Menú
¿Isoflavonas para la menopausia? Va a ser que no
  1. Un espía en el supermercado
José Manuel López Nicolás

Un espía en el supermercado

Por

¿Isoflavonas para la menopausia? Va a ser que no

La industria alimentaria se ha fijado en estos compuestos para fabricar nuevos productos que ofrecen promesas infundadas

Foto: Productos de soja. (iStock)
Productos de soja. (iStock)

Ayer volví al supermercado para hacer de espía. El lineal que hace unos días estaba lleno de cronosuplementos lo habían sustituido por otro abarrotado de complementos alimenticios destinados a combatir la menopausia. Todos ellos tenían un ingrediente común: las isoflavonas. Analicemos hoy en qué consisten, su efectividad y su potencial peligrosidad.

Las isoflavonas son compuestos de naturaleza polifenólica que forman parte de uno de los más importantes grupos de fitoquímicos, los flavonoides, y tienen como principal fuente dietética la soja y sus derivados. Debido a que tienen una estructura similar a los estrógenos humanos, las isoflavonas son consideradas como fitoestrógenos, lo que las ha llevado a ser tenidas como un 'remedio natural' utilizado por las mujeres como alternativa a las hormonas para atenuar los adversos efectos secundarios de la menopausia.

"La ingesta de isoflavonas no produce cambios en la densidad mineral ósea de las mujeres"

Las múltiples propiedades saludables que se les han atribuido a las isoflavonas han provocado que la industria alimentaria se haya fijado en ellas para desarrollar nuevos productos. Entre ellos destacan diferentes tipos de leche, yogures, bebidas lácteas y una gran variedad de suplementos dietéticos enriquecidos en estos flavonoides. ¿Y qué prometen estos productos? Casi de todo. Aliviar los efectos de la menopausia, regular los niveles de colesterol, proteger la diferentes moléculas de los agentes prooxidantes, mejorar la salud cardiovascular… Son las nuevas moléculas milagro.

placeholder Efectos de la menopausia, como el aumento de temperatura corporal. (iStock)
Efectos de la menopausia, como el aumento de temperatura corporal. (iStock)

Pero una cosa es lo que diga la publicidad de estos productos y otra muy diferente lo que dice la ciencia. La literatura científica seria y los organismos oficiales son contundentes: los productos enriquecidos en isoflavonas no tienen sobre la menopausia los efectos que se les atribuyen.

Los suplementos de isoflavonas de soja no son efectivos como sustitutivos a las terapias con estrógenos para paliar los sofocos, la sequedad vaginal o los trastornos del sueño que frecuentemente acompañan a la menopausia. De hecho, el Panel de Expertos en Nutrición, Alergias y Dietéticos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha criticado duramente los artículos científicos presentados por las empresas alimentarias para justificar diferentes 'health claims' ('alegaciones nutricionales') atribuidas a las isoflavonas.

Según la EFSA, dichos estudios muestran graves defectos analíticos y/o estadísticos como inapropiadas concentraciones de isoflavonas empleadas en los trabajos, corta duración de los ensayos, tamaño reducido de las muestras empleadas en el estudio, etc.

Pero aun hay más. La menopausia tiene una clara incidencia sobre el estado óseo de las personas provocando tanto una pérdida de masa ósea como un descenso en la densidad mineral ósea de las mujeres posmenopáusicas. Pues bien, determinados productos alimenticios han publicitado que el consumo de productos enriquecidos en isoflavonas ayuda a mantener el correcto estado óseo de las consumidoras…, pero eso no es así.

"A día de hoy no existe indicio de que las isoflavonas en los complementos alimenticios causen daño"

Tanto los estudios publicados en revistas tan prestigiosas como 'Archives of Internal Medicine' como los informes de la EFSA han concluido que la ingesta de isoflavonas no produce cambios en la densidad mineral ósea ni de la columna vertebral ni de la cadera de las mujeres que consumieron alimentos funcionales ricos en estas moléculas en comparación con las que consumieron un placebo.

¿Y qué podemos decir acerca de la presunta actividad antioxidante de las isoflavonas? Poca cosa. Según el Panel de Expertos en Nutrición, Alergias y Dietéticos de la EFSA, los estudios presentados hasta el momento no demuestran que las isoflavonas de soja protejan a las proteínas del organismo humano, ni a las moléculas lipídicas ni mucho menos al ADN de los diferentes procesos de oxidación, tal y como quieren hacernos creer algunos productos comerciales fortificados con isoflavonas de soja.

Además, en determinados suplementos dietéticos que podemos adquirir en 'curiosas' superficies comerciales se puede leer que el consumo de isoflavonas de soja permite mantener las concentraciones deseables del denominado 'colesterol bueno'… Tampoco hay pruebas científicas de ello.

placeholder Foto: iStock.
Foto: iStock.

A pesar de que podríamos continuar enunciando más propiedades que han sido rechazadas de los productos enriquecidos en isoflavonas, como el asombroso efecto sobre el crecimiento del pelo que algunas empresas les atribuyen, es necesario indicar que los informes de la EFSA no indican que los productos enriquecidos en isoflavonas no sirven para nada, sino que los estudios publicados hasta ahora no son suficientes para demostrar lo alegado. La ciencia debe ser humilde y no negarse a la posibilidad de que algún día se demuestre que los suplementos de isoflavonas tienen efectos positivos sobre la salud humana. En el caso de que así sea se admitirá la publicidad solicitada, pero a día de hoy no hay pruebas científicas de ello.

Pero no nos equivoquemos. Una cosa es que la suplementación con isoflavonas no tenga efectos positivos y otra cosa muy diferente es que sea peligrosa. Por ello es absurdo que algunos productos se publiciten como 'sin isoflavonas'. Seamos sinceros. ¿Qué mensaje subliminal se envía al consumidor al publicitar un producto como 'sin isoflavonas'? Pues el mismo que con los eslóganes 'sin conservantes', 'sin colorantes', 'sin aditivos', 'sin azúcar', 'sin grasas'…, que si el producto llevara isoflavonas, podría existir algún riego sobre la salud, así que mejor tomarlo 'sin' que 'con'. ¿Y es eso cierto? No.

"Atribuir a un compuesto los beneficios o perjuicios que no tiene es, sinceramente, lamentable"

La EFSA ha publicado un informe basado en 105 estudios (43 en humanos y 62 en animales). El documento deja las cosas las cosas claras: a día de hoy no existe indicio de que las isoflavonas en los niveles que se encuentran en los complementos alimenticios causen daño a las mujeres posmenopáusicas. Los científicos de la EFSA se centraron en los posibles efectos nocivos sobre la glándula mamaria, útero y tiroides de las isoflavonas daidzeína, genisteína, glyciteina, biocanina A y formononetina y de sus glucósidos daidzina, genistina, glicitina y puerarina.

Además se evaluaron los posibles riesgos para las mujeres durante el período de transición a la menopausia y para las mujeres menopáusicas con antecedentes o historia familiar de cáncer. Sin embargo, en el informe afirman que aún no hay datos para evaluar la seguridad de estas sustancias para estos grupos de mujeres, lo que no significa que sean peligrosas.

Estimados lectores, el binomio ciencia/publicidad se le ha ido de las manos a mucha gente y el consumidor se encuentra totalmente indefenso. Vender productos que tienen como valor añadido un compuesto bioactivo (isoflavonas) con supuestas propiedades milagro y justo al lado vender otros cuyo mayor beneficio es no tener ese mismo compuesto bioactivo porque puede ser peligroso es, sinceramente, lamentable. Si encima ese compuesto no tiene los beneficios que se le atribuyen ni tampoco está justificado ese miedo, esto ya es de locos. ¿Hasta cuándo hay que soportar esto?

Ayer volví al supermercado para hacer de espía. El lineal que hace unos días estaba lleno de cronosuplementos lo habían sustituido por otro abarrotado de complementos alimenticios destinados a combatir la menopausia. Todos ellos tenían un ingrediente común: las isoflavonas. Analicemos hoy en qué consisten, su efectividad y su potencial peligrosidad.

Industria alimentaria Colesterol
El redactor recomienda