a estas alturas, y con las máscaras de Dalí hasta en la sopa, siguen pensado que su agenda de visionados merece algo más sofisticado que una ficción española. O lo que es lo mismo, utilizan títulos, protagonistas, procedencias o vaya usted a saber qué para poner precio a su tiempo y disfrutar de un buen rato frente al televisor.

Dicho esto, el que esté buscando en ‘La Casa de Papel’ un ‘The Wire’ o un ‘Los Sopranos’ debería hacérselo mirar. Porque sabemos que series “cum laude” como esas no se encuentran en el 95% de las ficciones serializadas. Y ahí sigue la industria audiovisual norteamericana, viento en popa a toda vela. Por desgracia para nuestro paladar, vemos series del otro lado del Atlántico que en muchos casos simplemente son regulares (o malas) y con suerte encontramos alguna muy buena. Pero las obras de arte televisivas son el coral de la parrilla. Por favor, no se pongan exquisitos.

placeholder Imagen de la serie 'La casa de papel'.
Imagen de la serie 'La casa de papel'.

1.- “Es que tiene agujeros en el guion y tramas que no se cierran”

Claro, porque ‘Perdidos’, 'Prision Break' o 'The Walking Dead' tenían unas tramas impecables y no nos engañaron como a unos chinos. Más allá de que como he comentado anteriormente la perfección, como las cremas Olay, solo están al alcance de unos pocos, encuentro el comentario demasiado severo. Es innegable que ‘La Casa de Papel’ ha dejado vacíos narrativos a su paso, pero también lo es que ese mismo guion nos ha sorprendido, atrapado y emocionado. Es imperfecto, sí, pero también es injusto señalarle por una mancha que, si mirásemos con la misma lupa, podríamos ver en otras producciones

2.- “Son actores españoles” (risitas)

A pesar de que para algunos resulta difícil de creer, al igual que los ministros, los médicos y los profesores no son como eran hace 20 años, la interpretación española tampoco. Y aunque algunos gritan demasiado y otros siguen vocalizando poco, los actores y las actrices de la industria española actual no tienen nada que ver con los de los 90.

Para mí ha sido un verdadero placer disfrutar en ‘La Casa de Papel’ con interpretaciones como la de Pedro Alonso encarnando al psicópata Berlín, un personaje que le valió el reconocimiento de la Unión de Actores. O mujeres como Nairobi (Alba Flores) o Mónica (Esther Acebo), que son algo más que un cliché y triunfan allá por dónde van. Por no hablar de roles como el de Álvaro Morte, el ingenioso Profesor, o el auténtico Denver de Jaime Lorente.

placeholder Imagen de la primera parte de 'La casa de papel'.
Imagen de la primera parte de 'La casa de papel'.

3.- “Es que las series españolas tienen capítulos muy largos”

Esta queja deriva inexorablemente en “tiene tramas de relleno”. Una pega de la que, por muy sorprendente que parezca, no tienen la culpa los creadores, ni los guionistas, ni los actores. Las series españolas duran setenta minutos porque las cadenas de turno quieren rellenar la mayor franja de prime time posible con el menor desembolso. Y obviamente es mucho más barato llenar dos horas con un producto que con dos.

Así que a quien deberíamos afearle la conducta es a los canales de televisión que nos ofrecen productos rellenos de nada. Y una bonita forma de hacerlo es consumir las series en emisión no lineal o plataformas. Porque además te ahorras los anuncios, y el poder de detener la acción ahora lo tienes tú y no ese programador que hace las pausas en el peor momento. Y porque quizá sirva para forzarles a reconocer ciertos derechos.

4.- “No me la creo”

Ya. ¿Y ‘Arrow’ o ‘Flashback’ sí? ¿Y ‘Friends también verdad? ¿O el procedimental médico de turno en el que las intervenciones quirúrgicas son un continuo prodigio de la medicina? ¿Y esas con alocadas persecuciones de coches? No tengo muy claro dónde se sitúa el nivel de aceptación de una realidad cuando lo primero que ves es un claro “los hechos y escenarios representados en esta series son ficticios”. Pero tampoco encuentro en ‘La Casa De Papel’ elementos surrealistas o extraños que no me permitan disfrutarla. ¿Que pasan cosas “que solo pasan en las películas”?. Pues sí. Pero por eso se llama ficción. ¿En serio solo veis series que os creéis, en las que todo encaja, todo es perfecto?

placeholder Imagen de 'La Casa de Papel'. (Atresmedia)
Imagen de 'La Casa de Papel'. (Atresmedia)

5.- “Trata al espectador como mongolo”

Yo me siento así cuando en ‘Billions’ se ponen exquisitos con la jerga bursátil, cuando en ‘Halt and Catch Fire’ se embarraban con la tecnología informática, pero no cuando 8 atracadores entran a la Fábrica de Moneda y Timbre para cometer el atraco de sus vidas. No creo que ‘La Casa de Papel’ se haya parado a pensar en la inteligencia de su audiencia potencial, entre otras cosas porque es una de las producciones que ha derribado el mito de que las series españolas se hacen “para la señora de Cuenca”.

Cada uno es muy libre de afrontar la ficción televisiva que elige como quiere, pero me resulta difícil asumir que aquellos que son aficionados a las series prefieran escudarse en falsos y ridículos prejuicios para no sentarse a disfrutar de la producción de la que todos hablan. Que en el fondo es lo que ha hecho aquellos que, desde todo el mundo, le han llevado a ser la serie en habla no inglesa más vista de Netflix. Porque de eso es de lo que se trata. De eso y de dejar de quejarse por todo. (Sic)

La ficción televisiva española ha demostrado en los últimos años que es algo más que enternecedoras familias que comparten desayunos imposibles o comedias que se limitan a copiar a exitosas predecesoras. Los galardones, las emisiones en el extranjero o la adaptación de las ficciones en otros países han certificado que las series españolas han dado un salto cualitativo. Y en la mayoría de los casos, ya no tienen nada que envidiar a muchas series norteamericanas que se emiten en nuestro país.

El redactor recomienda