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“Cuando aceptas ser una ‘nena’, aceptas que tu empresa no te deje engordar”
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Héctor G. Barnés

Empecemos por los principios

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Héctor G. Barnés

“Cuando aceptas ser una ‘nena’, aceptas que tu empresa no te deje engordar”

El salario, el horario, las vacaciones. Se trata de aspectos de la vida laboral que suelen ser consensuados entre trabajadores y empresa, por mucho que en

Foto: El hotel y casino Borgata, en Atlantic City, ha ganado el juicio por discriminación. (Corbis)
El hotel y casino Borgata, en Atlantic City, ha ganado el juicio por discriminación. (Corbis)

El salario, el horario, las vacaciones. Se trata de aspectos de la vida laboral que suelen ser consensuados entre trabajadores y empresa, por mucho que en la mayoría de los casos sea esta última quien tiene cogida la sartén por el mango. Sin embargo, es cada vez más frecuente que la empresa intervenga en asuntos de la vida del trabajador en los que hasta entonces no había tenido ninguna competencia. La barrera que en el pasado había mantenido la vida privada del trabajador al margen de este tipo de intromisiones amenaza con derrumbarse.

Una sentencia que acaba de ser dictada por el tribunal superior de justicia de Nueva Jersey acaba de colocar un nuevo mojón en este camino de incierto destino. Como ha indicado el juez Nelson Johnson, la normativa del Borgata Hotel Casino que prohíbe a sus trabajadoras engordar por encima del 7% de su peso en el momento de ser contratadas es perfectamente legal. Una sentencia que ha sacudido los cimientos del sistema legal laboral americano, en cuanto que implícitamente reconoce el derecho de la empresa a decidir sobre la apariencia de sus trabajadores en un aspecto (el peso) que se escapa a las simples reglas de decoro o imagen de marca.

22 trabajadoras denunciaron que la empresa las animaba a tomar laxantes para adelgazar

El establecimiento, situado en la ciudad costera de Atlantic City (la segunda capital americana del juego tras Las Vegas) llama a sus empleadas “Borgata Babes”, es decir, “nenas Borgata”. Probablemente haya sido la descripción del mismo (y la palabra “nena”) lo que haya conducido al juez a declarar válida esta exigencia. Según señala la oferta de trabajo, las Borgata Babes son “parte modelos de moda, parte camareras, parte encantadoras anfitrionas. Todas ellas, increíblemente agradables”. O, en otras palabras, servir copas quizá sea lo menos importante de todo lo que tienen que hacer a lo largo de su jornada laboral.

Un controvertido proceso judicial

Todo comenzó cuando 22 de las trabajadoras del casino demandaron a sus empleadores por ser obligadas a perder peso bajo amenaza de despido y después de que se les sugiriese que tomasen laxantes o dejasen de tomar antibióticos para perder peso. Además, las empleadas se quejaron de que tan sólo las mujeres tenían que cumplir dichos principios, mientras que los hombres estaban al margen de los mismos, lo cual añadía un plus de discriminación por sexo, además de por peso, a la demanda. Según las demandantes, el casino no las consideraba más que “objetos sexuales”.

Esta decisión da a los empleadores un poder tremendo sobre sus trabajadores

Sin embargo, el juzgado ha decidido desestimar la demanda, puesto que indica que han sido las propias empleadas las que han aceptado las condiciones del empleo y no es su competencia definir los límites de la etiqueta ‘nena’. “Las demandantes no pueden deshacerse de la etiqueta ‘nena’; la abrazaron cuando aceptaron trabajar para el Borgata”, indicó el juez en su sentencia. “Que un individuo etiquetado como ‘nena’ se convierta en un objeto sexual exige la participación de esa persona y no hay nada presentado a este tribunal que apoye las acusaciones de fraude, coacción o coerción vinculadas a la contratación de las demandantes”.

Como ha recordado la revista Time, únicamente en el estado de Michigan o ciudades puntuales como Santa Cruz en California o Binghamton en Nueva York la discriminación por razones de altura o peso está regulada, uno de los puntos más controvertidos de la legislación americana vigente. El abogado de las demandantes, Richard Bernstein, lamentó después del juicio que esta decisión pudiese sentar un preocupante precedente. “Es una regulación horrible. Es necesario echar un vistazo a sus implicaciones en el largo plazo. Esta decisión da a los empleadores un poder tremendo sobre la gente en el lugar de trabajo”. Por su parte, Joe Lupo, dueño del casino, se mostró satisfecho con la decisión.

El tiempo del aspectismo

No es la primera vez que ocurren casos semejantes. Ya hablamos en el pasado del lookism, o aspectismo, es decir, la exigencia por parte de la empresa de que el trabajador mantenga una imagen en consonancia con los requerimientos de la marca. Una política cada vez más frecuente y que puede implicar tanto sugerir a los  trabajadores que se mantengan en forma, aunque su labor no lo requiera necesariamente, como mantener una imagen perfectamente delimitada como ocurre en algunas cadenas de ropa.

Es el caso de lo ocurrido con Abercrombie & Fitch, después de que el escritor Robin Lewis  acusase a su CEO Mike Jeffries de no querer “gente de tallas grandes comprando en sus tiendas, sino gente delgada y guapa”. Dichas declaraciones desenterraron otras que Jeffries había realizado en el pasado, y que aseguraban que contrataba únicamente a empleados atractivos puesto que eso “atrae a gente guapa, y queremos comercializar nuestros productos a la gente molona”. Con casos como este, la polémica parece lejos de terminar.

El salario, el horario, las vacaciones. Se trata de aspectos de la vida laboral que suelen ser consensuados entre trabajadores y empresa, por mucho que en la mayoría de los casos sea esta última quien tiene cogida la sartén por el mango. Sin embargo, es cada vez más frecuente que la empresa intervenga en asuntos de la vida del trabajador en los que hasta entonces no había tenido ninguna competencia. La barrera que en el pasado había mantenido la vida privada del trabajador al margen de este tipo de intromisiones amenaza con derrumbarse.

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