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'El método Kominsky': a la vejez, humor
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Aloña Fernández Larrechi

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Aloña Fernández Larrechi

'El método Kominsky': a la vejez, humor

Chuck Lorre, responsable de comedias como 'Mom' y 'The Big Bang Theory' debuta en Netflix con Michael Douglas y Alan Arkin como protagonistas

Foto: Alan Arkin y Michael Douglas en una imagen de 'El método Kominsky'. (Netflix)
Alan Arkin y Michael Douglas en una imagen de 'El método Kominsky'. (Netflix)

Hay un momento de la vida en el que los adolescentes dejan de parecerte graciosos, y pasan a ser un incordio. Una época en la que la comida picante empieza a sentarte mal, y el agua con gas es una buena opción para una tarde en una terraza. Esa etapa en la que las noches de los sábados que verdaderamente disfrutas son aquellas en las que simplemente quedas a cenar, y antes de las dos estás en la cama. Algunos lo llaman madurar, otros hacerse mayor. Un par de décadas después, lejos de mejorar, la situación empeora, y llega ese momento en el que tu “primer pensamiento al despertar es: ¿qué parte de mi no funciona hoy”. Lo que todo el mundo conoce como “tercera edad”.

Sandy Kominsky y Norman Newlander se encuentran en ese momento de sus vidas. El último tramo de la trayectoria vital del cualquier ser humano en el que los seres queridos escasean, las amistades son un pilar fundamental y las consultas médicas son más habituales que las fiestas en tu agenda. Una fase vital tan importante como cualquier otra que, sin embargo, la ficción audiovisual ha explorado en contadas ocasiones.

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Inspirado quizá por su propio momento vital, el prolífico creador norteamericano Chuck Lorre debutó el viernes en Netflix con ‘El método Kominsky’. A sus 66, el padre de producciones como ‘Mom’, ‘The Big Bang Theory’ o ‘Dos hombres y medio’ llega a la plataforma de streaming con una comedia compuesta por ocho episodios, en los que narra la amistad de Kominsky y Newlander. Dos hombres que sobreviven en la ciudad de Los Ángeles con diversos dolores, y mucha mala leche.

Sandy Kominsky, interpretado por Michael Douglas, es un actor veterano que durante algunos años consiguió ser toda una estrella de Hollywood. En la actualidad rechaza papeles que puedan empañar su prestigio, y se dedica a dirigir su propia academia de interpretación. Norman Newlander, al que da vida Alan Arkin, es el agente de Sandy. La paciente labor de un hombre amante de su trabajo que, con el tiempo, ha acabado convirtiéndose en una intensa amistad.

placeholder Sarah Baker y Alan Arkin en una imagen de 'El método Kominsky'. (Netflix)
Sarah Baker y Alan Arkin en una imagen de 'El método Kominsky'. (Netflix)

Lo que unió la interpretación

‘El método Kominsky’ narra el día a día de Sandy y Norman, una rutina similar a la de cualquier comedia centrada en una amistad, con la experiencia y los problemas que aportan unos protagonistas con más de seis décadas a sus espaldas. El bienestar de los hijos, el desarrollo de nuevas aficiones, su situación sentimental o la salud de los seres queridos se reparten en tiempo entre achaques, sustos, penas y alguna que otra alegría.

En la relación de Sandy y Norman abundan los comentarios maliciosos, las pullas y los consejos difíciles pero necesarios. Juntos han pasado buenos y malos momentos, profesionales, amorosos y algo más personales. Han conocido a sus respectivas familias, han compartido con ellos celebraciones importantes, construyendo juntos multitud de recuerdos imborrables. Una trayectoria vital que los convierte en personajes imprescindibles cuando las cosas se ponen difíciles.

El humor negro que marca la relación de los protagonistas de ‘El método Kominsky’ no es el único recurso cómico de la producción. Como hiciera ‘Barry’ (HBO) hace unos meses, Sandy dedica mucho tiempo a su academia de interpretación. Y entre los alumnos que observan atentos las enseñanzas del veterano intérprete, encontramos aspirantes “ultramotivados”, tímidos o, simplemente, marcianos, que contribuyen a explotar la vis cómica de la serie.

placeholder Danny DeVito interpreta al urólogo de Sandy Kominsky (Michael Douglas). (Netflix)
Danny DeVito interpreta al urólogo de Sandy Kominsky (Michael Douglas). (Netflix)

Señores gruñones (pero graciosos)

“Duele ser humano, duele muchísimo. Y todas las exploraciones del mundo no hacen que el dolor desaparezca. Porque ser humano y estar herido son la misma maldita cosa”. Como corresponde a una comedia negra, ‘El método Kominsky’ arranca con una mala noticia para Norman, que atravesará sus momentos más difíciles y solitarios en las últimas décadas. Y ahí estará Sandy para apoyarle y acompañarle, aunque a veces solo sepan entenderse entre gruñidos.

La soledad, las enfermedades, la frustración profesional o personal y cierta incertidumbre vital marcan la vida de dos hombres con situaciones familiares opuestas. Elementos propios de la edad de personajes antagónicos pero inseparables. Porque si algo se le da bien a Chuck Lorre, conocido como “rey de la comedia”, es plantear dinámicas conflictivas que dejan en manos del carácter de cada personaje el éxito de la comedia. Algo que Douglas y Arkin, maestros con Óscar, ejecutan todo lo bien que les permite el irregular guion de la serie.

placeholder Douglas y Arkin en una secuencia de la serie. (Netflix)
Douglas y Arkin en una secuencia de la serie. (Netflix)

Experiencia necesaria

Tras protagonizar en los años 70 ‘Las calles de San Francisco’ Michael Douglas vuelve a encabezar el reparto de una producción para la pequeña pantalla. Con Arkin acompañándole en la tarea como Norman, la televisiva Sarah Baker (‘Big Little Lies’, ‘Goliath’) interpreta a Mindy, su hija. Por su parte Lisa Edelstein, a la que actualmente también podemos ver en ‘The good doctor’, se pone en la piel de Phoebe, la desastrosa hija de Norman.

Danny DeVito como el urólogo de Sandy, el doctor Wexler, o Nancy Travis (‘Mr.Mercedes’) en el papel de Lisa, una de sus estudiantes, son otros de los nombres que podemos encontrar en la cuarta serie en emisión que Lorre tiene esta temporada. Y como sus antecesoras, ‘El método Kominsky’ llega para procurar una experiencia agradable al espectador aunque, como en ‘Mom’, no faltarán los momentos difíciles. No es un “lugar feliz” como ‘Parks & Recreation’ o ‘Hope’, no porque no quiera, sino porque la edad de sus protagonistas no se lo permite. Y que eso llegue a la sobrecargada ficción televisiva, para acompañar a 'Grace y Frankie', es bueno.

Hay un momento de la vida en el que los adolescentes dejan de parecerte graciosos, y pasan a ser un incordio. Una época en la que la comida picante empieza a sentarte mal, y el agua con gas es una buena opción para una tarde en una terraza. Esa etapa en la que las noches de los sábados que verdaderamente disfrutas son aquellas en las que simplemente quedas a cenar, y antes de las dos estás en la cama. Algunos lo llaman madurar, otros hacerse mayor. Un par de décadas después, lejos de mejorar, la situación empeora, y llega ese momento en el que tu “primer pensamiento al despertar es: ¿qué parte de mi no funciona hoy”. Lo que todo el mundo conoce como “tercera edad”.

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