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“El racismo ya no ataca a los negros, ahora se dirige contra los inmigrantes”
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Miguel Ayuso

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Miguel Ayuso

“El racismo ya no ataca a los negros, ahora se dirige contra los inmigrantes”

“Siempre me ha gustado el jazz, pero creo que ha perdido parte de su sentido de libertad, por eso no me siento por completo identificada con

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“El racismo ya no ataca a los negros, ahora se dirige contra los inmigrantes”

“Siempre me ha gustado el jazz, pero creo que ha perdido parte de su sentido de libertad, por eso no me siento por completo identificada con la etiqueta y he incorporado otros elementos a mi música”. Así intenta explicar la saxofonista estadounidense Matana Roberts el sorprendente giro que ha dado su música en los últimos años. Originaria de Chicago, pero afincada en Nueva York, Roberts fue un miembro destacado de la Association for the Advancement of Creative Musicians, un colectivo de músicos de jazz fundado por el pianista Muhal Richard Abrams en 1965, de carácter eminentemente vanguardista, por el que han pasado figuras de la talla de Anthony Braxton, Wadada Leo Smith o la Art Ensemble of Chicago. Aunque no ha abandonado la asociación por completo, se ha distanciado de ella. Sus derroteros son otros.

Si hubiera sacado estos discos en los 60, sería un acto claramente políticoSu último trabajo discográfico, Coin Coin Chapter One: Gens de Couleur Libre (Constellation Records, 2011), es el primer capítulo de un proyecto a largo plazo para el que Roberts planea editar doce álbumes, diez con banda y dos en solitario. “La razón por la que lo quería hacer así es porque tengo doce historias de mis ancestros que me gustaría explorar, de forma histórica y con profundidad. He crecido muy influida por la literatura y me apetecía hacer algo con esa forma, como los capítulos de un libro. Además quería una oportunidad para retarme como compositora, creando mi propio estilo. Para ser honesta no suelo pensar en el número. Cuando lo hago… No sé en que estaba pensado cuando lo anuncié. No sé si seré capaz de grabarlo todo”.

Reinventando la tradición afroamericana

El proyecto de Roberts tiene un claro componente de reivindicación histórica, pero quiere dejar claro que se trata de un acercamiento sentimental, más que político: “Si hubiera sacado estos discos en los 60, sería un acto claramente político, pero en 2012 en lo que estoy interesada es en recordar a la gente lo unidos que estamos a pesar de las diferencias. Lo que exploran todas las historias de Coin Coin, además del propio pasado, son los sentimientos de alegría, de tristeza, de dolor, emociones que todo el mundo puede sentir. La memoria es para mí algo que tiene que ver con el corazón. No valoro las cosas concretas, los hechos, valoro a la gente y lo que guardan dentro”.  

El primer capítulo de Coin Coin, que ha sido acogido con excelentes críticas y en muchas publicaciones fue seleccionado como uno de los mejores trabajos del pasado año, bebe de la tradición del free-jazz, pero lleva la libertad a cotas más altas, incorporando pasajes vocales y pasajes próximos al folk afroamericano, con el que logra un ambiente casi espiritual, muy difícil de etiquetar. Pero, pese al gran reconocimiento, el disco ha sido rechazado por gran parte de la ortodoxia jazz, que considera que Roberts se ha salido del camino establecido. “Me costó encontrar una discográfica que quisiera sacarlo”, explica Roberts. “Me acerqué a sellos de jazz y me decían ¿Qué es esto? ¿qué clase de música es esta?”. Finalmente se decidió a publicarlo Constellation Records, un sello especializado en rock experimental.

De los teatros a los garajes

Roberts, que para los aficionados la música improvisada y el jazz de vanguardia es ya una figura de referencia, está acostumbrada a tocar en grandes festivales y clubs, pero el último mes ha estado girando por Europa, actuando en salas muy pequeñas como La Faena II, la sala madrileña dónde atendió a El Confidencial tras una actuación memorable, en la que su impecable voz y su saxofón alto se enfrentaron en solitario a un público ensimismado. Roberts lo tiene claro: “El jazz se suele programar en festivales, hechos sólo para la gente con dinero. Aprecio esto, y me gusta que existan, pero creo que es necesario otro tipo de espacios que permitan que acuda todo tipo de gente. Además, el público que viene a sitios como estos es más abierta, y está más dispuesta a escuchar lo que vengo a ofrecer”.

Hubo un tiempo en la historia de mi país en la que la única cosa que podía hacer un negro era ser músico o artistaEs paradójico que el jazz que, tal como cree Roberts, nació de la opresión del pueblo afroamericano, haya acabado siendo un estilo dirigido a la élite intelectual occidental, hermético y poco accesible. Roberts quiere reinvidicar la capacidad integradora que, según cree, ha perdido este tipo de música: “Creo que es importante recordar que la música en general viene de la mezcla de personas. La única razón por la que los negros americanos hicieron jazz y blues es porque, de alguna manera, fueron forzados a hacer esa música. Hubo un tiempo en la historia de mi país en la que la única cosa que podía hacer un negro era ser músico o artista”.

Roberts, que es una apasionada de las grabaciones de Alan Lomax ­–el etnomusicólogo estadounidense que registró durante toda su vida las tradiciones musicales de medio planeta– quiere con su proyecto explorar las conexiones existentes entre el folk afroamericano y el de otras partes del mundo: “Es cierto que el blues y el jazz nacieron de un ejercicio de improvisación, de invención, pero surgieron como un trabajo colectivo, un esfuerzo conjunto. Su esencia se da en otras músicas folclóricas alrededor del mundo, no es algo específico de la tradición afroamericana”.

El inevitable mensaje político

La ley de emigración que se va a aprobar en el estado de Alabama es una insensatezRoberts insiste en que “la música no tiene por qué tener un mensaje político”, y no es la intención de su proyecto, pero al final éste se cuela en la conversación. Aunque “estamos en el siglo XXI, hay un negro en la Casa Blanca, y se puede mirar al pasado afroamericano de distinta forma, sin la necesidad de hacer una proclama”, el racismo y las injusticias se han trasladado a otras esferas y en conjunto “estamos yendo directamente al infierno”.  Roberts es muy clara al respecto: “Parece que al tener un presidente negro se ha acabado con el racismo, pero no es verdad, éste se hace cada vez más sofisticado. Para entender el racismo hay que estudiar la historia, y darse cuenta que no ha desaparecido en absoluto, sólo ha cambiado de objeto. La ideología racista se ha trasladado a las leyes de inmigración. En Alabama el ambiente es demencial. A mí no me ha llamado nadie nigger a la cara, pero hay muchísima gente a la que están tratando de esa manera en la actualidad: emigrantes, gente de Europa del Este… Es importante que nos demos cuenta de esto. La historia se repite, pero nosotros deberíamos ser capaces de aprender de ella. La ley de emigración que se va a aprobar en el estado de Alabama es una insensatez. Se parece bastante a las leyes que segregaban a los negros en 1922. Estamos en 2012, no podemos hacer esto. Los artistas somos importantes, podemos ser la voz de los que no tienen voz, la gente que no puede hablar por sí misma”. 

“Siempre me ha gustado el jazz, pero creo que ha perdido parte de su sentido de libertad, por eso no me siento por completo identificada con la etiqueta y he incorporado otros elementos a mi música”. Así intenta explicar la saxofonista estadounidense Matana Roberts el sorprendente giro que ha dado su música en los últimos años. Originaria de Chicago, pero afincada en Nueva York, Roberts fue un miembro destacado de la Association for the Advancement of Creative Musicians, un colectivo de músicos de jazz fundado por el pianista Muhal Richard Abrams en 1965, de carácter eminentemente vanguardista, por el que han pasado figuras de la talla de Anthony Braxton, Wadada Leo Smith o la Art Ensemble of Chicago. Aunque no ha abandonado la asociación por completo, se ha distanciado de ella. Sus derroteros son otros.