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Homenaje a Donna Summer: las diez grandes canciones de la música disco
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Héctor G. Barnés

Confidencias POP

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Héctor G. Barnés

Homenaje a Donna Summer: las diez grandes canciones de la música disco

El pasado jueves falleció la popular cantante Donna Summer, y con ella se marchó uno de los últimos iconos de una época, la de la era

El pasado jueves falleció la popular cantante Donna Summer, y con ella se marchó uno de los últimos iconos de una época, la de la era disco, que se consumió en su propia euforia con tanta velocidad como explotó en el año 1975. A menudo criticada por su frivolité y hedonismo inconsciente en un momento, la segunda mitad de los setenta, en el que el mundo no estaba para muchas fiestas, su alcance e importancia como catalizador de gran parte de la música de baile que se produciría durante las siguientes décadas nunca ha sido suficientemente bien ponderado por la crítica. Se trataba del eslabón perdido de la música negra, el enganche entre el soul y el funk de los setenta y el hip-hop y el R&B contemporáneo, una escena nacida en los clubes neoyorquinos y extendida por todo el mundo gracias a artistas como la propia Summer. Epítome de una época, la bostoniana Donna Summer grabó algunos de los mejores singles de la época, dejó para la posteridad Bad Girls (Casablanca Records, 1979), probablemente el gran álbum del género y se llevó un Oscar a la Mejor Canción Original por Last Dance, de la película Por fin ya es viernes (Thank God It’s Friday, Robert Klane, 1979), en la que ella misma interpretaba un papel secundario.

A continuación presentamos una selección de las diez canciones que definieron la época de la disco music. Hemos intentado eludir los grandes éxitos archiconocidos por su utilización en bodas, bautizos y otros eventos distendidos, así que esperamos que nadie eche de menos a Boney M, Baccara o el recurrente I Will Survive de Gloria Gaynor.

Donna Summer – Love To Love You Baby (1975)

El pasado jueves falleció la popular cantante Donna Summer, y con ella se marchó uno de los últimos iconos de una época, la de la era disco, que se consumió en su propia euforia con tanta velocidad como explotó en el año 1975. A menudo criticada por su frivolité y hedonismo inconsciente en un momento, la segunda mitad de los setenta, en el que el mundo no estaba para muchas fiestas, su alcance e importancia como catalizador de gran parte de la música de baile que se produciría durante las siguientes décadas nunca ha sido suficientemente bien ponderado por la crítica. Se trataba del eslabón perdido de la música negra, el enganche entre el soul y el funk de los setenta y el hip-hop y el R&B contemporáneo, una escena nacida en los clubes neoyorquinos y extendida por todo el mundo gracias a artistas como la propia Summer. Epítome de una época, la bostoniana Donna Summer grabó algunos de los mejores singles de la época, dejó para la posteridad Bad Girls (Casablanca Records, 1979), probablemente el gran álbum del género y se llevó un Oscar a la Mejor Canción Original por Last Dance, de la película Por fin ya es viernes (Thank God It’s Friday, Robert Klane, 1979), en la que ella misma interpretaba un papel secundario.